El cambio climático obliga a cambiar el calendario agrícola de comunidades andinas de Perú

Huancayo (Perú), 29 nov (EFE).- Lluvias que llegan con meses de retraso, granizadas que caen con fuerza cuando no es temporada y temperaturas altas durante varios meses perjudican a agricultores y ganaderos de las comunidades altoandinas peruanas, que, para salir adelante, se ven obligadas a cambiar su tradicional calendario agrícola y, por tanto, su cosmovisión.

"Definitivamente, el cambio climático está generando que los tipos de eventos por fenómeno climático cambien tan rápidamente que hace que los procesos de cultivo y el ganado también sufran cambios bruscos", explica a EFE el asesor nacional de gestión de riesgo de desastres y cambio climático de Save the Children en Perú, Luis Romero.

Desde campos de cultivo a 3.500 metros de altura en el departamento de Junín, en el centro de Perú, agricultores y ganaderos expresan su preocupación por la incertidumbre de la climatología que les hace mucho más daño de lo que pueda parecer a simple vista.

El año pasado, vecinos de la comunidad San José de Apata vivieron una sequía que disminuyó sus producciones de papa a la mitad y que ocasionó graves perjuicios a su precaria economía familiar.

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Romero relata que este distrito de Apata en 2022 estaba declarado en emergencia por lluvias intensas, como solía pasar habitualmente en esta época, pero 15 días después, cuando se estaba proyectando la respuesta humanitaria, hubo una declaratoria por sequía.

Otro ejemplo de estos cambios repentinos se vivió hace unos meses, cuando los pronósticos no preveían lluvias y las familias aprovecharon para fumigar.

Dos días después, cayó una tormenta inesperada que arrastró todo el insecticida que aún no había penetrado en la tierra.

Esta lluvia no solo causó una pérdida monetaria, sino que gran parte del cultivo acabó muriendo.

Repensar cosmovisión

"Ese tipo de cambios, tanto al agricultor como al ganadero, les lleva efectivamente a repensar y analizar de mejor manera el cambio climático y su afectación en sus medios de vida", comenta Romero al añadir que, desde Save the Children, trabajan para desarrollar un calendario con las comunidades para buscar entender cuáles son los nuevos procesos.

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Señaló que cambiar los tradicionales ritmos de estas comunidades con los que han funcionado siempre "es un reto", a lo que se suma el poco acceso a Internet e información en estas comunidades altoandinas.

"Es la forma en la cual aprendemos los seres humanos, funcionamos así, aprendemos algo a lo largo de nuestra vida, lo capitalizamos y lo ejecutamos de la misma manera. Ese proceso de cambio supone un acompañamiento, pero no tiene que ser de una información solamente externa y técnica, tiene que saber la construcción de las experiencias", explica.

Pero indica que "hay un factor a favor" y es el trabajo que pueden realizar con los niños en las escuelas y que van a hacer las mismas actividades que hacen sus padres, por lo que "el cambio transgeneracional de conceptos de acceso a la información es clave".

Describió que por esta razón trabajan programas vinculados a acciones anticipatorias con una mirada de cambio de generaciones, que significa transmitir a la infancia cómo son las dinámicas climáticas y cómo están enfrentando estos retos para que cuando pasen a ser adultos, puedan tomar decisiones basadas en estos conceptos.

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Soluciones

La directora de Descocentro, Asociación Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo Andino Amazónico, Ángela Dionisio, sostiene que cambiar el calendario es un mecanismo de adaptación en el que las familias tienen que registrar los cambios, acumular conocimiento y así modificar el momento de siembra o cosecha.

Aunque afirma que esto no es suficiente para que estos fenómenos dejen de afectar a las pequeñas comunidades campesinas, por ejemplo, el fortalecer semillas y suelos para que estos tengan más resistencia a los eventos meteorológicos extremos sería una herramienta importante.

Al igual que aprovechar al máximo los recursos hídricos, tanto de formas innovadoras a través de la tecnología, como recuperar formas tradicionales como la siembra y cosecha de agua y renovar las "qochas", sistemas de recargas de agua en microcuencas altoandinas.

"El trabajo en semillas, en biodiversidad, el manejo de los medios productivos en el suelo y en el agua y la incorporación de una innovación que sea adaptada a nuestros territorios", dice sobre la forma de ayudar a las familias.

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Coincide con Romero al añadir que los procesos de cambio deben ir acompañados no solo de información técnica y externa, sino también a la construcción de experiencias, fortalecimiento de las comunidades y que sean estas con ayudas de organizaciones y tecnología quienes impulsen acciones de anticipación.

Las agencias internacionales pronostican un fenómeno de El Niño entre moderado y grave para este año y quienes viven de la agricultura familiar son las más expuestas a estos cambios que el fenómeno agrava y les hace más vulnerables. Un impacto que ya temen en los Andes de Perú.

Paula Bayarte

(c) Agencia EFE