La estatua de Adán que se rompió en mil pedazos

Detalle de 'Adán', escultura de Tulio Lombardo | Crédito: Metropolitan Museum de Nueva York.
Detalle de 'Adán', escultura de Tulio Lombardo | Crédito: Metropolitan Museum de Nueva York.

Tras haber sobrevivido a más de 500 años de historia y varios cambios de propietarios, ‘Adán’, una escultura realizada por el maestro renacentista Tulio Lombardo a finales del siglo XV, se hizo añicos al caer del podio sobre el que descansaba y golpearse contra el suelo.

El desastre tuvo lugar en octubre del año 2002, en el patio Vélez Blanco del prestigioso Metropolitan Museum de Nueva York, y causó una mezcla de estupor y desánimo en los responsables de la institución estadounidense. Y no era para menos: la estatua no sólo era el primer mármol a tamaño natural que representaba un desnudo desde la Antigüedad clásica, sino también la obra escultórica más importante de los Estados Unidos.

Cuando los conservadores del Metropolitan llegaron a la escena del desastre la imagen no podía ser más desoladora: la escultura se había destrozado en cientos de pedazos –literalmente–, y tan sólo 28 fragmentos resultaban reconocibles para los expertos. La cabeza, por ejemplo, se había separado del tronco, y sufría graves daños en la nariz y otras partes del rostro.

Ante semejante desastre, muchos restauradores se habrían rendido y habrían renunciado a la reparación. Pero la pieza era demasiado valiosa para el MET, de modo que Jack Soultanian –conservador del museo– y su colega Carolyn Riccardelli no tardaron en ponerse manos a la obra.

Tras determinar la causa del accidente –se descubrió que el pedestal sobre el que descansaba la figura de Adán se había deteriorado–, Soultanian y Ricardelli, junto con un nutrido grupo de científicos e ingenieros, iniciaron los trabajos de restauración. Ninguno de ellos imaginó entonces que aquella labor, un auténtico puzle en tres dimensiones con cientos de piezas, se prolongaría durante 12 largos años.

En ese tiempo se realizaron numerosas pruebas a los restos de la escultura –entre ellas una resonancia magnética para determinar el alcance de los daños en la integridad de las piezas más grandes–, y también se pusieron a prueba técnicas vanguardistas en el terreno de la restauración artística.

Vista completa de 'Adán', de Tulio Lombardo | Crédito: Metropolitan Museum de Nueva York.
Vista completa de 'Adán', de Tulio Lombardo | Crédito: Metropolitan Museum de Nueva York.

Así, por ejemplo, se utilizó una novedosa técnica de “mapeado” con láser, mediante la cual se pudo recrear una imagen virtual en tres dimensiones de Adán, lo que permitió a los especialistas analizar con detalle qué partes de la escultura se verían sometidas a mayor estrés físico una vez se reconstruyera la obra.

También se diseñaron ex profeso varias agujas de fibra de vidrio –toda una innovación en el campo–, que se colocaron en los tobillos y en una de las rodillas de la estatua para garantizar que soportaría el peso de la pieza, y finalmente se diseñó un nuevo adhesivo mucho más flexible que los conocidos, con el que se procedió a unir la multitud de piezas del complejo puzle.

Gracias a todo este arduo y lentísimo procedimiento, en abril del año pasado los restauradores del Metropolitan conseguían colocar la última parte de la escultura: la cabeza de Adán. Desde aquel día hasta el pasado martes, fecha en la que la estatua volvió a exponerse al público, los especialistas procedieron a limpiar concienzudamente la obra, y rellenaron aquellos pequeños huecos que habían quedado en el mármol a consecuencia de la caída. Toda una resurrección que ha llenado de orgullo a los responsables del MET.

Tumba de Andrea Vendramin, en Venecia | Crédito: Wikipedia.
Tumba de Andrea Vendramin, en Venecia | Crédito: Wikipedia.

Originalmente, la estatua de Adán fue tallada por Lombardo para que formase parte de la tumba monumental del entonces dogo de Venecia, Andrea Vendramin. Aquella obra colosal, realizada en mármol intentando imitar el estilo de los arcos triunfales romanos, se ubicó en la iglesia de Santa Maria dei Servi.

En ese templo estuvo hasta la segunda década del siglo XIX, cuando fue trasladada a la basílica de San Juan y San Pablo de Venecia. Sólo unos años más tarde, la escultura de Adán –colocada en un nicho a la izquierda del ataúd de Vendramin–, fue extraída de su lugar y llevada al palacio Vendramin Calergi.

Este edificio fue comprado por la duquesa de Berry en 1844, y más tarde la escultura se llevó a París, donde los descendientes de la duquesa la vendieron al banquero Henry Pereire. A la muerte de éste, su viuda lo vendió a un marchante de arte en 1935, y al año siguiente la hermosa obra pasó a formar parte de la colección del Metropolitan.

El fatídico accidente del año 2002 parecía haber puesto fin a la existencia de la obra de Lombardo pero, como en cada vez más ocasiones, la destreza de los restauradores han conseguido el milagro de su resurrección.

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Historia original: Yahoo España