Células madre y bioingeniería para luchar contra la infertilidad

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Sandra y su marido Jorge llevan buscando tener un hijo durante muchos años, y no son los únicos.

La infertilidad es un desafío médico y emocional que afecta a millones de personas en el mundo. De hecho, se estima que entre el 10 % y el 15 % de las parejas tienen dificultades para concebir. En una proporción considerable de los casos, el problema radica en el endometrio, la capa más interna del útero, que juega un papel clave en la implantación del embrión y el desarrollo del embarazo.

Sandra, personaje ficticio, se enfrentará a la batalla de la infertilidad con terapias convencionales basadas en estrógenos u otras medicaciones que a veces no logran el resultado deseado. Pero cuando hablamos de batallas y personajes fantásticos, también podemos imaginar la medicina regenerativa como una herramienta mágica para cumplir el sueño más anhelado de muchos: formar una familia.

La medicina regenerativa es una rama emergente de la ciencia que utiliza los propios recursos naturales del cuerpo para reparar o reemplazar tejidos y órganos dañados. Podemos pensar en ella como una especie de “poción curativa” que ofrece, en la vida real, posibilidades inimaginables para combatir la infertilidad.

Entre sus opciones encontramos tres enfoques distintos: las células madre, las terapias acelulares y la bioingeniería.

Células madre: el ingrediente mágico para regenerar

Las células madre son el elemento clave en medicina regenerativa, capaces de dar lugar a distintos tipos de células según su destino terapéutico. Su uso en patologías uterinas, como el síndrome de Asherman o la atrofia endometrial, ha demostrado un alto potencial, mejorando la vascularización y aumentando las posibilidades de embarazo.

Imaginemos que las células madre funcionan como pequeños seres que, al migrar al útero, reconocen las zonas dañadas y desencadenan un proceso de reparación del tejido. Aunque este tipo de terapia aún se encuentra en etapas experimentales, los estudios preliminares nos muestran que esas células no solo son capaces de transformar el entorno dañado en un tejido saludable, restaurando las zonas críticas, sino que además pueden mejorar la funcionalidad endometrial durante un tiempo prolongado.

Terapias acelulares: el hechizo sin células

Para quienes prefieren una magia sutil y sin grandes transformaciones, las terapias acelulares se presentan como una opción atractiva. En lugar de emplear células, utilizan componentes liberados por ellas, como factores de crecimiento o exosomas, pequeños mensajeros que transportan señales y proteínas.

Esta alternativa menos invasiva ofrece varias ventajas: al no incluir células, reduce significativamente el riesgo de rechazo inmunológico y minimiza el peligro de proliferación descontrolada.

Y aquí entra en escena el plasma rico en plaquetas (PRP), que funciona como una especie de pócima curativa al concentrar factores de crecimiento obtenidos de las plaquetas del propio paciente. Generalmente, el PRP se extrae de forma autóloga por centrifugación; sin embargo, la sangre de cordón umbilical aparece como una fuente heteróloga más joven y prometedora, conocida por su abundancia en factores de alta calidad.

El PRP de cordón umbilical, en sus primeras etapas de vida, aporta un elixir que puede potenciar la regeneración del endometrio, reestableciendo su funcionalidad y mejorando las tasas de embarazo de manera efectiva en modelos preclínicos. Actualmente, este material biológico se está testando en pacientes con patologías endometriales, y los resultados son prometedores.

Bioingeniería: construyendo el castillo uterino

Por último, tenemos la bioingeniería, una disciplina que nos permite construir la estructura básica del tejido que necesitamos regenerar. Imaginemos esta técnica como la construcción de un castillo donde las células encuentran un espacio seguro para instalarse y comenzar su labor de restauración. Estos andamios no solo proporcionan soporte estructural, sino que también actúan como guías que ayudan a las células a reorganizarse y crear tejido funcional.

Para construir estos “castillos” se emplean materiales sintéticos como el polietilenglicol, polímeros naturales como el colágeno o el alginato o, con un toque más innovador, hidrogeles de matriz extracelular que derivan de los propios tejidos afectados, como el útero de cerda. Sí, ¡cerdos que donan indirectamente su matriz para la ciencia!

Estos hidrogeles, obtenidos tras la descelularización y procesamiento del tejido, van a mimetizar mejor el entorno nativo y pueden programarse para liberar poco a poco factores de crecimiento e incluso células, como si estuvieran lanzando sus conjuros de forma organizada. Así, la bioingeniería despliega su magia paso a paso, ayudando al útero a regenerarse.

Un mundo de posibilidades más allá de las patologías uterinas

La medicina regenerativa, con sus distintos hechizos, promete ir mucho más allá de la regeneración uterina. Las mismas estrategias que hoy se enfocan en reparar el endometrio podrían, en un futuro no muy lejano, ayudar también a tratar problemas en el ovario y mejorar la infertilidad masculina.

Y el potencial de esa magia no se queda solo en el ámbito reproductivo: ya se explora su aplicación en tejidos como el cardíaco, pancreático u oftálmico, abriendo un abanico de posibilidades para mejorar la salud en múltiples áreas.

Para quienes sueñan con formar una familia, esta ciencia abre una puerta de esperanza, demostrando que, con la ayuda de nuestro cuerpo, la ciencia y la innovación, estamos cada vez más cerca de hacerles cumplir su sueño. Como por arte de magia.


La idea de este artículo se basa en un hilo de X del autor de la tesis, Adolfo Rodríguez, que resultó premiado en el IV concurso #HiloTesis, organizado por RedDivulga de Crue y con la colaboración de la Fundación Ignacio Larramendi.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Adolfo Rodríguez Eguren, director de proyectos en IGLS, recibió fondos para la consecución de su tesis doctoral del Ministerio de Universidades español (FPU19/04850) y una beca Fulbright de EEUU-España.

Irene Cervelló Alcaraz, investigadora Miguel Servet del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe (IIS LA FE, CP19/00149), recibe fondos del ISCIII (Instituto de Salud Carlos III, PI17/01039, PI21/00305) Fondo Social Europeo «El FSE invierte en tu futuro», Generalitat Valenciana (PROMETEO/2018/137, CIPROM/2021/058) y pertenece a la Fundación IVI (Instituto Valencia no de Infertilidad) y el IIS La Fe.