Cambiaron uno por otro. ¿Gigante cubano padecía de lesión, erró la estrategia o su rival era mejor?

Cada vez que surge un peso completo cubano en el panorama del boxeo profesional su primera meta es hacer historia. La isla nunca ha tenido un campeón en esa categoría y aunque varios han tratado, ninguno ha podido conquistar el cielo de la división.

Después de Luis “King Kong’’ Ortiz, Frank Sánchez era lo más cercano a esa gesta, pero por el momento el camino hacia la cima tendrá que tomar un desvío más largo, tras la derrota ante Agit Kabayel en la velada Ring of Fire de Arabia Saudita donde Oleksandr Usyk venció a Tyson Fury.

Mucho se ha criticado la actuación de Sánchez, a quien se le vio lento, incapaz de responder al fuego de un Kabayel que, sin tener ese poder devastador, desató un alto volumen de golpeo que fue minando al guantanamero hasta llegar al séptimo asalto.

Más allá de lo visto en el cuadrilátero, quien ha visto pelear a Sánchez desde sus inicios puede advertir que algo no estaba bien.

Kabayel es un boxeador talentoso y de corazón, pero resulta difícil aceptar que sea superior, por ejemplo, a Efe Ajagba.

El africano pega el doble de Kabayel y no es un bruto con guantes y, sin embargo, Sánchez lo llevó a la escuela con movimientos rápidos e inteligentes, y hasta le propinó un conteo de protección en lo que hasta hoy en día sigue siendo su mejor actuación..

Entonces, ¿qué sucedió aquí? ¿Acaso vimos el techo de Sánchez o Kabayel mejoró notablemente por encima de su rival? Lo cierto es que fue como cambiar a un peleador y colocar a otro.

Quizá el “Flash’’ sacrificó velocidad en aras de la masa muscular. Tal vez quiso potenciar la pegada en detrimento de la movilidad. Físicamente, se le vio más tonificado que nunca.

Si esta fue la estrategia se volvió en su contra, pero sospecho que aquí hay algo más.

Desde que Sánchez subió al ring se le veía con una protección sobre la rodilla derecha. Luego, ese constante mantenerse pegado a las cuerdas o refugiado en las esquinas era algo sencillamente que respondía más a un sentido de supervivencia que al trabajo castigador de Kabayel. Como si le costara mantenerse en pie.

Sánchez apenas respondía y parecía como si le faltara un punto de apoyo. Kabayel, como el tiburón que siente la gota de sangre en el agua, arreció sus ataques al darse cuenta de que no había munición para detenerle y si el cubano se quedó doblado en el séptimo round escuchando el conteo del árbitro hasta llegara a 10.

Un par de mensajes al equipo de Sánchez y al propio boxeador aún esperaban por respuesta pero aquí solo quedan tres direcciones para explicar lo sucedido: estaba lesionado de la rodilla, la musculatura extra fue un error garrafal o sencillamente Kabayel es mejor.

En cualquier caso vale le pena ir bajando los altos tonos en torno al final de Sánchez.

Con apenas 31 años, todavía puede ser considerado un infante en la división y con un equipo de trabajo tan potente le encontrarán caminos de redención, pero lo cierto es que ahora todo se complica y se demora más. Quién sabe cuándo se le presente otra oportunidad como esta.