A bordo del portaviones estadounidense que combate a los hutíes en el mar Rojo

Un par de aviones de combate F/A-18E Super Hornet de la Marina estadounidense sobrevuelan el portaviones USS Dwight D. Eisenhower durante operaciones contra objetivos hutíes en el mar Rojo, el 20 de febrero de 2024. (Kenny Holston/The New York Times)
Un par de aviones de combate F/A-18E Super Hornet de la Marina estadounidense sobrevuelan el portaviones USS Dwight D. Eisenhower durante operaciones contra objetivos hutíes en el mar Rojo, el 20 de febrero de 2024. (Kenny Holston/The New York Times)

Casi todas las noches, es la misma rutina. Llega una llamada que advierte que lanzadores móviles de misiles han aparecido en algún lugar de Yemen cerca de la costa y se están preparando para disparar.

Excepto que, a bordo del portaviones Dwight D. Eisenhower, esta no es una práctica de rutina.

Durante dos meses, los 5000 marinos y pilotos a bordo han realizado una tarea casi todos los días y todas las noches: detectar y destruir armas en sitios de almacenamiento, sistemas de misiles, sistemas de defensa aérea, radares y lanzadores de misiles antes de que las milicias hutíes usen el armamento para encontrar y destruir embarcaciones comerciales en el mar Rojo.

En el Eisenhower, los pilotos de combate son solo un porcentaje diminuto de toda la tripulación, la cual desempeña un papel vital de apoyo.

En una entrevista, Christopher Hill, capitán y oficial al mando del Eisenhower, declaró: “La misión no podría suceder sin ellos. Pero todos a bordo trabajan para apoyarlos”.

La noche de un martes reciente, fue la misma rutina. Siete lanzadores de misiles hutíes aparecieron a lo largo de la costa yemení.

Una oficial de la Marina estadounidense lleva a cabo sus deberes desde el puente del USS Philippine Sea, un crucero lanzamisiles, durante las operaciones con el USS Dwight D. Eisenhower contra objetivos hutíes en el mar Rojo, el 21 de febrero de 2024. (Kenny Holston/The New York Times)
Una oficial de la Marina estadounidense lleva a cabo sus deberes desde el puente del USS Philippine Sea, un crucero lanzamisiles, durante las operaciones con el USS Dwight D. Eisenhower contra objetivos hutíes en el mar Rojo, el 21 de febrero de 2024. (Kenny Holston/The New York Times)

A bordo del Eisenhower, el crucero lanzamisiles Philippine Sea y otros navíos de guerra de la Marina de Estados Unidos desplegados para contrarrestar la amenaza hutí, era otra noche ajetreada. Primero, los miembros del servicio estadounidense, quienes están a cargo del Comando Central de Estados Unidos para esta misión, efectuaron cuatro “ataques en defensa propia” (léxico del Pentágono que significa dispararles a los lanzadores de misiles antes de que se desplieguen).

Entre la medianoche y las 6:45 a. m., las fuerzas también derribaron un dron suicida, conocido como sistema aéreo no tripulado (UAS, por su sigla en inglés).

Posteriormente, mediante un comunicado, el Comando Central mencionó: “Estas acciones protegerán la libertad de navegación y harán más seguras las aguas internacionales y más inexpugnables para la Marina de Estados Unidos y las embarcaciones comerciales”.

Los comunicados que el Comando Central difunde casi todos los días rara vez captan la atmósfera colorida y la coreografía meticulosa a bordo del Eisenhower y otros buques de guerra. La cubierta de vuelo de un portaviones es uno de los lugares de trabajo más intensos del mundo.

Además, hay que tomar en consideración que la pista de aterrizaje es muy corta. Con una extensión de solo 91 metros, es una pequeña fracción de la longitud de una pista para aerolíneas comerciales, que miden entre 2400 y 4000 metros.

Al despegar, los pilotos necesitan algo de ayuda para elevarse. Debido a que la cubierta de vuelo en un portaviones es mucho más corta que una pista de aterrizaje en tierra, los portaviones de este tipo dependen de catapultas a vapor para lanzar a los aviones al aire en un tiempo extremadamente corto.

Aterrizar es aún más difícil. El piloto tiene que alinearse con la pista, bajar el gancho de parada y llegar en el ángulo adecuado, con fracciones de segundos para atrapar uno de cuatro cables de frenado.

Cuando las llantas del tren de aterrizaje tocan la cubierta, el piloto lleva la aeronave a su potencia máxima, en caso de que el gancho de parada no haya atrapado el cable y el avión tenga que despegar de nuevo.

El Eisenhower se desplegó desde octubre. Cinco meses sin descanso. Las operaciones se realizan las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Es el mismo ciclo: se cargan municiones a los aviones, los aviones despegan y regresan vacíos.

Cuando se les preguntó cómo lidian con el estrés y la presión de la labor incesante, un marino dijo en broma: “El trauma nos une”.

Funcionarios del Pentágono afirmaron que los hutíes lograron mantener lejos a Arabia Saudita durante ocho años. Sin embargo, el Ejército de Estados Unidos no es Arabia Saudita.

Aun así, los hutíes resisten y continúan atacando embarcaciones comerciales en el mar Rojo, afirman que es en solidaridad con los palestinos en la Franja de Gaza que son bombardeados por los israelíes.

Un suboficial jefe indicó que el Ejército entiende que los hutíes no se darán por vencidos. La Marina solicitó que no se usara el nombre del marino.

c.2024 The New York Times Company