De cómo Uruguay salvará al mundo

¿Ya usted hizo sus planes para el 21 de diciembre próximo? Ese día, según la célebre profecía de los mayas, se acabará el mundo. Si ya organizó todo lo necesario para sobrevivir al cataclismo planetario o simplemente para recibirlo de buen humor, pues cancele sus preparativos ahora. El planeta no colapsará ¿y gracias a quién? ¡A los uruguayos!

Esta vez los salvadores no serán los estadounidenses --¿recuerda el filme "Independence Day"?--, sino los charrúas, ese pueblo pequeño de América del Sur donde viven, según las leyendas y las estadísticas, más vacas y ovejas que personas. Ninguna de las catástrofes anunciadas por los agoreros del New Age —la alineación de los planetas, un cambio brusco en la polaridad de la Tierra, el choque de otro planeta contra el nuestro—se consumará gracias al valor de los descendientes de Artigas.

De acuerdo con una nueva versión de la profecía, una nave extraterrestre se acercará a la tierra ese día y levitará sobre la Plaza de la Independencia en el centro de Montevideo. Allí decidirán entonces la suerte de todos los terrícolas, que dependerá de cuán hábiles sean los uruguayos en mostrarles las cualidades de nuestra civilización. Como en un juego de baloncesto o de fútbol, el deporte pasión en el sur, el destino de la humanidad se resolverá por puntos.

¿Qué convencerá a los extraterrestres de que meremos su clemencia? ¿El tango sensual, la amarga hierba mate, el humor de las murgas del carnaval? ¿O el sabor de un helado local? Este comercial de Crufi, una compañía de helados uruguaya, nos propone una respuesta a esa crucial interrogante. Los mayas se equivocaron —o más bien sus exégetas—, quizás porque no conocían ese delicioso postre.