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Las complicidades que permitieron la gran fuga de dos asesinos en Nueva York

El escape de los reos Richard Matt y David Sweat de la prisión de alta seguridad Clinton Correctional Facility en el estado de Nueva York causó consternación y fascinación, tanto porque los fugitivos eran peligrosos asesinos que podrían en cualquier momento volver a cometer crímenes como porque el simple hecho de su fuga, y los detalles cuasi cinematográficos que en un principio se dieron a conocer, generaron sospechas sobre una posible cadena de complicidades y negligencias dentro del penal que hicieron la huida posible.

Por semanas, una búsqueda frenética tuvo lugar en el país y Matt y Sweat se convirtieron en los fugitivos más buscados. La posibilidad de que huyeran al extranjero y su rastro se diluyera fue un especial acicate durante las pesquisas, que al final se saldaron hace unos días con la muerte de Matt en un choque con la policía y la captura de Sweat.

David Sweat y Richard Matt, reos que huyeron de un penal de alta seguridad en Nueva York. (AP)
David Sweat y Richard Matt, reos que huyeron de un penal de alta seguridad en Nueva York. (AP)

Pero la pregunta que permanece, y que aún debe esclarecerse a fondo, es cómo lograron los fugitivos escapar y quiénes al interior de la cárcel colaboraron en ello. La imaginativa secuencia de hechos en los que los reos perforaron una pared y una gran tubería interior para por ella salir del penal es ciertamente sorprendente pero no sería toda la historia.

Así, las investigaciones han comenzado a poner luz sobre algunos de los misterios de la fuga, según relata la televisora CNN, y señalarían hacia la posibilidad de la existencia de una amplia red de complicidades, corrupción y tráfico de drogas dentro de esa cárcel. El escape de Matt y Sweat no habría sido un hecho aislado o producto de la pura imaginación de dos reos, sino que se habría gestado dentro de ese entorno.

El FBI investiga, de acuerdo a CNN, y varios empleados de la prisión habrían revelado que allí existía un consumo de heroína entre los reos con la presunta participación de algunos empleados en ello. También se ha revelado que Matt y Sweat gozaban de amplias libertades dentro de la cárcel y se indaga si ello tiene que ver con su participación en el tráfico de drogas y con una posible actividad al respecto con guardias del penal. También se sospecha que algunas de las fallas de seguridad que hicieron posible la fuga podrían haber sido premeditadas.

Y aunque aún no se han divulgado a profundidad los detalles sobre la presunta red de tráfico de drogas en la Clinton Correctional Facility, no se trataría de algo inusitado, si bien es una situación intolerable y escandalosa. Al otro extremo del país, en California, se ha identificado que casi un cuarto de todos los internos en cárceles estatales consumieron una o más drogas el año pasado de acuerdo a una investigación oficial, según información reproducida por la televisora CBS en Los Ángeles. Y para que exista ese consumo debe existir una organización que haga posible el flujo de drogas hasta los consumidores dentro de las cárceles.

David Sweat tras ser herido y capturado por la policía cerca de la frontera con Canadá. (AP)
David Sweat tras ser herido y capturado por la policía cerca de la frontera con Canadá. (AP)

Situaciones así se dan, en diversos grados, en múltiples estados y prisiones. Un ejemplo peculiar y estridente es el revelado a finales de 2014 por la televisora WSMV: en una cárcel de Tennessee más de 100 presos que operaban directamente cuentas de Facebook vía dispositivos ingresados de contrabando publicaron videos y fotos donde se les muestra en posesión de drogas y gran cantidad de dinero en efectivo y realizando fiestas.

En el caso de la fuga en la Clinton Correctional Facility, las complicidades habrían sido claves. Sweat habría revelado a las autoridades, tras su captura, que él y Matt incluso hicieron un ensayo de su huida la noche anterior al escape real, de acuerdo a CNN. Ellos recorrieron los túneles subterráneos e incluso eligieron el agujero por el que saldrían al exterior, rechazando uno por no estar suficientemente aislado. Ni en esa ocasión ni la noche de su fuga real fueron detenidos por los guardias.

Por lo pronto, tres miembros del equipo ejecutivo y nueve guardias de la prisión están de baja temporal mientras se desarrollan las investigaciones.

Y si bien no son claras aún, o no se han dado a conocer, las peculiaridades del presunto tráfico de drogas que existiría dentro de esa prisión y en el que Matt y Sweat podrían haber estado implicados, las autoridades han enfocado también sus pesquisas en las al parecer “amistosas” relaciones que ambos convictos tenían con guardias de seguridad, pues de algún modo éstos habrían provisto a los reos información que les ayudó a planear y ejecutar el escape. Ya se han realizado acusaciones contra dos empleados de la prisión: Joyce Mitchell está acusada de introducir de contrabando herramientas a los reos para su fuga y Gene Palmer de haberlas colocado en un lugar donde Matt y Sweat pudieron tomarlas.

Además, indicó CNN, un área especial de la cárcel, donde algunos reos (Matt y Sweat entre ellos) gozaban de condiciones privilegiadas, fue cerrada tras la fuga.

Joyce Mitchell, acusada de ayudar a Richard Matt y David Sweat a escapar de prisión. (AP)
Joyce Mitchell, acusada de ayudar a Richard Matt y David Sweat a escapar de prisión. (AP)

Los fugados planeaban inicialmente escapar a México, pero complicaciones los forzaron, en su lugar, a tratar de llegar a Canadá. Pero tras semanas de frenética huida, las autoridades finalmente dieron con ellos en el norte del estado de Nueva York, cerca de la frontera canadiense, y en incidentes separados Matt cayó abatido por la policía el 26 de junio y Sweat resultó herido y capturado el 28 de ese mes.

La fuga más espectacular en mucho tiempo llegó así a su fin, pero hay mucho aún que esclarecer, corregir y sancionar en las circunstancias y las complicidades que permitieron esa huida. Circunstancias que, por lo demás, no serían únicas de la Clinton Correctional Facility sino que son lacras que se experimentan en muchas prisiones en todo el país.