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Prácticas sadomasoquistas

Prácticas sadomasoquistas / Foto: iStockphoto
Prácticas sadomasoquistas / Foto: iStockphoto



El sadomasoquismo es una práctica sexual que utiliza el dolor, la dominación o incluso la humillación, en la búsqueda del placer. El masoquismo debe su nombre a Leopold von Sacher-Masoch, austríaco que escribió el libro “La Venus de las Pieles”, en donde refiere de manera autobiográfica a un personaje que asocia el dolor al placer sexual, y lo convierte en condición necesaria para experimentarlo. El sadismo (término desarrollado a partir del nombre del Marqués de Sade) consiste, por parte de una persona, en infligir sufrimiento al objeto de su deseo para acceder al placer. El masoquismo, al contrario, consiste en recibir, y necesitar este sufrimiento para alcanzar el mismo placer. De este modo, la pareja establece una relación de dominante/dominado, en la que la puesta en práctica de violencia verbal y servicios corporales les va a proporcionar una satisfacción intensa.


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Dado que se necesita una puesta en escena particular, se suele practicar en clubes especializados. Cada miembro se viste con prendas que definen su estatus y utiliza diversos instrumentos: máscaras, esposas, cuerdas o cadenas, látigos, fustas... El “maestro” se entrega a todo tipo de rituales para someter a su “esclavo”. En un punto de vista de humillación, podrá obligar a su pareja a adoptar posturas desagradables, atarla para dominarla mejor, utilizar la violencia verbal (insultos) y torturarla físicamente: flagelación, inserción de objetos en las mucosas (vagina, ano, boca), etc. En algunos casos extremos, el sadomasoquismo puede conducir a mutilaciones mucho más severas, como piercings, tatuajes, o incluso sacrificios y quemaduras.


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En la actualidad muchas parejas (tanto heterosexuales como homosexuales) eligen esta alternativa como forma de evitar la rutina en la pareja, el desgano o el aburrimiento, jugando roles de dominio y poder que los llevan a sentir placer al controlar a la víctima o ser controlado por el victimario. En el consultorio suelen narrar juegos en los que el vestuario consiste en trajes de cuero, látigos y plumas, que generan toda la crudeza necesaria para volver suficiente una representación que evoca los impulsos más reprimidos.

Otras de las prácticas relacionadas con el sadomasoquismo son los juegos sexuales extremos y sumamente peligrosos (fueron causas de muerte en muchos casos) como la hipoxifilia (inhibir la entrada de oxígeno a través de bolsas o cuerdas) o la velomancia (aplicar cera caliente sobre la piel y provocar quemaduras).


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Por supuesto, ésta tiene que ser una práctica que ambos miembros de la pareja consientan, con límites claros y precisos: aunque el sadomasoquismo se base en una relación dominante/dominado, no puede infligirse ningún servicio sin el consentimiento de la otra persona. La seguridad no es negociable, del mismo modo que hay que calcular bien el impacto de estas prácticas sobre el equilibrio psicológico de cada uno, particularmente del dominado.

Para lograr un pleno disfrute es muy importante efectuarlo con responsabilidad y no poner en riesgo la salud ni la integridad física de los participantes.

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Diana Resnicoff es licenciada en psicología y sexóloga clínica.