Boris Johnson logra un amplio triunfo que despeja el camino para sellar la salida de la UE

PARÍS.- El primer ministro británico, Boris Johnson ha obtenido un resultado aplastante en las elecciones que le dará una contundente mayoría en el nuevo Parlamento y le permitirá sacar al Reino Unido de la Unión Europea (UE) el 31 de enero próximo. Ese triunfo conservador, que es el más amplio desde la reelección de Margaret Thatcher en 1987, es, a su vez, la mayor derrota sufrida en décadas por el Partido Laborista, de Jeremy Corbyn.

Una vez más, las encuestas no lo habían previsto. Todas daban a Boris Johnson una estrecha ventaja sobre sus adversarios laboristas, pero los resultados han sido distintos: los conservadores han conseguido más de 360 escaños, más de 30 por encima de los necesarios para tener mayoría absoluta, con lo que se convirtió en una poderosa fuerza legislativa, capaz de llevar adelante todos los proyectos del actual jefe del gobierno.

Por el contrario, con apenas más de 200 escaños, la oposición laborista habría realizado su peor elección desde 1992. Si esas cifras se confirman, significarán el fin del liderazgo de Jeremy Corbyn, cuyo partido parece haber perdido, incluso, sus tradicionales circunscripciones del norte del país y los midlands (centro).

Los electores hicieron ayer estallar los sueños socialistas de Corbyn. Sus resultados fueron peores que los obtenidos por su héroe en política, Michael Foot, célebre por haber sido derrotado por un tsunami conservador llamado Thatcher en 1983, cuando Foot obtuvo 209 diputados.

El Reino Unido, fuera de la UE, por tanto, ocupará en pocos meses un sitio diferente en el mundo.

Los liberales demócratas han obtenido 11 bancas (-1). Mientras que, con 48 bancas, el Partido Nacional Escocés (SNP) aumenta sensiblemente su dominación en Escocia, prácticamente neutralizando allí a los conservadores.

Los pequeños partidos parecen haber mantenido su caudal: los Verdes, una banca, y los galeses de Plaid Cymru, tres. El xenófobo de ultraderecha Brexit Party, por su lado, habría quedado fuera del Parlamento, sin ningún diputado en la cámara.

Seis semanas después de que un reticente parlamento autorizó finalmente a Johnson la organización de las elecciones generales que solicitaba con insistencia, Gran Bretaña acudió ayer masivamente a las urnas en unos comicios calificados por todos como los más importantes en una generación.

Poco antes del cierre de las oficinas de voto, casi todas las circunscripciones del país habían registrado la mayor asistencia en años, haciendo temer a los partidarios del Brexit un eventual "terremoto de jóvenes remainers (pro-Europa)" capaz de hacer descarrilar los intentos de abandonar el bloque. El voto juvenil fue, en efecto, uno de los interrogantes de estos comicios, después de que más de un millón de ellos se inscribieron en las listas electorales después del referendo de junio de 2016.

Después de una campaña dominada por el Brexit y por el decadente sistema de salud pública (NHS) británico, los electores esperaron pacientemente para entrar en los centenares de oficinas de votación diseminadas a lo largo y ancho del país para elegir un nuevo gobierno por tercera vez en cinco años. Y si bien las últimas encuestas acordaban una modesta ventaja al actual primer ministro conservador, todos los institutos de sondeo insistieron a lo largo del día en la seria dificultad de predecir los resultados, sobre todo cuando las previsiones tanto en 2015 como en 2017 resultaron equivocadas.

Una última encuesta publicada ayer por el instituto Ipsos Mori para el vespertino London Evening Standard había dado al Partido Conservador una ventaja de apenas 11 bancas sobre el laborismo, aunque uno de cada cuatro interrogados advirtió que podría cambiar de opinión a último momento. Las proyecciones de boca de urna parecen haber confirmado ese cambio.

En un país donde el voto no es obligatorio, muchos temieron que las bajas temperaturas y las lluvias anunciadas para la primera votación en diciembre en casi un siglo convencieran a la gente de quedarse en su casa. No fue así y la participación parece haber sido multitudinaria.

A pesar de haberse visto confrontado a una dura campaña laborista para derrotarlo en su propia circunscripción de Uxbridge, Johnson fue el primer jefe de gobierno en muchos años que no votó por sí mismo: escogió, por el contrario, votar cerca de Downing Street, en una de las oficinas de la City of London and Westminster. Sin su compañera, Carrie Symonds, en el día más importante de su carrera política, el primer ministro gratificó a su perro Dilyn con un sonoro beso después de depositar su voto en la urna.

Su principal adversario, Corbyn, fue acogido por numerosos simpatizantes (y por una sola manifestante) cuando él y su mujer, Laura Álvarez, llegaron a votar a su circunscripción londinense de Islington norte. Las imágenes difundidas por televisión mostraron a una mujer vestida como Elmo, el personaje de Sésamo Street, forcejeando con policías y custodios que intentaban impedirle el paso antes de que Corbyn interviniera para calmar la situación.

Apenas conocidas las primeras proyecciones, la libra esterlina ganó 3% frente al dólar, mientras los mercados mostraron señales de satisfacción ante la perspectiva de visibilidad con respecto al Brexit y la desaparición de la amenaza de un gobierno laborista antibusiness.

Luego de las elecciones de ayer, Johnson presentará un nuevo proyecto de Brexit al Parlamento, donde ahora los conservadores tendrán una mayoría más amplia, con al menos 50 bancas más, y más oxígeno político para el premier. El objetivo es completar el Brexit el 31 de enero.

En caso de que el Parlamento siga sin aprobar el acuerdo de salida de la Unión Europea, Johnson prometió que su país está dispuesto de todas maneras a abandonar la alianza en la fecha límite del 31 de enero de 2020.