California tiene “una policía del agua” y no es ninguna excentricidad
La costa oeste de Estados Unidos está atravesando una de las peores sequías de su historia. La excepcional sequía que se extendió desde 2011 a 2017 sigue siendo el periodo más seco desde que existen registros en California, pero los últimos años (desde 2020 hasta la actualidad) se están convirtiendo en un serio aspirante a batir los récords anteriores. Si tenemos en cuenta que los registros del estado californiano se remontan a 1840, con datos bien documentados durante más de siglo y medio, resulta preocupante y bastante revelador comprobar que las sequías más intensas se encuentran concentradas en la última década.
Los principales embalses están bajo mínimos y el MWD (Metropolitan Water District of Southern California) “se ha quedado sin el agua suficiente para satisfacer la demanda en algunas partes del sur del estado”. La situación es tan grave que las autoridades han impuesto medidas y restricciones inéditas para intentar reducir la demanda de agua durante los calurosos meses de verano. La limitación más importante recae en el riego que, desde junio, solo se permite una vez a la semana bajo normas muy detalladas y estrictas: Para los sistemas de aspersores estándar se limita el uso a un máximo de 8 minutos durante esos dos días, si se usa una manguera con rociador el tiempo máximo es de 15 minutos. El riego deberá ser por la tarde (por la mañana está prohibido desde las 09:00 hasta las 16:00) y los días en los que se permite regar se dividen según los números de las casas. Las direcciones impares pueden regar los lunes y viernes, mientras que las direcciones pares pueden regar los jueves y domingos. Las autoridades no descartan más restricciones y medidas si la situación no mejora en los próximos meses.
Pero llevar a cabo un paquete de medidas tan detallado y restrictivo no servirá de mucho si no se acompaña de un ejercicio de concienciación ciudadana, cambios importantes de comportamiento y, llegado el caso, de una estrecha vigilancia y control de que las medidas se están cumpliendo. Es aquí donde llega la que ya se conoce en el sur de California como “policía del agua”; un equipo de funcionarios que patrulla las calles en busca de infracciones, intentando educar, explicando la normativa… y, llegado el caso, imponiendo multas de entre 200 y 600 dólares.
"Cuando pensamos en la cantidad de agua que se usa en un entorno residencial, más del 50 por ciento en realidad se usa al aire libre”, explican en un reciente artículo de Phys.org done repasan el trabajo y las funciones de esta “water police”. "Realmente no estamos buscando su dinero con multas, eso no nos da más agua. Estamos tratando de lograr un cambio de comportamiento. Muchas veces no conocen la ordenanza y nuestro trabajo es también educar al ciudadano”.
En ese cambio de mentalidad también se incluye un cambio en el tipo de jardín al que California debería ir acostumbrándose. Los Ángeles es famoso por sus hileras de palmeras pero también se conoce tradicionalmente por “exuberantes y verdes jardines, mantenidos con rociadores automáticos”. El impacto ambiental de regar un césped, no solo en mitad de una severa sequía sino en un clima tan seco como el de California necesita además un giro radical en la manera en la que se entienden sus típicos “backyard”.
El plan también busca “inspirar a los vecinos y a la comunidad” apuntando hacia jardines nativos más tolerantes a la sequía, menos exigentes y que necesiten mucha menos agua. Se calcula que un césped convencional, en un suelo permeable, en la época de más calor y en ausencia de lluvia, necesita 10 litros de agua por m2 y día para mantenerlo verde… cantidades que empiezan a ser un lujo en el oeste de Estados Unidos. A cambio la recomendación incluye la introducción de “plantas autóctonas como el roble de California o flores que solo requieran unas pocas gotas de agua cada semana para crecer”.
Ante los escenarios climatológicos a los que nos enfrentamos en los próximos años y, sabiendo que incluso los modelos más favorables arrojan olas de calor y sequías intensas cada vez más frecuentes, deberíamos ir adaptándonos a las nuevas características de nuestro clima, incluyendo hábitos que hasta ahora considerábamos típicos y tradicionales.
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