Nada cambia. Trump sigue dominando en la contienda presidencial republicana | Opinión

Nadie le culparía si el debate del miércoles por la noche de las primarias presidenciales del Partido Republicano fue la primera vez que vio al gobernador Doug Burgum.

Según una encuesta reciente, el multimillonario convertido en jefe ejecutivo de Dakota del Norte es un desconocido para el 90% de los votantes, pero fue uno de los ocho candidatos que se enfrentaron durante dos horas en Milwaukee.

Si fue corriendo al baño durante el acto, es posible que no lo haya visto; en total, tuvo menos de ocho minutos de intervención.

El tiempo al aire es muy importante en estos actos. El tiempo que cada candidato consigue, ya sea por su habilidad o por infringir las normas, para causar una impresión (a veces la primera) en el público, se considera una medida importante del éxito. En los debates, menos nunca es más.

Los ataques directos o sutiles a los demás candidatos son otro barómetro del éxito para muchos observadores políticos.

En las 48 horas siguientes al debate, los titulares y los telediarios están dominados por las evaluaciones del enfrentamiento: ¿quiénes fueron los ganadores y los perdedores?

¿Quién salió con todo vigor y quién se contuvo?

¿Quién dijo las mejores frases y quién perdió más oportunidades?

¿Quién mantuvo la calma y quién la perdió?

Esas discusiones se prolongarán al aire y en internet durante días y, en la mayoría de los casos, pasarán por alto el asunto más importante: ¿Realmente importa todo esto?

El ex presidente Donald Trump consiguió proyectar su sombra sobre el escenario de Milwaukee.

Está liderando las encuestas a pasos agigantados, y de ninguna manera pudiera esperarse razonablemente que lo sucedido el miércoles por la noche revierta ese rumbo.

Sin duda, la ausencia de Trump en el acto fue un soplo de aire fresco.

Proporcionó espacio y oxígeno a candidatos como el emprendedor Vivek Ramaswamy, reconocido en gran medida como el sustituto de Trump, para desempeñar el papel de “forastero político” y explayarse poéticamente sobre su buena fe contra el establishment.

También brindó una gran oportunidad al ex vicepresidente de Trump, Mike Pence, para mostrar sus superiores habilidades en el debate.

Pence, quizás sorprendentemente, lideró la noche en términos de tiempo de intervención con la friolera de 12 minutos y medio.

Mientras tanto, Nikki Haley, ex gobernadora de Carolina del Sur y más recientemente embajadora de Trump ante Naciones Unidas, se hizo notar como la única mujer en el escenario, con agudas críticas a sus oponentes y a republicanos en el Congreso.

El ex gobernador de Nueva Jersey Chris Christie fue el autor de algunas de las frases más incendiarias de la noche, la mayoría de ellas dirigidas a Ramaswamy, como es habitual en él.

Fue un gran espectáculo, con notas ocasionales de brillantez política y varios fracasos retóricos. Pero aún así, es probable que nada de esto importe.

Ninguno de estos candidatos podrá alcanzar a Trump en las encuestas.

Antes del debate del miércoles, Trump tenía un promedio de más del 50% de apoyo en las encuestas de las primarias nacionales.

Sus diversos encausamientos criminales no han cambiado eso de manera significativa.

Su rival más cercano, el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, sigue estando decenas de puntos por detrás en todas las encuestas nacionales.

Un grupo de discusión previo al debate realizado por la encuestadora Kristen Soltis Anderson descubrió que solo tres de los 11 participantes tenían una opinión favorable de DeSantis.

Y aunque la actuación de DeSantis en el debate no ha sido en general ni estelar ni pésima, ni siquiera un repunte tras el debate (que es poco probable que consiga) le acercaría a Trump.

Esta es la realidad política en la que vivimos, por confusa que sea.

Sí, es pronto.

Faltan más de 14 meses para las elecciones presidenciales. Trump está bajo cuatro encausamientos activos, y el presidente Joe Biden tiene una salud cuestionable.

Pudiera pasar cualquier cosa.

Pero acontecimientos imprevistos aparte, el camino hacia las elecciones parece bastante recto y sombrío.

Probablemente no oigamos mucho más de varios de los candidatos en el escenario del miércoles por la noche. (Lo siento, gobernadores Burgum y Asa Hutchison).

Pero incluso para aquellos candidatos cuyas campañas se extenderán en los próximos meses, el debate de las primarias del Partido Republicano no importó mucho, si es que importó.

Y, mientras Trump mantenga su control sobre una porción clave del electorado republicano, los próximos debates probablemente tampoco importarán.

Cynthia Allen es una columnista para el Fort Worth- Star Telegram