"Lame Duck" Obama: La agenda de un presidente con las manos atadas

¿Qué puede hacer un presidente con la popularidad por los suelos, con la oposición dominando ambas cámaras del Congreso, con una parte importante de la población inquieta o incluso molesta por la forma como se conduce el país e, inclusive, con muchos dentro de su propio partido que le ponen mala cara y buscaron deslindarse de él para reducir el castigo electoral en las pasadas votaciones?

Esa es la interrogante que muchos se hacen sobre el presidente Barack Obama durante los próximos dos años y poco más dos meses que le quedan de mandato.

El presidente Obama aún tiene poco más de dos años y dos meses de mandato. (AP)
El presidente Obama aún tiene poco más de dos años y dos meses de mandato. (AP)

Es cierto que su margen de maniobra es estrecho, pero como el propio Obama dijo en conferencia de prensa, está dispuesto a seguir trabajando hasta el último día luego de haber “escuchado” a los votantes este 4 de noviembre.

Hay tres caminos. El sencillo, en temas que el presidente y los dos partidos tienen acuerdos sustanciales, el empinado, en el que aunque hay diferencias podría llegarse a un compromiso, y el impasable, en el que ni uno ni otro darán su brazo a torcer y que tiene, al final, el veto presidencial como factor definitorio.

PRIMEROS PASOS

Obama de antemano se mostró dispuesto a dialogar con el Congreso y quiso deslindarse de la noción de que él será por empecinamiento personal un obstáculo para el avance de leyes impulsadas por un Congreso republicano. Pero sí puso una línea límite en ciertos asuntos y sugirió alternativas o sesgos que podrían ser tomados.

Por lo pronto, Obama piensa en el corto plazo: su objetivo en lo que queda de 2014 es que el Congreso apruebe más fondos para la lucha contra el ébola en África, le dé una nueva y posiblemente más amplia autorización legislativa para combatir al Ejército Islámico (ISIS) en Medio Oriente y apruebe el presupuesto de modo expedito y sin dramas. Es de suponer que en ello no habría demasiado problema para llega a acuerdos y avanzar.

Pero más allá de ello todo es nebuloso. Obama enumeró varios asuntos y sectores en los que está dispuesto a colaborar con los republicanos para impulsar un trabajo de gobierno y en los que el Presidente ve un consenso muy probable: renovación y ampliación de la infraestructura nacional, impulso a las exportaciones de productos estadounidenses, mitigación de la deuda estudiantil e, inclusive, alza en el salario mínimo.

Aunque no está claro qué tanta colaboración ofrecerían en ello los republicanos, el líder republicano en el Senado Mitch McConnell afirmó también ante los medios de comunicación que, al menos en el tema del presupuesto, su partido no estaría pensando en situaciones como el cierre del gobierno que tuvo lugar en años anteriores.

Pero más allá de ello el panorama no es muy halagüeño para Obama.

DONDE ‘NO PASARÁN’

Hay cuatro asuntos clave en los que muy seguramente el gobierno de Obama presentará una defensa fiera, no necesariamente con éxito fácil: la preservación de Obamacare, el sistema inmigración, el cambio climático  y la política exterior, sobre todo en la lucha contra el terrorismo. Es de suponer que ellos, más los anteriormente listados, sean el eje de lo que le queda de mandato y la base para preparar la elección presidencial de 2016 con mejores perspectivas para el Partido Demócrata que la de 2014.

Obama fue enfático en que, en el caso de Obamacare, no firmará ninguna ley que la anule o adultere, y la posibilidad de veto fue muy clara en esa materia. Sí suavizó un poco su posición al aceptar que la ley es perfectible y se dijo dispuesto a dialogar con los republicanos para mejorarla. Pero Obama reiteró públicamente que la ley de salud que él impulsó ha sido un éxito. Y, presumiblemente, será su principal legado.

En inmigración la cosa es más ambigua. Obama ha reiterado que antes de terminar este año emitirá una acción ejecutiva de alivio migratorio para millones de indocumentados y que redoblará las acciones de control de la frontera. Legisladores federales como el senador Dick Durbin o el representante Luis Gutiérrez han afirmado que esa acción ejecutiva será –o debería ser- amplia y generosa. Pero sus críticos, sobre todo McConnell, han dicho que una acción ejecutiva de esa naturaleza equivaldría a “envenenar el pozo” legislativo y a “agitar una bandera roja frente al toro” republicano.

En contrapartida, lo que parece que será el tono de, al menos, la primera parte de 2015 en el tema, Obama ha dicho que él prefiere que el Congreso promulge una reforma integral, preferentemente basada en el proyecto aprobado con el Senado, y fue enfático en que toda acción ejecutiva sería suplantada por una reforma migratoria formal que él firmaría y que, insiste, el Congreso tiene ahora la posibilidad de realizar. No está claro, desde luego, qué pasaría si las fuerzas más recalcitrantes del Congreso acabaran aprobando una reforma regresiva y criminalizante, lo que tampoco puede descartarse. El veto, quizá, aparecería también en este supuesto.

A ESCALA GLOBAL

En el tema del cambio climático, en el que hay severas discrepancias entre demócratas y republicanos (con algunos entre los últimos de plano negando que tal cambio exista), Obama persistirá en aplicar políticas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero hasta en un 30% para 2030. Pero McConnell ya ha repudiado en el pasado ese plan de Obama. En contrapartida, Obama parece haber flexibilizado su posición en relación al oledoucto Keystone XL, como dio a entender ante la prensa, si se cumplen ciertas condiciones legales, económicas y medioambientales y festinó que el país ha logrado récords de extracción de petróleo y gas y está cerca de la autosuficiencia energética.

Finalmente, está la política exterior, en la que Obama y Hillary Clinton –quien sin decir aún sí es la  puntera por la nominación presidencial demócrata- comparten, en cierto sentido, luces y sombras. Obama ha sido claro en que buscará nuevos poderes de parte del Legislativo para combatir a ISIS en Irak y Siria, no está claro si eso implicaría dar el paso mayor de poner soldados estadounidenses en combate directo. Junto a ello, Ia contención de Irán es un tema un tanto eclipsado por ISIS que no debe dejarse del lado, pues es en él los republicanos son muy insistentes.

Obama parece que buscará, ante la coyuntura de que Teherán e ISIS hacen corto circuito, discretos vasos comunicantes con el régimen iraní pero sin que eso implique una percepción de claudicación que sería oro molido para la crítica republicana. Y si bien Clinton se deslindó desde hace ya tiempo de la política exterior de Obama, suavizar ese asunto de cara a 2016 –sobre todo en el caso de Bengasi, que podría aflorar con intensidad en el próximo Congreso republicano- sería del interés de la Casa Blanca. Al menos en el caso de ISIS Obama ha sido claro que se le combatirá frontalmente, pero también dijo que la lucha será larga y, por el momento, de resultados inciertos en el corto plazo.

El presidente Obama junto a Clinton en la Casa Blanca, cuando ella era su secretaria de Estado. (AP)
El presidente Obama junto a Clinton en la Casa Blanca, cuando ella era su secretaria de Estado. (AP)

OBAMA, EL INDIVIDUO

Poco se ha dicho, en cambio, sobre si Obama tiene algo que decir o proponer en temas espinosos como la aún existente y campeante discriminación y el abuso racistas en el país –Ferguson sigue aún caliente-, problemas ante los que el primer presidente afroamericano podría hacer más para sumar puntos a su legado. Junto a ello está el tema de las libertades civiles, el espionaje y otras lacras de las actividades de inteligencia estadounidenses destapadas por las filtraciones de Snowden. En ello la administración Obama ha quedado identificada como la mala de la película sin nada que pedirle, en tono negativo, a momentos oscuros en administraciones republicanas anteriores. Pero nada indica que vayan a desistir de esa práctica intrusiva en aras de una mayor seguridad nacional.

Con todo, aunque toda mejoría en la economía y la mitigación de las tensiones internas y externas en los próximos dos años le sumarán puntos al Partido Demócrata, no es claro si el ciudadano Barack Obama en sí tendrá un papel preponderante en la campaña de 2016.

Tras las elecciones de este año, en la que muchos candidatos prefirieron deslindarse del Presidente o pagaron un precio por su vinculación con él, no es claro si Clinton o quien obtenga la candidatura demócrata verá a Obama como un aliado al que recurrir durante la campaña para concitar apoyos y donaciones. Es pronto para saberlo, y dependerá mucho del balance de 2015 lo que suceda en 2016.

Pero lo que es cierto es que un Obama maltrecho no le sirve a nadie en el Partido Demócrata, mientras que un Presidente con una mejorada posición y percepción tiene un valor apreciable en todo proceso mayor de transición política.