No es recomendable decirle a tu hijo que es inteligente

Un creciente movimiento en la educación infantil aboga por dejar de etiquetar a los niños como “inteligentes” o “dotados” bajo la premisa de que los vuelven vulnerables cuando cometen errores.

"Los errores desarrollan el cerebro”, aseguró Jo Boeler, profesora de matemáticas de la Universidad de Standford. "Cuando les damos a los niños el mensaje de que los errores son buenos, de que las personas exitosas cometen errores, eso puede cambiar toda su trayectoria", señaló la experta, quien participa en el Festival de Ideas Aspen.

Estudiantes mexicanos.  EL UNIVERSAL/Adrián Hernández/RCC
Estudiantes mexicanos. EL UNIVERSAL/Adrián Hernández/RCC

El razonamiento detrás de este enfoque argumenta que cuando elogiamos a los niños por ser inteligentes, ellos se lo creen, y más tarde cuando comenten errores piensan: “¡Oh, no, yo no soy inteligente después de todo!”

Es preferible elogiar los buenos resultados de manera específica, o sea, diciéndole al menor “hiciste un gran trabajo” en vez de “eres muy inteligente”.

En opinión de Boeler, los niños etiquetados como “inteligentes" suelen ser especialmente reacios a cometer errores, fundamentales para el aprendizaje y el éxito.

Las personas nacen con algunas diferencias cognitivas innatas, pero esas diferencias son eclipsadas por los logros a temprana edad, explicó Boaler en conversación con The Atlantic, que co-patrocina el Festival de Aspen.

Cuando las personas se desenvuelven bien (académicamente o de otra manera) en edades tempranas y son calificadas de inteligentes o talentosas, también se vuelven menos propensas a desafiarse a sí mismas, porque se quedan en su zona de confort y su mentalidad persiste hasta la edad adulta.

La idea de una mentalidad fija en la que se califica a la gente de inteligente o no inteligente contrasta con otra perspectiva, la de una mentalidad de crecimiento, en el que la gente se vuelve inteligente e informada a través de la práctica. Esta teoría está recogida en el libro "La Nueva Psicología del Éxito" 2006, de la psicóloga Carol Dweck.

De acuerdo con la experta, las personas con mentalidad de crecimiento creen que cuanto más trabajan, más inteligente se vuelven.

El elogio simple e inocente de un niño inteligente alimenta un problema en el cual los investigadores ven algunas de las causas de la desigualdad de género en las carreras científicas.

El grupo más dañado por la llamada mentalidad fija son las niñas de alto rendimiento, dice Boaler, debido a los prejuicios sociales de que los varones son mejores en matemáticas y ciencias. A causa de esto ellas suelen evitar desafiarse a sí mismas en esas materias y la aversión a cometer errores conduce a un menor aprendizaje y progreso.

En las disciplinas donde persiste el prejuicio sobre los superdotados hay un menor número de mujeres. Es lo que la propia Boaler denomina “el trauma de las matemáticas”; la idea de que para dedicarse a esa ciencia hay que tener un gen o predisposición hacia ella; así como otro prejuicio que apunta a la pared, o sea, a los límites del aprendizaje de las matemáticas, sobre todo para las mujeres.

“La buena noticia es”, dice Boaler, “que no existe una pared”.

Para los expertos, equivocarse y aprender de los errores es clave para la superación intelectual. Por eso, obtener el 100% de una calificación no es el resultado ideal.

Cuando los niños llegan de la escuela y anuncian que tienen todo correcto en su trabajo escolar, Dweck aconseja a los padres decirles: “Lamento que no tuviste la oportunidad de aprender”.