El "Agustín Lara" de Brasil
El escritor más querido del Brasil, el más entrañable músico y poeta que hizo en su patria y concretamente en Río –su cuna y mortaja, la ciudad de sus amores- una obra, un legado, un movimiento musical: Vinicius de Moraes, vive.
Fue inseparable del bossa-nova, o sencillamente bossa, aunque sus composiciones y su influencia vayan más allá de él y antecesor, guía, compañero de todos los grandes: Antonio Carlos “Tom” Jobim, Joao Gilberto, Chico Buarque de Holanda, Baden Powell, Toquinho… A Argentina, en Mar del Plata, también llegó Vinicius con su música nueva dando el campanazo desde un reducido café, “La Fusa”, que se convirtió en leyenda impresa en disco.
En Río de Janeiro, aquél inolvidable lugar que hoy se ha convertido en un sitio de culto, estaban Antonio Carlos Jobim y Vinicius disfrutando de la vista de la playa de Ipanema cuando vieron pasar a una mujer escultural: Heloisa “Helo” Pinheiro, y crearon música y letra de la inmortal “Chica de Ipanema”. Aquí la tienes en una versión muy celebrada y en el idioma en que vio la luz:
Nuevamente en portugués, sólo que además en inglés. ¿Qué te parece esta versión con el gran Frank Sinatra a dueto con Jobim. .
Para quienes conocen al letrista de la mayor música popular brasileña de la segunda mitad del siglo XX, quizá escape que Vinicius de Moraes fue sobre todo un poeta. Hijo de un hombre de letras, con estudios en Oxford, más allá de la crítica que lo llamó “definitivamente sensiblero”, premio nacional de poesía dejando en el camino nada menos que a Jorge Amado: Vinicius de Moraes tiene un lugar principal en la literatura de su país y de la lengua portuguesa y por si fuera poco es, aparte, dueño del corazón de todos los brasileños.
Escribió Vinicius de Moraes
POEMA DE NAVIDAD
Para esto hemos nacido
Para recordar y ser recordados
Para llorar y hacer llorar
Y sepultar a nuestros muertos
Por eso tenemos brazos largos para los adioses
Manos para tomar lo que nos dieron
Dedos para excavar la tierra.
Así será nuestra vida:
Una tarde para olvidar
Una estrella disuelta en las tinieblas
Un camino entre dos tumbas.
Por eso es necesario velar
Hablar bajo, pisar leve, mirar
A la noche dormida en su silencio.
No hay mucho que decir:
Una canción sobre la cuna
Quizá un verso, de amor
Una oración por quien se va
Pero que esa hora no se olvide
Y que por ella nuestros corazones
Graves y simples, se entreguen.
Porque para esto nos hicieron
Para esperar grandes milagros
Participar en la poesía
Y ver el rostro de la muerte
De pronto nunca más esperaremos
Pero hoy tierna es la noche; y de la muerte, tan sólo
Hemos nacido, inmensamente.
(Traducción de José Emilio Pacheco).
AMIGOS
Tengo amigos que no saben cuánto son mis amigos.
No perciben el amor que les profeso y la absoluta
necesidad que tengo de ellos.
La amistad es un sentimiento más noble que el amor, permite que el objeto de
ella se divida en otros afectos, en tanto el amor tiene intrínseco los celos, no
admite la rivalidad.
Y yo podría soportar, sin embargo no sin dolor, que hubiesen muerto todos mis amores,
mas enloquecería si muriesen todos mis amigos.
Hasta aquellos que no perciben cuando son mis amigos y cuánto mi vida depende de sus
existencias...
A algunos no los frecuento, me basta saber que ellos existen.
Esta mera condición me llena de coraje para seguir frente a la vida.
Mas, porque no los frecuento con asiduidad no les puedo decir cuánto gusto de ellos.
Ellos no lo creerán.
Muchos están leyendo esta crónica y no saben que están incluidos en la sagrada
relación de mis amigos.
Mas es delicioso que yo sepa y sienta que los adoro, aunque no se los diga y no los frecuente.
Y las veces, cuando los frecuento, noto que ellos no tienen
noción de cómo me son necesarios, de cómo son indispensables a mi
equilibrio vital, porque ellos hacen parte del mundo que yo, trémulamente,
construí y se tornaron en fundadores de mi encanto por la vida.
Si uno de ellos muriera, yo quedaría torcido hacia un lado.
Si todos ellos murieran, yo me desmoronaría...
hectorosoriolugo2013@yahoo.com.mx