Así es la vida en una ciudad bajo el dominio del Estado Islámico

"Debes poner atención. Dios ama a las mujeres que están cubiertas". Este tal vez sea el momento más fuerte dentro de los más de dos minutos que dura un video sobre el día a día de la gente común en Raqqa, ciudad del norte de Siria, bastión del grupo fundamentalista Estado Islámico (EI).

Quien lo ha grabado, a riesgo de perder incluso la vida, ha sido una mujer siria que, como todas, ha debido llevar el niqab, la vestimenta tradicional que cubre la totalidad del cuerpo femenino, con excepción de una pequeñísima franja para los ojos.

Este video mostrado al público por el canal France 2 y subido hace apenas cinco días al portal YouTube, ha causado estupor dondequiera que ha sido visto.


Y en efecto, hay un momento en que ella es interpelada por un desconocido desde la ventana de su auto: según las normas impuestas por los varones, a él le ha aparecido que esta mujer no se comporta como dicta la ley, y no tiene reparos en importunarla y en aleccionarla en medio de una plaza.

"Lo siento mucho, mi niqap es un poco transparente. Lo lamento", responde con respeto, conciente de que es mucho más importante salvaguardar el material que ha estado grabando.

Pero tal vez el segundo momento que demuestra el duro drama que se vive actualmente en los territorios sirios e iraquíes bajo dominio de los extremistas islámicos, se produce cuando esta fémina entra a un cibercafé desde donde otras mujeres, también fuertemente protegidas por sus vestimentas, se comunican a través de la red de redes.


Llama la atención entonces la conversación de una mujer que habla en una lengua que no nos es ajena. Se trata de una de las tantas ciudadanas francesas que ha viajado a Siria en categoría de esposa de un combatiente islamista y allí ha asumido con toda naturalidad las restricciones impuestas por la ley.

"Te lo digo sin rodeos. Tienes que meterte en la cabeza que no voy a volver", escuchamos.
Es de notar la firmeza con la que le hace saber a su madre, en Francia, sobre su decisión de no regresar a Europa y de permanecer en territorio sirio por el resto de su vida. Del lado de allá de la pantalla, notamos a una madre en sollozos, una de las tantas personas que intenta explicarse cómo es posible una conversión hacia un mundo absurdo y medieval.

"No me arriesgué a venir aquí para regresar a Francia –insiste esta joven francesa en vías de asimilación--. No quiero regresar porque estoy muy bien aquí, mamá. De nada sirve llorar o sentir miedo. Todo lo que ves en la televisión es falso. Te lo juro, es falso", asegura.

Hace apenas dos meses, conocíamos la noticia de que el Estado Islámico acababa de imponer en las ciudades bajo su dominio en el norte de Irak la práctica de la ablación para todas las mujeres entre los 11 y los 46 años de edad.

(AP/Mukhtar Khan)
(AP/Mukhtar Khan)


De acuerdo con un artículo del diario español El Mundo, una fetua (edicto islámico) dictado por el autoproclamado califa Abu Bakr al Bagdadi, exigía la práctica obligatoria de esta mutilación genital femenina –también conocida con el eufemismo de “circuncisión femenina”—para así “alejar a las mujeres del libertinaje y la inmoralidad.”

Según el Fondo de Población de la ONU, esta medida podría afectar a 4 millones de mujeres, en un territorio donde esta práctica nunca ha sido habitual.

Pero lo peor se produce cuando conocemos de la reciente creación de la unidad Al-Khanssaa, una brigada compuesta por mujeres militantes cuyo trabajo es controlar y atajar todo signo de desvío moral en las mujeres de Raqqa, capital de EI.

"Hemos establecido la brigada para crear conciencia de nuestra religión entre las mujeres y para castigar a las que no cumplan con la ley. La yihad no es solo un trabajo de los hombres, las mujeres también deben hacer su parte", aseguró al Syria Deeply un oficial del ejército islamista.

Según un reporte del británico The Telegraph que se basa en investigaciones del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (ICSR) de Londres, a la cabeza de esta operación estaría Aqsa Mahmood, una ciudadana británica de 20 años que huyó a Siria en noviembre pasado para desde allí hacer su aporte en la lucha contra los valores de Occidente.

Se ha sabido que los altos jerarcas de EI ofrecen tareas de peso a sus miembros extranjeros, sobre todo a quienes provienen de Europa y de los Estados Unidos, pues estos demuestran un mayor compromiso con la causa.

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