El cambio al salario mínimo que promete cambiar todo... y nada

El cambio al salario mínimo que promete cambiar todo... y nada

Hace casi dos años inició la discusión pública cuando el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, abrió el debate sobre el salario mínimo. En aquel momento dijo que “el salario mínimo está por debajo de la línea de pobreza alimentaria. En otras palabras, pagando el salario mínimo se garantizaba mantener a la población en la pobreza. Inadmisible en términos de equidad. Inadmisible, porque se necesita tener trabajadores formales con capacidad de compra para generar un mercado interno.”

Por su parte la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos acordó que a partir del primero de octubre de 2015 quedaban unificados los salarios mínimos en todo el país con lo que desaparecieron las zonas “A” Y “B”. El salario asignado fue de 70.10 pesos. Desde luego que no alcanza para que un trabajador asalariado satisfaga los requerimientos de su familia, como lo establece la Ley Federal del Trabajo que señala que deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades de tipo material, social y cultural, así como proveer la educación de los hijos, como jefe de familia.

Los poderes ejecutivo y legislativo trabajaron para unificar el salario en el país y para desvincularlo de su uso como unidad de medida para la aplicación de multas, sanciones, créditos hipotecarios, prestaciones y pagos de servicios diversos, es decir, desindexar o desligar la función de acuerdo salarial, de la unidad de medida para realizar cobros.

El pasado 19 de noviembre, la Cámara de Diputados aprobó la reforma constitucional para realizar la desindexación salarial, con 417 votos a favor, por lo que el salario mínimo será desvinculado de 2 mil 413 disposiciones y ordenamientos federales y locales como multas, sanciones, créditos hipotecarios, prestaciones, pagos de servicios diversos y demás.                  

La relación entre el salario mínimo y su uso como unidad de medida, por 37 años, fue utilizada como un argumento para impedir el crecimiento del salario pues se decía que su aumento era inflacionario y en consecuencia se le amarró como elemento estabilizador.

En adelante el salario mínimo ya no podrá ser utilizado para calcular sanciones administrativas, penales, pago de créditos hipotecarios, entre otros, y el Congreso deberá de crear la Unidad de Medida y Actualización que lo sustituirá como unidad de cuenta, base o medida que servirá para calcular el pago de las obligaciones.

Cálculos de los especialistas señalan que el salario mínimo en México ha perdido poder adquisitivo en más del 70 por ciento, en detrimento del bienestar de los trabajadores y sus familias.

Los legisladores de todos los partidos consideraron que la desindexación o desvinculación de los salarios mínimos es histórica, pero no implica que habrá un incremento inmediato en el poder salarial de los trabajadores, que se empezará a dar inicialmente en 2016 y su recuperación será mayor en 2017.

Tanto en el medio político como el empresarial se reconoce que debe ser revertida la depreciación que han sufrido los salarios de los trabajadores pero esta tendencia debe provenir del mismo mercado, con la mejor generación de valor en las empresas que permita pagar mejores salarios.

Según datos del INEGI, en México casi 12 millones de personas percibe un salario mínimo o menos al día y aunque los salarios no deberían subir por decreto, es un hecho que en diciembre de cada año, que se fija el salario del siguiente año, es producto de una negociación política y no es calculado como el producto de un análisis del mercado. Por eso se depreció en 37 años más del 70 por ciento.

Es un hecho que los gobernantes en los últimos 30 años han orientado el modelo de desarrollo del país hacia afuera, mediante la firma de diversos tratados de libre comercio, México es el país con más tratados en el mundo, pero también es una realidad que el mercado interno se ha estrangulado y una de las causas es por el bajo poder adquisitivo del salario, lo que ha deprimido a la clase media, pero también impulsado la economía informal, en la que se mueve más del 40 por ciento de la población económicamente activa.

Haber desindexado el salario mínimo es importante, pero más lo va a ser sacarlo de las negociaciones políticas entre empresarios y gobernantes y meterlo a la mesa de las negociaciones en las que se fije en función de la productividad de las empresas. Si la empresa gana que también se beneficie el trabajador. Es el primer paso para crecer y fortalecer el mercado interno.  

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