Camelar, currar y dar lache: las palabras del caló en el español

Gitanos andaluces <a href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gitanos_andaluces.jpg" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Antonio Garrido Domínguez (2006). Viajeros del XIX cabalgan por la serranía de Ronda. Grabado basado en un dibujo de Francis William Topham;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Antonio Garrido Domínguez (2006). Viajeros del XIX cabalgan por la serranía de Ronda. Grabado basado en un dibujo de Francis William Topham</a>

El cantante onubense Pitingo, referente del género musical de la soulería, tomó su nombre de la lengua caló, en la que significa “presumido”. En su Romancero Gitano (1928), Federico García Lorca hablaba de Antoñito el Camborio como “moreno de verde luna”. Para nada esta expresión era gitana –pues no fue hasta 1982 cuando Ataúlfo Barroso Jiménez tradujo la obra del granadino más universal al caló (el Camborio sería “esperjamó e vardoríchintrí”)– ya que la obra se había traducido a todas las lenguas menos a la de los propios gitanos.

El caló (también conocido como calé, zincaló o romaní ibérico) es la lengua de los gitanos españoles y es el resultado de una situación de diglosia, mantenida a lo largo del tiempo, entre dos lenguas distintas, castellano y romaní. La diglosia, según el Diccionario del Centro Virtual del Instituto Cervantes es:

“Una situación social en la que una comunidad de habla utiliza dos variedades de una lengua (diglosia en sentido estricto) o dos lenguas distintas (diglosia en sentido amplio) en ámbitos y para funciones sociales diferentes”.

Vocabulario romaní, gramática española

El caló es la lengua hablada por el pueblo gitano o roma en España, Portugal e Hispanoamérica. Es una lengua pararromaní, es decir, no es propiamente un dialecto romaní, sino una lengua nueva fruto del contacto entre la lengua romaní y el castellano. Su léxico es generalmente romaní, mientras que la gramática (la fonología, la morfología y la sintaxis) proceden de la lengua mayoritaria, que es el castellano.

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Los primeros testimonios de la presencia de “egiptanos” en la Península ibérica se remontan a los inicios del siglo XV. El rey Alfonso V de Aragón y, posteriormente, el rey Juan II de Castilla otorgaron salvoconductos que permitían viajar por sus territorios a grupos de personas lideradas patriarcalmente.

Estos grupos aparecen en crónicas independientes de diversas regiones europeas entre 1415 y 1430, lo que permite “reconstruir una emigración desde los Balcanes que comienza en el siglo XIV y alcanzará Europa occidental en el siglo XV”.

Perseguidos y romantizados

Diferentes autoridades a lo largo de los tiempos buscaron erradicar ese idioma que parecía representar esa forma tan particular de los gitanos para llevar una vida en cierto modo independiente, diferente y resistente.

Sin embargo, esta lengua –y su imaginario– sedujo a románticos y tardorrománticos en el siglo XIX, que narraron sus aventuras reales o inventadas (por ejemplo, a través de la literatura del bandolerismo o literatura popular).

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Surgen además en el siglo XIX en diferentes países varios diccionarios y vocabularios que pretenden, con mayor o menor acierto, reproducir el caló, a pesar de las dificultades que esto entrañaba (no es una lengua uniforme ni inmutable a lo largo del tiempo o la distribución del pueblo gitano se da por todos los territorios, entre otros factores).

Una lengua en peligro de extinción

En la actualidad, el caló es, en España, una lengua en peligro de extinción, es decir, supone la pérdida real de patrimonio inmaterial.

En España, al no recogerse la etnia de las personas en los censos de población, es muy difícil cuantificar el número de habitantes gitanos. A partir de estudios sociológicos se calcula que viven unos 725 000 gitanos, alrededor del 1,57 % del total de la población española.

La pervivencia e interés por su lengua se mantiene, eso sí, no tanto en los hablantes sino en los diferentes estudios e investigaciones que de ella se han llevado a cabo tanto a nivel nacional como internacional por parte de estudiosos de diversas universidades.

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La Carta europea de las lenguas minoritarias o regionales del Consejo de Europa, que se aplica a las lenguas regionales o minoritarias que se hablan tradicionalmente en una o varias regiones de un Estado, considera el caló como una lengua no territorial y no oficial, y la protege como única lengua no territorial en España.

El caló en América y en España

En América, el caló también tiene su presencia, pues también hay gitanos hablantes del español, donde son frecuentes los gitanismos: “sandungueo” (gracia con que baila o anda una persona, en el español de Cuba); “chamullar/chamuyar” (hablarle a alguien con habilidad para lograr algo de él, en el español de Argentina); “gili” (persona cuyo comportamiento denota poca inteligencia, falta de viveza, ingenuidad, ridiculez, en el español de Colombia) o “chingar/chingarse” (no acertar, fracasar, frustrarse, fallar, en el español de Argentina y Chile).

En el caso de España, al igual que en el español de América, son frecuentes los gitanismos o el caló fundamentalmente en expresiones asociadas a lo coloquial o informal. Son muy variadas las expresiones que forman parte de nuestro día a día.

Algunas ya no se utilizan. Recordemos la expresión “chachi”, que utilizamos, incluso todavía, para calificar algo que es muy bueno o que nos gusta mucho y que no es más que el acortamiento del caloísmo “chachipén” con el significado de aprobación o verdad; o “nasti de plasti”, muy utilizada hace algunas décadas y que vendría a ser equivalente a un “no rotundo”. La palabra “nasti” es el adverbio de negación “no” del caló. Otras palabras, mucho más utilizadas y procedentes del caló serían chaval, cate, chalado, gilí o currar.

El caló en el cine y en la música

El lenguaje sirve también como marca caracterizadora de los personajes y muchas expresiones del caló se pueden encontrar en producciones del llamado “cine quinqui”, donde se asocia más al léxico marginal y las bandas sonoras de estas películas, con canciones de Los Chichos, Los Chunguitos, Los Calis o Rumba Tres.


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La música ha recogido y recoge bastantes palabras del caló. Lola Flores, en su éxito El Lerelé, canta:

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“Vengo del templo de Salomón, traigo las leyes del faraón, me manda Undivé”.

“Undivé” es Dios en caló. Recoge el testigo Rosalía, cuando en su Malamente afirma

“Aunque no esté bonita la noche, Undivé, voy a salir pa la calle”.

El “camelo” es un concepto fundamental dentro del vocabulario caló y así la Niña Pastori habla de “Tú me camelas, tú me camelas, me lo han dicho tus acais”. Camelar tiene el significado de “galantear” y los “acais” son los ojos. Ambas palabras son del caló.

Entre los jóvenes actuales se utiliza mucho la expresión “dar lache”, y “lache” es una palabra del caló que significa vergüenza. “Dar vergüenza” es lo que significa “dar lache”. Así lo canta La Húngara en Me da lache.

Pero quizá la palabra caló, caloísmo o gitanismo más utilizada sea “curro”, que significa “trabajo”. Investigadores contemporáneos opinan que la raíz con la que habría que relacionar el verbo es el romanó “kur”, de pegar o golpear, pero que en tiempos pretéritos se relacionaría con la acción del herrero que golpea el hierro con el martillo. De ahí vendría la asociación con la acción de trabajar, que es la que ha pasado hasta hoy.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Manuela Catalá Pérez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.