Boehner llama a Cruz “Lucifer encarnado”

Uno de los más brutales ataques declarativos que se han registrado en tiempos recientes en el proceso electoral del Partido Republicano lo ha hecho un personaje que, ante el fragor de la contienda y de las presiones, había optado por hacerse a un lado. Pero ha retornado con todo y golpeando severamente al precandidato republicano Ted Cruz.

Y no ha sido Donald Trump, quien ha atacado anteriormente con fuerza a Cruz pero actualmente habría comenzado su evolución, o domesticación, para tratar de congraciarse con el ‘establishment’ republicano.

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El republicano John Boehner, expresidente de la Cámara de Representantes. (AP)

Ha sido John Boehner, expresidente de la Cámara de Representantes y por años una figura clave del Partido Republicano y de su oposición frontal a la administración de Barack Obama, quien dijo con contundencia que Cruz, senador y precandidato presidencial republicano, es “Lucifer encarnado” y que él, que a lo largo de su carrera política ha trabajado tanto con republicanos como con demócratas, nunca lo hizo con alguien “tan miserable hijo de perra” como Cruz.

La rudeza del golpe es notoria y se da justo cuando la campaña primaria, en la que Donald Trump domina y está cerca de ganar los delegados suficientes para hacerse con la candidatura, tiene a Cruz urgido de ganar en Indiana y ampliando su baraja con la selección, muy temprana pero un riesgo necesario, de Carly Fiorina como su opción para la vicepresidencia en el caso de que él resultase el nominado y un apoyo para ampliar su atractivo ante el electorado conservador.

Boehner emitió esas candentes expresiones sobre Cruz en una conversación en la Universidad de Stanford, publicada en su periódico The Stanford Daily, y añadió como contexto y diferenciación que él y Trump son desde hace años “amigos de texteo” (es decir, se escriben mensajes a través del celular) y que también mantiene una amistad con el otro aspirante republicano, John Kasich.

A Cruz, en cambio, parece que lo odia.

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Ted Cruz, senador y precandidato presidencial republicano. (AP)

¿Por qué un Boehner retirado de la política arremetió con tanto fuego contra Cruz? Aunque Boehner no lo clarificó, es claro que la empedernida oposición de Cruz en el Senado al liderazgo de su partido, su intromisión en el trabajo de la Cámara y el bloqueo que él emprendió del trabajo legislativo al grado de forzar un cierre parcial del gobierno lo enemistaron hondamente con el ‘establishment’ republicano.

Y añadiría a ese malestar el hecho de que Cruz en su momento apoyó a candidatos contestatarios que retaron a congresistas republicanos para quitarles sus escaños e incluso celebró en 2014 la derrota en la elección primaria de Eric Cantor, que era el #2 en la Cámara después de Boehner, a manos de un ‘outsider’ ultraconservador.

Y, ciertamente, Boehner habría atacado a Cruz de ese modo porque, al estar al margen de la política, no tendría nada que perder y, en cambio, puede con ello cobrar cierta revancha. De pasada, Boehner dijo en Stanford que votaría por Trump si él resulta el candidato republicano, pero no lo haría por Cruz; que Hillary Clinton será la nominada demócrata, aunque calificó a Bernie Sanders de ser el más honesto de los que compiten por la candidatura presidencial; e incluso especuló que el vicepresidente Joe Biden podría saltar como una opción si el caso del servidor de email privado de Clinton escalara judicialmente y frenara su camino a la candidatura.

Cruz, ciertamente, no se quedó callado y formuló en Twitter, llevando agua a su molino, la pregunta de quién se plantará firme ante Washington (es decir, los políticos tradicionales), Trump que se envía textos y juega golf con Boehner o Fiorina y él.

Lo cierto es que en una contienda en que los ataques han sido crudos y frecuentes, no es claro qué tanto impacto tendrán los dichos de Boehner en el intento de Cruz de impedir que Trump logre la mayoría de delegados durante el proceso primario, una misión que en sí es incierta.

Pero sí es una muestra más de la profunda ruptura que existe dentro del Partido Republicano y un atisbo ominoso de la selva, o el infierno político, en que podría convertirse la Convención Republicana en el caso, aún muy posible, de que ningún candidato llegue a ella con una mayoría de delegados.

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