El silencio cómplice de Trump ante comentarios insultantes contra Obama y los musulmanes

Trump al escuchar una pregunta antimusulmana en un evento de campaña. (AP)
Trump al escuchar una pregunta antimusulmana en un evento de campaña. (AP)

A veces, Donald Trump no requiere lanzar directamente epítetos y afirmaciones estridentes u ofensivas –lo que hace con frecuencia- para desplegar una actitud agresiva hacia un individuo o sobre un tema. Para ello en ocasiones le basta, curiosamente, otra de sus peculiaridades retóricas: hablar generalidades sin sustancia para atraer la atención sin comprometerse a nada específico e, incluso, recurrir simplemente al silencio, a dejar pasar en su presencia las elucubraciones de otros.

Así se percibe su actitud cuando, el pasado 17 de septiembre, durante una reunión comunitaria con simpatizantes republicanos en New Hampshire, la primera pregunta del público que se le hizo a Trump fue equívoca, de tono antimusulmán, paranoica y frontal contra el presidente Barack Obama.

De acuerdo a The New York Times, en ese evento un hombre le planteó a Trump que "tenemos un problema en este país. Se llama los musulmanes. Nuestro actual presidente es uno de ellos. Usted sabe que él ni siquiera es estadounidense".

Trump miraba y asentía con la cabeza a lo que el hombre decía, e incluso dijo a la audiencia entre risas  que "necesitamos esta primera pregunta".

El hombre continúo diciendo que “nosotros tenemos campos de entrenamiento creciendo donde ellos quieren matarnos. Esa es mi pregunta: ¿cuándo podremos deshacernos de ellos?”.

La pregunta, además de mentirosa –el presidente Obama no es musulmán, sino cristiano y nacido en Hawái, Estados Unidos– implica un peligroso llamado a la xenofobia y a la persecución por motivos religiosos. Además, tiene su considerable carga de teoría conspirativa con su dicho, sin prueba ni sustento, de que en el país existen campos de entrenamiento en el que musulmanes se preparan para matar estadounidenses. Esa intervención fue un completo ejemplo de paranoia, xenofobia e ignorancia.

Pero Trump, que no se ha caracterizado durante esta campaña por su precisión y su manejo de datos y hechos, respondió de modo oblicuo y no corrigió las afirmaciones del individuo, que sería lo que se espera de un candidato en una contienda electoral dura y cáustica, pero que aún así debe mantenerse dentro de los límites de la civilidad. Al estrépito del autor del comentario sobre Obama y los musulmanes, Trump solo respondió que "mucha gente está diciendo eso, mucha gente está diciendo que cosas males están pasando… Estaremos atentos a eso y a muchas otras diferentes cosas".

Con ello, Trump no solo no corrigió al hombre su errónea afirmación de que Obama era musulmán, sino que sugirió que pondrá atención en la suposición de los campos de entrenamiento musulmanes y de la posibilidad de deshacerse de ellos.En contraste, los medios han citado frecuentemente la caballerosa respuesta de John McCain en 2008, cuando era el candidato presidencial republicano y una mujer le dijo en una reunión comunitaria en Minnesota “no puedo confiar en Obama… Él es un árabe”, según relató  The New York Times. McCain rechazó esos dichos de inmediato y le respondió: “No señora, él es un hombre de familia decente, un ciudadano con quien tengo desacuerdos en asuntos fundamentales. Y de eso se trata esta campaña”.

En cambio Trump dejó pasar la versión del Obama musulmán y extranjero (que por cierto el propio Trump atizó en años pasados cuando retó al presidente a mostrar su acta de nacimiento estadounidense) y con ello mantuvo vivo todo el equívoco, que tiene su carga dolosa.

Lo cierto es que las dudas o falsas suposiciones sobre la religión o la ‘extranjeridad’ de Obama no son cosa de unos cuantos recalcitrantes, sino que son ideas presentes en las cabezas de multitud de estadounidenses. De acuerdo a una encuesta reciente de CNN, el 20% de los encuestados cree que Obama nació fuera de Estados Unidos y el 9% considera que hay “pruebas sólidas de ello”.

Y en la cuestión religiosa la situación es aún más extensa: 29% de los encuestados creen que Obama es musulmán, y eso lo cree el 43% de los republicanos que participaron en ese estudio. Además, 39% cree que el presidente es protestante (lo que es correcto), 4% católico, 2% mormón, 1% judío y 1% alguna otra cosa. Inclusive, 11% piensa que simplemente el presidente no es religioso y el 14% confiesa, al menos, no tener idea.

Las críticas le llegaron al magnate incluso de las propias filas republicanas. Por ejemplo, como lo difundió la televisora NBC, el senador y precandidato republicano Lindsey Graham –quien ha prometido combatir frontalmente el integrismo islámico- dijo que Trump debería disculparse por no haber corregido al hombre que dijo que Obama era musulmán y que no era ciudadano estadounidense. Otro aspirante y rival de Trump, el  gobernador de New Jersey Chris Christie, dijo a su vez, que él “no habría permitido tal cosa”, de lo que uno infiere que Christie habría tenido, de estar en los zapatos de Trump, una actitud como la de McCain.

Y el hecho no es ofensivo solo por el componente que le toca a Obama, sino sobre todo porque caracteriza a los musulmanes como un peligro en general, porque sataniza a toda una comunidad que, en Estados Unidos, está compuesta de varios millones de personas. Algo similar, por omisión en este caso, a las calumnias que Trump lanzó contra la comunidad mexicana cuando clamó que la mayoría de ellos eran violadores, criminales y traficantes de droga.

En ese sentido, Hillary Clinton criticó a Trump por haber tolerado “falsas afirmaciones” sobre el presidente y “retórica del odio sobre los musulmanes”.

La campaña de Trump, por su parte, se mantuvo obstinada y reviró en un comunicado que “el gran asunto aquí es que Obama está librando una guerra contra los cristianos en este país. Los cristianos necesitan apoyo en este país. La libertad religiosa está en juego”, según reveló el Times.

No es claro a qué guerra se refiere, pero ciertamente esa respuesta no contribuye a mantener la civilidad durante las campañas y continúa con el juego de invocar el miedo, el odio y la confrontación.

El vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, reaccionó ante la actitud de Trump y señaló que no había sorpresa en lo que se dijo en ese acto de campaña de Trump, pues, según el periódico Washington Times "la gente que postula esas visiones ofensivas son parte de la base de militantes de Trump" y que el Partido Republicano le da la bienvenida a esa retórica divisiva como cuando bloquearon la reforma de inmigración y se opusieron a reautorizar la Ley de Derecho al Voto.

Cada quien lleva el agua, y a los votantes, a su molino.