La epidemia de sobredosis de heroína que agobia a Estados Unidos
Cada día, más de 100 personas en promedio mueren en el país por sobredosis de drogas, legales o ilegales. Los Institutos Nacionales de Salud contabilizaron, por ejemplo, 37,524 muertes en 2013 por sobredosis de un conjunto específico de sustancias narcóticas.
La mayoría de esas muertes, 22,767, fueron casos de sobredosis de fármacos legales, generalmente poderosos productos contra el dolor. Pero, en los últimos años, los fallecimientos por sobredosis de drogas ilegales, y en específico por heroína, se han disparado. En 2010 fueron 3,036 en todo el país, en 2012 la cifra subió a 5,925 y en 2013 a 8,257. Las cifras más recientes estarían también en niveles muy elevados.
Y aunque la tragedia de lo que ha sido ya llamada una ‘epidemia’ de sobredosis de heroína tiene casos en todo el país, en ciertas localidades ha tenido un estallido especialmente rudo, como ha sucedido en estados del Medio Oeste y Noreste, sobre todo los de las áreas llamadas el ‘Rusty Belt’ (cinturón de herrumbre), en alusión a las industrias pesadas que un tiempo fueron allí el motor de la economía y el empleo pero que tras mudarse a zonas de mano de obra más barata (sobre todo en el extranjero) solo dejaron el fantasma de plantas vacías e infraestructura abandonada y obsoleta.
Para muchos pobladores de muchas de esas localidades, la desesperanza, la falta de oportunidades y las adicciones son un pozo profundo del que es muy difícil salir. Un ejemplo de ello es la aguda crisis de sobredosis de heroína que se vive en el Condado de Washington, en Pennsylvania, donde el pasado fin de semana se registraron 8 casos de sobredosis en menos de 70 minutos, tres de ellos fatales, como lo relató el periódico The Washington Post. Que en ese condado, de poco más de 200,000 habitantes se hayan reportado 3 muertes en poco más de una hora revela una alarmante tasa de uso y abuso de heroína. A escala nacional, según las cifras de los Institutos Nacionales de Salud ya mencionadas, cada día murieron en promedio unas 23 personas por sobredosis de heroína en todo el país. Así, que en un área pequeña se hayan dado 3 muertes en un solo día (ese domingo los casos de sobredosis llegaron a 16) muestra lo agudo del problema.
El por qué de la ‘epidemia’ de sobredosis de heroína es complejo y no tiene una sola causa. Una de ellas es que mucha de esa droga que se vende y se consume estaría adulterada con la sustancia fentanyl, que incrementa su potencia. Otra razón es que muchas personas que en su momento requirieron tomar narcóticos contra el dolor, se pasaron a la heroína cuando sus recetas caducaron o no pudieron obtener los fármacos de forma clandestina. Así, muchas más personas estarían ahora expuestas al consumo de una heroína más potente y, curiosamente, más barata y fácil de obtener en las calles que los medicamentos de receta. Además, es frecuente que los adictos consuman al mismo tiempo varias sustancias, lo que incrementa su poder letal.
Pero hay otros factores. Uno importante, mencionado por el Post, es que muchas personas caen en la heroína por falta de atención para sus adicciones o problemas de salud mental. Y la tendencia a tratar a los consumidores no como víctimas sino como delincuentes ha contribuido a que muchos de ellos acaben arrestados en lugar de en una clínica de rehabilitación. En el Condado de Washington, por ejemplo, entre las ocho personas que fueron atendidas por sobredosis el pasado domingo una era un hombre de 50 años y otra una joven de 26, lo que indica que la crisis no es exclusiva de un solo segmento de población.
Y, finalmente, está la desesperanza y la falta de oportunidades que agobian a muchos en el país. Eso y el bajo costo de la droga, 8 dólares por una dosis, de acuerdo al Post, hace que la heroína sea una ruta de escape fácil para muchos, aunque con exasperante frecuencia tenga un destino fatal.
Y las sobredosis no es el único peligro. Por ejemplo, el contagio de sida se ha disparado en ciertas áreas del país a causa del intercambio de agujas y jeringuillas infectadas, una práctica común entre los adictos a la heroína. Es el caso de Indiana, según indica la organización Drug Policy Alliance. El gobierno estatal ha debido establecer programas de emergencia para dar a los adictos materiales nuevos y que no recurran a los usados para aplicarse sus dosis en lugares seguros. Situaciones similares se han dado en otros estados de modo parcial, lo que ha encendido una aguda polémica pero, en contrapartida, es un esquema útil para reducir la incidencia de contagios y sobredosis que podría ampliarse.
Además, en muchos estados se ha ampliado la disponibilidad del naloxone, que es un antídoto eficaz en casos de sobredosis por opiáceos, y se han logrado con ello salvar muchas vidas, pero la incidencia fatal continúa al alza.
El problema con todo es complejo y multifactorial. Pero por su gravedad, y ante la tendencia continua a agravarse que se ha registrado en los últimos años, hace falta un esquema más amplio y coordinado para frenar las muertes y atender a los adictos y enfermos. Pero, como concluye el artículo del Post al respecto, la gravedad del asunto no corresponde a la respuesta institucional, ni a escala local ni general.
Cuando el actor Philip Seymour Hoffman murió por lo que al parecer fue una sobredosis por consumir una heroína especialmente potente en combinación de otras sustancias, el caso de la ‘epidemia’ de sobredosis tuvo atención nacional e internacional. Los casos cotidianos en las ciudades y pueblos estadounidenses no tienen los mismos reflectores, pero requieren acción urgente para encararlos y frenarlos.
Así, mientras en la presente campaña electoral el gobernador de New Jersey y aspirante a la candidatura presidencial Chris Christie culpó al presidente Barack Obama de la ‘epidemia’ de sobredosis de heroína, otros precandidatos como Hillary Clinton y Rand Paul han abordado el problema. Paul incluso presentó junto al senador demócrata Edward Markey una iniciativa de ley para ampliar las opciones médicas y de tratamiento para los adictos a los opiáceos, según indicó The Huffington Post.
Pero todo está todavía en la retórica y la posibilidad, sin concretarse de modo efectivo. Mientras, la cuenta fatal sigue creciendo.