Los médicos le cosieron la mano a su propio vientre para salvársela

Durante tres semanas, un hombre muy mayor permaneció con su mano izquierda cosida a su propio vientre, en una decisión arriesgada de los médicos que lo trataron en el hospital metodista de Houston, Texas.

Frank Reyes fue el beneficiario de una rara operación para salvar su mano de la gangrena y restablecer su tejido adiposo, en el Hospital Metodista de Houston, Texas.
Frank Reyes fue el beneficiario de una rara operación para salvar su mano de la gangrena y restablecer su tejido adiposo, en el Hospital Metodista de Houston, Texas.

Cuando el médico Anthony Echo estudió el estado de la mano de Frank Reyes, recordó la existencia de una vieja técnica que fue aplicada por los cirujanos militares durante la Primera Guerra Mundial. Solo de esa manera, consideró, se podría detener la peligrosa gangrena que la atacaba, y luego reconstruir su sistema vascular.

La preparación para la cirugía. (AP Photo/Pat Sullivan)
La preparación para la cirugía. (AP Photo/Pat Sullivan)

A pesar de sus 87 años, Reyes se encontraba cambiando un neumático de su auto, cuando el gato que lo sostenía se deslizó y su mano enguantada quedó atrapada contra el guardafangos. Allí, debido a las altas temperaturas de este verano y justo al mediodía, el miembro quedó literalmente cocinado contra un metal que casi ardía a los 100 grados Celsius.

Los médicos examinan la mano después de la cirugía. (AP Photo/Pat Sullivan)
Los médicos examinan la mano después de la cirugía. (AP Photo/Pat Sullivan)

Durante media hora el anciano permaneció con su mano atrapada, resistiendo el embate de los dolores y el desánimo. Cuando llegó el auxilio, su miembro –declara su nieta—estaba completamente seco, como el de una momia.

Ya en el hospital, se procedió a amputar una buena parte del dedo índice, pero el daño vascular era tal que la gangrena empezó a avanzar, con peligro para la totalidad de la mano. El hecho que se no hubiera un buen flujo sanguíneo, de nada servía proceder a implantes de piel.

De manera que la última opción que quedaba sería la de utilizar el vientre del accidentado como incubadora. Allí, en el interior de su propio tejido adiposo, la mano herida pudo alimentarse correctamente con toda la sangre que necesitaba y la gangrena se detuvo.

“Van a meter tu mano dentro de tu estómago –le anunció su hija—como si tuvieras puesto una sudadera”.


Finalmente, el pasado 27 de agosto la mano de Frank Reyes fue despegada de su cuerpo. El auto implante funcionó como estaba previsto, toda vez que hay menos posibilidades de que el organismo rechace su propia piel.

Todavía adolorido pero contento, el anciano espera a recuperarse para volver a salir de viaje. “No soy una persona de interiores –declaró--, odio estar encerrado”.