A 10 años de Katrina, Nueva Orléans aún tiene 'barrios fantasma'
Han pasado casi 10 años del terrible azote del huracán Katrina contra el área de Nueva Orléans. La devastación y el drama humano que esa tormenta provocó en esa ciudad marcaron profundamente a los estadounidenses, quienes constataron de modo directo la enorme vulnerabilidad de las infraestructuras y la incapacidad, y hasta negligencia, de muchas de las entidades y autoridades que debían haber entrar en acción para atender a las víctimas.
Pero transcurrida esa década, la ciudad ha logrado una revitalización sustancial y reparar y reconstruir buena parte de lo devastado por Katrina, tanto en el ámbito de las infraestructuras como en el del tejido social y comunitario de la ciudad y sus barrios.
Con todo, el proceso ha sido desigual y existen comunidades y grupos que aún no han visto una recuperación completa. Y en algunos barrios los fantasmas de esos terribles momentos de fines de agosto y principios de septiembre de 2005 aún rondan y perturban.
El panorama tiene sus claroscuros.
De acuerdo a la radio pública NPR, aunque la ciudad se ha recuperado en general casi por completo y cerca de la mitad ha recobrado el 90% o más de la población que tenía antes de Katrina, barrios como el Lower Ninth Ward, uno de los más devastados por el huracán y las inundaciones que lo siguieron, aún siguen en un estado un tanto fantasmal.
A ese barrio de mayoría afroamericana, que tuvo que ser evacuado en 2005 y sufrió enormes inundaciones, sólo habría vuelto un 37% de sus habitantes y hoy existen allí muchas casas abandonadas y lotes vacíos donde, en el pasado, se alzaba una casa que luego fue derruida por el efecto de los elementos. Hoy, indica NPR, el 67% de los hogares simplemente nunca se recuperaron. Muchos de sus habitantes prefirieron recibir una compensación estatal y se fueron, en lugar de reconstruir sus viviendas. Y los que sí regresaron tuvieron que encarar graves problemas, como calles arruinadas, desechos de todo tipo, falta de tiendas para adquirir alimentos e incluso abusos de los contratistas encargados de las reparaciones.
Para visualizar las disparidades en la reconstrucción, Mother Jones comparó una serie de mapas sobre la actividad de reparto de correo en los barrios de Nueva Orléans. En ellos se puede ver los barrios que menos han recuperado población al comparar los datos de 2005 y 2015, si bien muchos de los vecindarios más afectados durante el huracán y que estuvieron semivacíos entre 2005 y 2010 han comenzado a recuperarse desde entonces. El Lower Ninth Ward es uno de ellos.
Así, la solidaridad y el esfuerzo ha tenido frutos en Nueva Orléans, incluso en los barrios más dañados, aunque queda mucho por hacer y las desigualdades y percepciones diferenciadas persisten. Al respecto, una encuesta de la Kaiser Family Foundation y NPR, muestra que los afroamericanos perciben en un grado menos favorable los avances de la recuperación de 2005 a la fecha (sus barrios fueron, por lo general, los más fuertemente afectados). Por ejemplo, solo el 65% de los afroamericanos cree hoy que ha habido progreso en atraer más negocios y empleos a Nueva Orléans, cifra que es 90% entre los blancos. Solo el 44% de los afroamericanos cree que ha habido progreso en crear viviendas asequibles, cifra que es 56% entre los blancos, y solo el 45% de los afroamericanos considera que se ha avanzado en el manejo de las propiedades destruidas o abandonadas, cifra que es 66% de los blancos.
En contrapartida, los afroamericanos creen más que los blancos que ha habido progreso en disponibilidad de transporte público y en centros y servicios médicos, aunque ambos tienen una mala impresión en materia de seguridad pues solo el 34% de ambos grupos demográficos cree que ha habido progreso en el control del crimen.
Con todo, como relata el amplio reportaje ’10 years later’ del periódico The New Orleans Advocate, la ciudad nunca volverá a ser la misma, aunque existe la convicción de que Nueva Orleans tiene todo para ser hoy y en el futuro mejor que lo que fue antes del azote de Katrina. Por ejemplo, abusos y negligencias de autoridades locales han motivado a que hoy exista una ciudadanía más activa, se han disipado feudos y estructuras de poder político y se ha movido el interés de muchos de las cuestiones ideológicas a un pragmatismo de la eficiencia. Y la solidaridad y el trabajo colectivo que fueron clave para que muchas personas, familias, barrios y organizaciones pudieran levantarse tras el desastre, aún son necesarios para acometer los rezagos y necesidades persistentes.
Al huracán de los elementos que arrasó Nueva Orleans siguió, así, otro, más lento y hondo a la vez, en el que las comunidades, sus infraestructuras, sus identidades y sus autoridades y procesos de interacción resultaron, y aún lo son, modificados por la voluntad y las dificultades que enfrentan cada día sus habitantes. Un proceso que continuará, presumiblemente, por muchos años, o décadas, más.