Charles Henri Sanson, el verdugo real que acabó ejecutando al propio rey de Francia

Ejecución de Luis XVI llevada a cabo por el verdugo Charles Henri Sanson (Wikimedia commons)
Ejecución de Luis XVI llevada a cabo por el verdugo Charles Henri Sanson (Wikimedia commons)

Muchas son las personas que hederán los oficios de sus progenitores o, por decirlo de otra manera, se dedicarán a la misma profesión que ellos. La mayoría lo hacen por tradición familiar, más que por vocación propia, y numerosos son los que toman esa vía con el fin de asegurarse un futuro laboral gracias a que el negocio ya está montado.

Pero a lo largo de la historia no sólo han sido traspasados esos empleos liberales o artesanales en los que se trabajaba por cuenta propia, sino que nos encontramos con un buen número de casos específicos en el que trabajando por cuenta ajena, tal y como se jubilaba o moría el padre, el hijo era el encargado de cubrir esa vacante. Así es como empleos de cartero real, sirviente e incluso verdugo iban pasando de padres a hijos generación tras generación.

Y es precisamente uno de esos verdugos que heredó el oficio paterno a quien va dedicado este post en el Cuaderno de Historias.

Retrato de Charles Henri Sanson publicado en 1851 (Wikimedia commons)
Retrato de Charles Henri Sanson publicado en 1851 (Wikimedia commons)

Su nombre era Charles Henri Sanson y a lo largo de más de cuarenta años ejecutó a un total de 2.918 personas, la mayoría de ellas mediante la guillotina, un artefacto que se puso de moda durante los años en los que llevaba a cabo su oficio, al considerarse que era la manera menos cruel y chapucera de acabar con la vida de cualquier condenado.

Y parece algo incongruente que alguien que se dedicaba a ajusticiar a los demás hablase de ‘métodos menos crueles’, pero si lo comparamos con los procedimientos utilizados por su padre Charles Jean Baptiste Sanson (el verdugo que protagonizó una de las ejecuciones más crueles de la Historia y de la que les hablé semanas atrás)  veremos en Charles Henri algo más de humanidad.

En realidad él no quería heredar el oficio de su sanguinario padre y su verdadera vocación se encontraba en la medicina. Pero la ley de por aquel entonces obligaba a los hijos a asumir el empleo de su progenitor, así que de bien pequeñito ya era llevado a las ejecuciones que realizaba su padre con el fin de que aprendiese el oficio.

Esto le trajo más de un problema durante los años de infancia y adolescencia, debido a la reticencia de otros niños a querer jugar con él, la falta de amigos e incluso la negativa de otros padres para que acudiese a la misma escuela que sus hijos, por lo que tuvo que finalizar los estudios a través de clases particulares en su casa.

Tras 20 años ejerciendo como aprendiz de su padre, el 26 de diciembre de 1778, Charles Henri Sanson fue confirmado por el rey Luis XVI como nuevo ‘Verdugo Real’, un oficio que modernizó con la mencionada guillotina, la misma que utilizaría poco antes de las 10:30 de la mañana del 21 de enero de 1793 para decapitar al Rey de Francia en la Plaza de la Revolución de París.

Ilustración de Verdugo Real en el siglo XVIII (Wikimedia commons)
Ilustración de Verdugo Real en el siglo XVIII (Wikimedia commons)

Pero éste no fue el único personaje insigne al que ‘el Gran Sanson’ (como era apodado) ajustició. Muchos de aquellos que habían promulgado y apoyado el uso masivo de la guillotina fueron pasando también por ella, entre ellos los destacados líderes de la Revolución Francesa Georges Jacques Danton, Maximilien Robespierre, Louis de Saint-Just, Jacques-René Hébert o Camille Desmoulins.

Durante los años de la revolución el guillotinar a cualquier persona y por cualquier motivo se convirtió en una de las tareas más frecuentes que se realizaban en aquella época, teniendo el verdugo una acumulación tan grande de trabajo que lo obligó a tomar como ayudante a su hijo mayor Henri, al que dejó el honor de ser quien guillotinase a María Antonieta el 16 de octubre de 1793.

Pero antes de que el primogénito del Gran Sason fuese requerido por su padre para echarle una mano tuvo como ayudante a Gabriel, el menor de sus hijos y único que mostraba un cierto interés por el oficio. Era apenas un joven imberbe que ya cortaba cabezas como si de un profesional se tratase. Además el muchacho se regodeaba en el sufrimiento del ejecutado y disfrutaba enseñando la cabeza seccionada al público presente, como si de un trofeo se tratase, una actitud que muy posiblemente habría heredado de su abuelo.

Fue el 27 de agosto de 1792, durante una de esa muestras de efusividad en las que balanceaba una cabeza recién cortada ante los asistentes, cuando el joven Gabriel, a la edad de 23 años, tropezó desde la tarima donde se encontraba la guillotina cayendo al suelo y partiéndose el cuello, lo que le provocó la muerte instantánea.

Tras el fallecimiento de su benjamín, Charles Henri Sanson no tuvo más remedio que asignar como verdugo sucesor al mayor de sus hijos, a pesar de que éste no quería y ya ejercía otro oficio, al ser capitán de la guardia nacional de París. A pesar de ello tuvo que hacerse cargo y ejerció a lo largo de 47 años.

La saga familiar de verdugos continuó un par de generaciones más, cambiando las leyes sucesorias para ese tipo de oficios a mediado del siglo XIX (1847), aunque la pena de muerte no fue abolida en Francia hasta 1981.

Fuentes de consulta: Google Books / memoirsofsansons / gallica


Publicado originalmente en Cuaderno de Historias