Esta campaña busca frenar el desperdicio de comida en el sur de la Florida y ayudar al planeta

Ellen Bowen tiene la misión de combatir el desperdicio de alimentos en el sur de la Florida, una campaña que no solo alimenta a los hambrientos sino que quizá, sorprendentemente, también puede ayudar a frenar el cambio climático.

Bowen es la fundadora de la sección del sur de la Florida de Food Rescue US, un grupo de voluntarios locales que recoge alimentos en buen estado que de otro modo se tirarían en tiendas de comestibles, restaurantes y eventos, y los entrega a iglesias, refugios y despensas de alimentos de toda la región.

Han recuperado carne de res wagyu de las suites VIP de la carrera de Fórmula 1 de Miami, filetes de una conferencia médica en el Fontainebleau y un número incalculable de huevos, tocino y otros alimentos al final de los servicios de brunch los domingos en restaurantes de lujo de todo el sur de la Florida. Lo llevan todo directamente a lugares como Camillus House, Lotus House y Miami Rescue Mission.

Bowen estima que su grupo ha salvado más de 5.7 millones de libras de alimentos desde que comenzó en 2018, y eso es solo una pequeña parte de lo que se desperdicia a nivel nacional.

Aproximadamente un tercio de los alimentos en Estados Unidos se desperdicia, según un estudio de 2010 del Departamento de Agricultura federal (USDA). Esa comida desperdiciada “contiene calorías suficientes para alimentar a más de 150 millones de personas al año, una cifra muy superior a los 35 millones de estadounidenses que sufren inseguridad alimentaria”, según un reporte de 2021 de la Agencia de Protección Ambiental federal (EPA).

Pero los alimentos desperdiciados conllevan otros costos ocultos. Su producción implica fertilizarlos, cosecharlos o sacrificarlos, envasarlos, transportarlos y, a menudo, refrigerarlos. Todo antes que los alimentos sean transportados en camión a un vertedero para que se pudran y emitan metano, un gas de efecto invernadero que calienta el planeta y que, en el transcurso de un siglo, es 25 veces más potente que el dióxido de carbono.

Según la EPA, aproximadamente 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero proceden de los residuos alimentarios. Es más que la industria de la aviación, que contribuye con algo menos de 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

“Empecé con esto ... hace cuatro años, principalmente para rescatar alimentos y hacerlos llegar a personas que pasan hambre”, dijo Bowen. “Lo que he aprendido es que ese no es el único beneficio de reducir el desperdicio de alimentos. En realidad, el impacto ambiental se ha convertido realmente en mi foco de atención”.

Voluntarios al rescate

Food Rescue US depende de voluntarios como Jane Marie Russell, jefa de asesoría legal de una empresa tecnológica llamada OpenText, que ha sido voluntaria del grupo desde que Bowen comenzó el capítulo del sur de Florida en 2018.

Un sábado reciente por la mañana, Russell retrocedió con su automóvil en el muelle de carga de un Trader Joe’s en Coral Gables. Los empleados la saludaron y comenzaron a sacar cajas y más cajas de comestibles. Rusell puso todo lo que pudo en el maletero y en el asiento trasero: pan, huevos, leche, embutidos, fresas, lechuga, zanahorias, pasta, arroz, pan, papas fritas, emparedados preparados ... todo fresco y sin abrir, pero desplazado de las estanterías por el inventario más reciente.

Ese día, los empleados de Trader Joe’s incluso sacaron ramos de flores frescas.

Russell está ahí todos los sábados por la mañana. En la jerga de su grupo de voluntarios, ha “adoptado” este rescate, recogiendo víveres en el Trader Joe’s de Coral Gables y llevándolos a Liberty City, donde los deja en una despensa comunitaria llamada Village FREEdge. (Comenzó como un solo refrigerador en 2020, que es la inspiración para el nombre, pero desde entonces se ha convertido en una cocina completa que sirve a 250 personas al día).

Todas las recogidas de alimentos de Food Rescue se hacen así: un voluntario conduce su auto hasta una tienda de comestibles, un restaurante, un hotel o un lugar donde se celebre un evento, y lleva la comida directamente a un destinatario en un radio de 10 millas. Es una operación sencilla. El grupo no tiene camiones ni almacenes.

Unos 100 voluntarios de Food Rescue del sur de la Florida han adoptado una ruta fija que siguen cada semana. Pero también hay recogidas esporádicas: el grupo tiene un portal digital donde los organizadores pueden encontrar voluntarios para rescates de última hora cuando un gran evento termina con toneladas de alimentos sin comer o los restaurantes se encuentran al final del ajetreo del brunch del domingo con montañas de comida que nunca salió de la cocina.

Linda Díaz-Cobo, voluntaria de Food Rescue US, recoge una caja de comida de Trader Joe's que se iba a botar. Alie Skowronski askowronski@miamiherald.com Alie Skowronski/askowronski@miamiherald.com
Linda Díaz-Cobo, voluntaria de Food Rescue US, recoge una caja de comida de Trader Joe's que se iba a botar. Alie Skowronski askowronski@miamiherald.com Alie Skowronski/askowronski@miamiherald.com

Por ejemplo, Rachel Unger, que también ha sido voluntaria de Food Rescue desde 2018, recuerda haber recogido decenas de pavos de un hotel del downtown de la ciudad el día después de Acción de Gracias en 2020. “Dijeron que eran 50 pavos, pero definitivamente eran como 75 u 80”, dijo Unger. (Eso es alrededor de media tonelada de aves de corral, suponiendo que cada pavo pesara alrededor de 15 libras).

Unger y sus dos hijos, que entonces tenían 11 y 13 años, apilaron ave tras ave completamente cocida en su Honda Odyssey 2013. “La furgoneta casi rozaba el suelo porque estaba llena de pavos”, dijo Unger. Los llevó a Miami Rescue Mission, donde ella y sus hijos ayudaron a transportar la comida al refrigerador del centro.

“Fue uno de los rescates más extraños que he hecho”, dijo Unger, “pero tenía la misión de asegurar que alguien se comiera esos pavos”.

El costo climático del desperdicio de alimentos

Los voluntarios del rescate de alimentos son un buen ejemplo de una vieja máxima del activismo contra el cambio climático: piensa globalmente, actúa localmente. El breve recorrido de Rachel Unger por el downtown de la ciudad con un vehículo lleno de pavos fue una pequeña forma de combatir un problema que presiona más al planeta de lo que se pudiera pensar.

Solo para producir alimentos que al final nadie se come, Estados Unidos cultiva una superficie del tamaño de California y Nueva York juntas, usa energía y agua suficientes para abastecer a 50 millones de viviendas y genera tantos gases de efecto invernadero como 42 centrales eléctricas de carbón, según la EPA.

Eso antes de tener en cuenta las emisiones que se generan al tirar los alimentos. Según la EPA, la comida es el material más común en la basura en el país, que representa 24% de lo que va a los vertederos y 22% de lo que va a los incineradores de basura. Quemar los alimentos produce dióxido de carbono, mientras que dejar que se pudran en los vertederos produce gas metano, que atrapa el calor en la atmósfera mucho más eficaz que el dióxido de carbono.

Y en el sur de la Florida, ese espacio en los vertederos se está agotando. Miami-Dade transporta 15,000 toneladas de basura doméstica al mes a un vertedero cercano al lago Okeechobee porque los vertederos locales se están llenando. Los vecinos de Doral, por su parte, se quejan que la incineradora del condado, que quema 800,000 toneladas de basura al año, está arruinando su calidad de vida.

El simple hecho de tirar menos comida alivia la presión sobre los vertederos, reduce la cantidad de recursos naturales que la industria agrícola usa para producir alimentos y disminuye la cantidad de metano que se libera a la atmósfera

Este último aspecto es fundamental. Lo mejor que la gente puede hacer para ayudar de inmediato al clima es producir menos metano, según un reporte de mayo de 2021 del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA). “Reducir el metano es la palanca más poderosa que tenemos para frenar el cambio climático en los próximos 25 años”, escribió Inger Anderson, directora del PNUMA, en una declaración que acompañaba al informe.

Lucha contra el hambre y el cambio climático

Tan importantes como los voluntarios que rescatan alimentos son las organizaciones que les dan uso. Todos estos grupos forman parte de la lucha para frenar el cambio climático, aunque no se consideren necesariamente que tienen una misión medioambiental.

Miami Rescue Mission, por ejemplo, ofrece cama y comida a unas 1,300 personas al día en sus centros de Wynwood y Overtown, en Miami, y en Hollywood, en Broward. Pero la organización sin fines de lucro también coloca cada año toneladas de alimentos donados en la mesa de personas que los necesitan.

El 30 de enero, una voluntaria de Food Rescue llamada Linda Díaz-Cobo dejó una bandeja con restos de sandwiches cubanos del restaurante del midtown Sugarcane. “Cualquiera puede venir y donar”, dijo Anthony Perrone, coordinador del servicio de alimentos del Miami Men’s Center. “Pudiera ser alguien con un par de barras de pan o un camión lleno de comida”.

De vez en cuando, dijo Perrone, un camionero que transporta un contenedor lleno de comida descarga su carga aquí si se cancela un pedido. “Hace un mes, cuando volvía a casa, un camionero me llamó y me dijo: ‘Oye, tengo 3,000 libras de alitas de pollo de Tyson. ¿Puedo dejártelas?”. Perrone encontró espacio en los enormes congeladores de Miami Rescue Mission para almacenarlas.

Cada libra de comida donada que la cocina de Miami Rescue Mission usa es otra libra de comida que la organización no tiene que comprar más. Eso reduce la demanda en las tiendas de comestibles, los mayoristas de alimentos y, en última instancia, los agricultores para que sigan produciendo más alimentos, un tercio de los cuales probablemente se desperdicien con los sistemas de distribución.

Los alimentos donados también pueden tener un impacto más amplio en las comunidades locales. Una vez al mes, Food Rescue US organiza eventos estilo “mercado de agricultores” en distintos barrios, donde los vecinos pueden llevarse una bolsa de comida gratis. El evento de enero se celebró en Village FREEdge, una de las despensas a las que Food Rescue dona regularmente.

Sherina Jones, que puso en marcha Village FREEdge en 2020, se dio cuenta que muchas de las personas a las que daba de comer también necesitaban atención médica. Así que voluntarios de la Facultad de Medicina de la Universidad de Miami, dirigidos por el Dr. Armen Henderson, montaron una clínica al lado.

Los trabajadores sociales del equipo sin ánimo de lucro Dade County Street Response de Henderson empezaron a trabajar allí para ayudar a los visitantes a concertar citas de seguimiento con especialistas, poner en orden sus papeles de inmigración, contratar un seguro o incluso encontrar un lugar seguro para guardar su bicicleta durante una visita al hospital.’

Berlinda Dixon es gestora de casos en Dade County Street Response (DCSR). Cuando los pacientes acuden a la clínica junto al Village FREEdge, los ayuda a encontrar cosas como un pase de autobús para moverse por la ciudad, un refrigerador para guardar medicamentos perecederos o una tarjeta del Seguro Social para acceder a un seguro médico. Pedro Portal pportal@miamiherald.com Pedro Portal pportal@miamiherald.com Pedro Portal/pportal@miamiherald.com

“Esto es un salvavidas para nuestra comunidad”, dijo Earl Green Slade, de 75 años, quien empezó a visitar la despensa con regularidad en noviembre. “Agradezco lo que hacen. Sin ellos, no sé cómo comería algunos días”.

Desde el evento del mercado agrícola de enero, la despensa de alimentos y la clínica de salud de Village FREEdge, han sido desalojados de su edificio tras una disputa con el casero por problemas en el techo, notificaciones de estructura insegura y un año de alquiler retenido. Food Rescue US sigue haciendo donaciones a Village FREEdge en un local provisional.

Hacen falta más voluntarios

Aunque ya hay cientos de voluntarios y decenas de tiendas de comestibles, restaurantes, hoteles y lugares donde se celebran eventos que trabajan para evitar el desperdicio de alimentos, todavía hay mucha comida que se bota en todo el sur de la Florida.

Tras la Maratón de Miami del 29 de enero, por ejemplo, Bowen reunió a cinco voluntarios para recoger comidas no tocadas después de la carrera y que los corredores no recogieron tras cruzar la meta. No se trataba solo de plátanos y rebanadas de naranja: las comidas, servidas por la chef Nicole Miami, incluían opciones como pasta al pesto, hamburguesas de pavo y cereales. Los voluntarios recogieron todo lo que cabía en sus autos: 5,000 libras de alimentos, estima Bowen.

Pero no hubo suficientes voluntarios para recogerlo todo. Bowen dijo que probablemente dejaron otras 10,000 libras de comida. “Los camiones de basura estaban en fila detrás de nosotros para recoger todo lo que no pudimos llevarnos”, dijo Bowen.

Las personas interesadas en ser voluntarias pueden inscribirse en el el portal digital de Food Rescue US, capítulo del sur de la Florida. Las empresas interesadas en donar alimentos o las organizaciones sin fines de lucro interesadas en recibir donaciones pueden ponerse en contacto con Bowen por correo electrónico en ellen@foodrescue.us.

Este artículo está financiado por la Universidad Internacional de la Florida (FIU), la Fundación Knight y la David and Christina Martin Family Foundation en colaboración con Journalism Funding Partners. El Miami Herald mantiene el control editorial de todo el contenido.