¿Son los buques de guerra rusos en La Habana un recuerdo de la crisis de los cohetes en Cuba? Eche un vistazo
La presencia de una flota militar rusa que pasó por el sur de la Florida y realiza maniobras militares a pocas millas de la costa evoca para algunos los 13 días de tensión en octubre de 1962, cuando la Unión Soviética situó armas nucleares en Cuba, justo a las puertas de Estados Unidos.
Lo que se conoció como la Crisis de los Misiles de Cuba fue lo más cerca que estuvo la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética de volverse caliente.
Cómo fue en 1962
Cómo fue la crisis
El acuerdo entre el primer ministro soviético, Nikita Kruschov el presidente cubano Fidel Castro en julio de 1962 para colocar misiles nucleares y bombarderos en la isla comunista fue una respuesta al fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos, respaldada por Estados Unidos, para derrocar a Castro 16 meses antes.
Estados Unidos se percató del armamentismo en septiembre de 1962, a raíz de unos vuelos rutinarios de vigilancia. El presidente John F. Kennedy advirtió a los soviéticos que la introducción de armas nucleares en Cuba era inaceptable.
A pesar de la proclama, el 14 de octubre de 1962, un avión espía U-2 fotografió sitios de misiles balísticos de alcance medio e intermedio en construcción.
Las imágenes fueron enviadas a la Casa Blanca, lo que provocó una respuesta inmediata de la administración de Kennedy, empezando por un bloqueo naval de Cuba, que el gobierno denominó “cuarentena” en un esfuerzo por no usar terminología bélica.
El mismo día que se ordenó el bloqueo, el 22 de octubre, Kennedy también envió una carta a Kruschov exigiendo que no se enviaran más armas nucleares a Cuba y que se desmantelaran y retiraran las armas existentes.
Mientras tanto, el presidente estaba tratando de frenar el creciente apetito entre algunos de sus asesores, incluido el Estado Mayor Conjunto, por ataques aéreos para eliminar las armas, y luego una invasión militar estadounidense de Cuba.
Pero mientras el presidente intentaba calmar entre bastidores la presión de esa facción a favor de un conflicto armado, esa noche salió en televisión para advertir públicamente a los soviéticos de que Estados Unidos estaba totalmente preparado para la guerra si la crisis se agravaba.
“Será política de esta nación considerar cualquier misil nuclear lanzado desde Cuba contra cualquier nación del hemisferio occidental como un ataque de la Unión Soviética contra Estados Unidos, que requerirá una respuesta total de represalia contra la Unión Soviética”.
La respuesta de Kruschov fue que el bloqueo era un “acto de agresión”, y ordenó que los barcos siguieran yendo a Cuba. La Marina estadounidense bloqueó algunos de los barcos, pero como no se descubrió que transportaran armas, se les permitió continuar. Algunos barcos soviéticos fueron disuadidos por el bloqueo y dieron media vuelta.
Sin embargo, las fotos de los vuelos de reconocimiento mostraron que los sitios de misiles estaban casi terminados y las fuerzas armadas de Estados Unidos fueron puestas en DEFCON 2, al borde de la guerra. Aunque Kennedy había intentado calmar las intenciones de sus asesores más belicistas durante la mayor parte de la crisis, el 26 de octubre dijo a su equipo que el uso de la fuerza era probablemente la única forma de sacar las armas de Cuba.
El final de la crisis
Esa noche, sin embargo, Kruschov envió un mensaje a Kennedy en que expresaba su esperanza de que se pudiera llegar a un acuerdo para evitar la guerra. Los soviéticos retirarían los misiles si Estados Unidos prometía no invadir Cuba.
“Si no hay intención de condenar al mundo a la catástrofe de una guerra termonuclear, entonces no solo relajemos las fuerzas que tiran de los extremos de la cuerda, tomemos medidas para desatar ese nudo. Estamos dispuestos a ello”, decía el mensaje de Kruschov.
Sin embargo, ese espíritu de distensión pareció durar solo esa noche. Al día siguiente, Kruschov no solo dijo que cualquier acuerdo debía incluir la retirada de los misiles nucleares de Turquía, sino que un avión espía U-2 fue derribado sobre Cuba, matando al mayor de la Fuerza Aérea Rudolf Anderson, la única baja estadounidense por fuego enemigo durante la crisis.
Ahora, cuando la guerra con los soviéticos parecía inminente, el procurador general Robert Kennedy se reunió con Anatoly Dobrinin, embajador soviético en Estados Unidos, y le dijo que Washington tenía la intención de retirar los misiles de Turquía antes de que estallara la crisis —y seguía planeando hacerlo—, pero que ese hecho no podía formar parte de ninguna resolución de la situación en Cuba.
Al día siguiente, Kruschov anunció públicamente que las armas nucleares en Cuba serían desmanteladas y retiradas.
La fuente de este artículo es la Oficina del Historiador del Departamento de Estado federal.