Las cámaras de seguridad nos hacen sentir seguros, pero, ¿vale la pena que invadan nuestra privacidad?

Las cámaras que se conectan a internet como Ring de Amazon tienen un costo elevado cuando se trata de nuestra privacidad. (Derek Abella/The New York Times)
Las cámaras que se conectan a internet como Ring de Amazon tienen un costo elevado cuando se trata de nuestra privacidad. (Derek Abella/The New York Times)

Siempre me han fascinado las cámaras web que están pendientes de todo lo que se mueve. Cuando viví en un barrio nada lujoso en San Francisco hace algunos años, mi cámara atestiguó todo tipo de delincuencia urbana, desde espectáculos de pirotecnia aficionados hasta peleas callejeras. Después de que me mudé a los suburbios, mi cámara se convirtió en una documentalista natural de la fauna local, como el venado que devora mis rosales en el instante en que florecen.

Apenas ahora me obligué a mí mismo a sopesar los potenciales costos en materia de privacidad de estos aparatos de vigilancia aparentemente inofensivos contra los beneficios que obtenía de ellos… y decidí desconectar mi cámara.

Esto se debe a que San Francisco, desde hace mucho una capital del progresismo y un paraíso para los amantes de la tecnología, está a punto de comenzar un experimento de vigilancia en toda la ciudad que los expertos en privacidad advierten que podría sentar un precedente peligroso. Representa un momento importante en el que cualquiera que posea una cámara de seguridad, incluyendo dispositivos populares como Ring de Amazon y Nest Cam de Google, debe hacer una pausa para reflexionar y plantearse algunas preguntas vitales: ¿que obtenemos en realidad de estas cámaras? ¿Qué estamos perdiendo? ¿Lo que damos a cambio de los beneficios vale la pena?

Primero, permítanme explicar qué está pasando en San Francisco. Esta semana, la ciudad pondrá en marcha su nueva disposición sobre cámaras, la cual tiene como objetivo ayudar a la policía a investigar crímenes. La legislación, creada por la alcaldesa London Breed, concede a la policía el derecho a solicitar acceso a la señal en directo de las cámaras conectadas a internet que sean propiedad de particulares.

Antes, la policía podía pedirles grabaciones a los dueños de cámaras conectadas a internet o solicitar los datos a las compañías tecnológicas. La policía afirma que tener acceso a imágenes en directo les permitirá responder a crímenes que ocurren en tiempo real.

Después de más de una docena de entrevistas con expertos en privacidad, académicos, representantes de compañías tecnológicas y los autores de la legislación, he concluido que el impacto a corto plazo que tendrá esta disposición en la privacidad de los consumidores será mínimo debido a las limitantes en la tecnología. Sin embargo, las implicaciones de la relación cada vez más estrecha entre las corporaciones tecnológicas y las agencias gubernamentales deberían hacernos evaluar con seriedad cómo usamos nuestras cámaras (para que podamos proteger nuestra privacidad a largo plazo).

La disposición sobre las cámaras de San Francisco sirve como un importante lente a través del cual podemos examinar estas preguntas y el debate actual sobre la vigilancia.

Quienes propusieron el programa de cámaras aseguran que la meta es brindar más seguridad al público. Funcionarios del ayuntamiento citan ejemplos como el del distrito Western Addition de la ciudad, donde los tiroteos eran frecuentes en la década de los noventa, pero disminuyeron de manera notoria tras la instalación de cámaras propiedad de la ciudad a mediados de la década de los 2000. También señalan casos en los que las cámaras han contribuido a resolver delitos, como en San José, California, donde videos de vigilancia ayudaron a la policía a identificar a un grupo acusado de robar una pastelería en agosto.

Parisa Safarzadeh, la secretaria de prensa de la alcaldesa, comentó: “Esta es otra herramienta para abordar desafíos significativos de seguridad pública. Queremos que las personas que violan la ley rindan cuentas”.

Quienes se oponen a la disposición, como la Electronic Frontier Foundation, aseveran que investigaciones han mostrado que las cámaras tienen poco efecto en reducir la delincuencia. Un estudio de la Universidad de Nueva York descubrió que las cámaras instaladas en dos complejos de apartamentos de propietarios particulares en la ciudad de Nueva York no fueron efectivas para disuadir al crimen.

Matt Guariglia, un analista de políticas en la fundación, que protestó de manera pública contra la legislación antes de que la Junta de Supervisores de la ciudad la aprobara en una votación que terminó con 7 a favor y 4 en contra, comentó que la disposición de San Francisco representaba una amenaza para la privacidad de los consumidores. Precisó que, aunque la legislación requiere que la policía solicite el permiso de los propietarios de las cámaras antes de ver las imágenes en directo, la policía ya ha logrado obtener grabaciones de las cámaras Ring directamente de Amazon.

Una portavoz de Ring confirmó que la compañía proporcionaba datos de esta cámara a las fuerzas del orden cuando lo requerían a través de órdenes judiciales y que había brindado grabaciones a la policía en casos extremos, como secuestros, sin una orden judicial.

Es probable que la disposición de San Francisco no tenga un efecto inmediato en las cámaras de muchas personas. Esto debido a que los dispositivos más populares como Ring y Nest Cam carecen de una función de software que permita a un agente de la policía ingresar a una cámara para ver su señal en directo. (Según mis conversaciones con representantes del ayuntamiento, los autores de la legislación no estaban conscientes de esta limitante).

No queda claro si las compañías tecnológicas en algún momento incorporarán una función como esa. Amazon y Google indican que no tienen planes de hacerlo.

De forma más inmediata, el Departamento de Policía de San Francisco podrá solicitar acceso a imágenes en directo de las cámaras de algunos negocios.

No obstante, varios expertos en privacidad advierten que no se debe caer en la complacencia. Ahora que existe un lenguaje legislativo que permite a la policía solicitar acceso en directo a la tecnología de las cámaras, la preocupación es que la policía presionará a las empresas tecnológicas para que cooperen.

Guariglia manifestó: “Estas compañías están increíblemente ansiosas de trabajar con las fuerzas del orden y desarrollar funciones con las que les gustaría contar. Si el Departamento de Policía de San Francisco se presentará mañana en Amazon y preguntara a los representantes si les importaría crear una función de ‘compartir imágenes en directo’, no me sorprendería en lo más mínimo que Amazon accediera”.

Shoshana Zuboff, la autora de “The Age of Surveillance Capitalism” (“La era del capitalismo de la vigilancia”) advirtió que San Francisco había creado de manera voluntaria un entorno que fusionaba los poderes privado y gubernamental. Opinó que, con miras al futuro, mientras el gobierno dependa de las compañías tecnológicas, no habrá leyes para frenar esa recolección de datos.

Zuboff puntualizó: “Ese estado de fusión, ese será el día en que Estados Unidos se vuelva más como China”.

Así que, ¿dónde nos deja eso a nosotros, los dueños de cámaras? ¿Qué hacen las cámaras por nosotros y qué deberíamos hacer con ellas si hay inquietudes a largo plazo sobre la privacidad?

Revisar los datos ayuda. Una de las investigaciones más exhaustivas hasta la fecha sobre videovigilancia descubrió que la presencia de cámaras llevó a una reducción pequeña de la delincuencia. El estudio, liderado por un equipo de investigadores de la City University de Nueva York, así como las universidades Northeastern y Cambridge, fue una revisión sistémica de 40 años de los efectos de las redes de circuito cerrado de televisión en tendencias criminales en países como el Reino Unido y Corea del Sur. En general, los crímenes se redujeron un 13 por ciento en áreas con circuitos cerrados.

Según el estudio, las cámaras fueron efectivas para disuadir crímenes tales como robos de autos y robo a propiedad, pero no tuvieron un efecto significativo en los crímenes violentos.

Alana Saulnier, una profesora de Sociología y Criminóloga en Queen’s University en Kingston, Ontario, Canadá, sugirió verlo de esta manera: es más probable que una persona que se mete a robar a una casa esté consciente de una cámara de vigilancia que dos personas peleando afuera de un club nocturno.

Saulnier opinó: “Es probable que una cámara no disuada a alguien que no está pensando de forma racional, si están dispuestos a llegar a ese tipo de violencia desde un principio. Es por eso que puede ser útil en algunos contextos y menos en otros”.

Así que una cámara de seguridad puede ser una herramienta disuasoria útil si tu meta principal es evitar delitos en propiedad, como allanamientos y robos en pórticos. Sin embargo, si tu objetivo es mantenerte a salvo en un barrio donde se registran crímenes violentos, es probable que no ayude mucho. (No obstante, podría ayudar a la policía a investigar un crimen).

Chris Gilliard, profesor de una universidad comunitaria que ha criticado las tecnologías de vigilancia, mencionó que si te preocupa que la policía pueda obtener acceso a tu cámara sin tu permiso, hay formas de resolver esas inquietudes, como usar una cámara sin conexión a internet que guarde las grabaciones en un medio de almacenamiento físico o en una tarjeta de memoria en tu casa.

Gilliard manifestó: “Hay una gran diferencia entre ponerte a ti mismo y a tu comunidad en la web de Amazon y tener cámaras en las que tengas el control completo de las grabaciones”.

Además, puedes evitar usar cámaras para monitorear espacios en el interior como habitaciones y puedes deshabilitar sus micrófonos.

A mí me preocupa más la rapidez con que podría cambiar nuestra tecnología que el venado que se come mis flores. Conectaré mi cámara cuando esté fuera de casa durante periodos largos, como cuando me voy de vacaciones. Sin embargo, el resto del tiempo, permanecerá desconectada, colocada en el marco de mi ventana como disuasión visual para los piratas de pórticos, pero sin ofrecer a la policía un medio de espionaje.

© 2022 The New York Times Company