La cadena humana multitudinaria contra Rusia formada por Estonia, Letonia y Lituania hace 34 años

Varias personas participan en la Cadena Báltica contra la ocupación de la URSS el 23 de agosto de 1989. (Foto: Ints Kalnins / Reuters).
Varias personas participan en la Cadena Báltica contra la ocupación de la URSS el 23 de agosto de 1989. (Foto: Ints Kalnins / Reuters).

La invasión de Ucrania por parte de Rusia tiene en máxima alerta a los países limítrofes con el estado presidido por Vladímir Putin. Dos históricamente neutrales como Finlandia y Suecia ya han solicitado su entrada en la OTAN.

Y es que cada vez más estados optan por mirar hacia el oeste y unirse a la Alianza Atlántica. Incluso los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, que formaron parte de la Unión Soviética (contra su voluntad) ya están adscritos a la OTAN, organización vista desde Moscú como una gran amenaza.

Precisamente estos tres países protagonizaron en 1989 un acto que marcó un hito en la desintegración de la URSS como gran potencia mundial junto a Estados Unidos que ha pasado a la historia como la Cadena Báltica.

Con la Guerra Fría todavía dando sus últimos coletazos y el presidente estadounidense Ronald Reagan asegurando que la paz con la URSS solo se alcanzaría gracias a la carrera armamentística más grande de la historia, los ciudadanos de Lituania, Letonia y Estonia demostraron al mundo que era posible hacerlo de manera pacífica.

Fue una protesta pacífica. (Foto: Kalju Suur / Focus / Universal Images Group / Getty Images).
Fue una protesta pacífica. (Foto: Kalju Suur / Focus / Universal Images Group / Getty Images).

Ocurrió el 23 de agosto de aquel 1989, justo cuando se cumplían 50 años de la firma del Pacto Ribbentrop-Mólotov, un tratado de no agresión entre la URSS y la Alemania nazi en el que Iósif Stalin y Adolf Hitler se repartieron de manera secreta los países de la Europa del Este. De esta forma, Estonia y Letonia pasaron a ser dominadas por los soviéticos y más tarde lo haría Lituania, tras un intercambio con Alemania por una zona de Polonia.

Coincidiendo con el 50 aniversario de aquel tratado, más de un millón de personas entrelazaron sus manos para formar una cadena humana que cruzaba de norte a sur Estonia, Letonia y Lituania exigiendo el fin de la invasión soviética. Medía 671 kilómetros, un récord que aún permanece en el Libro Guinness.

La Cadena Báltica tenía 671 kilómetros. (Foto: Ints Kalnins / Reuters).
La Cadena Báltica tenía 671 kilómetros. (Foto: Ints Kalnins / Reuters).

La convocatoria se hizo a través de emisoras de radio y de carteles colocados en las calles. Más y más gente se fue sumando hasta formar esa cadena de personas que se congregaron a las 7 horas de la tarde de aquella jornada.

Alrededor de la cadena que pedía cambios políticos y libertad ideológica se celebraron multitud de actos, todos ellos pacíficos, como exposiciones, conciertos o concursos de poesía. El evento principal se celebró en el centro de Riga, capital de Letonia, y contó con la presencia de los tres primeros ministros de los países bálticos: el estonio Jüri Ratas, el lituano Saulius Skvernelis y el letón Krisjanis Karins.

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La cadena fue una demostración de unidad de tres repúblicas con distintos idiomas, culturas y religiones, pero marcadas por una historia común. Las tres declararon su independencia en 1918 y fueron ocupadas primero en 1940 y, tras ser invadidas por los nazis, nuevamente en 1944 quedando bajo el control soviético.

Ni los propios habitantes de estos países eran conscientes del significado real de esa protesta. Cuando en 1985 el presidente soviético Mikahil Gorbachov inició una época de apertura, en estos estados tomó fuerza el deseo independentista, que se manifestó siempre de manera pacífica y a través de la cultura. La Cadena Báltica supuso el empuje definitivo y el proceso culminó con el reconocimiento internacional como independientes de Estonia, Letonia y Lituania en 1991. Unos meses después se produjo la desintegración total de la URSS.

La Cadena Báltica sirvió de inspiración para otras protestas. En febrero de 2004, más de un millón de taiwaneses unieron sus manos para manifestarse contra la amenaza militar china y en agosto de 2019, justo 30 años después de aquel hecho histórico, numerosos ciudadanos de Hong Kong también se dieron la mano para protestar contra China.

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