Triángulos amorosos en el fútbol: traiciones y heridas que aún no cierran
Por mucho que hayan cambiado los hábitos de los futbolistas puertas afuera del club al que representan, poco se modificó el ambiente en el se desenvuelven. Un ecosistema en el cual se habla de “códigos”, pero nadie tiene bien claro cuáles son, dónde están los límites y cuándo es que se quiebran. ¿Qué es ser un ‘sin código’? ¿Cuál es el límite entre el folclore, la burla sana y hostilizar a un ser humano? ¿Vale todo a la hora de ganar? ¿Es la humillación del otro un recurso para tomar ventajas? Para las últimas dos preguntas, la respuesta es no. Claro que no. Pero sabemos que eso existe y, como hinchas, mucha veces se pasa por alto -y hasta se celebra- que nuestro zaguero central le “queme la cabeza” con cuestiones de su vida personal al hábil delantero del rival de turno.
Pero el ambiente del fútbol no cambia. Y si cambia, no evoluciona. Es arcaico, machista, narcisista… Si eres homosexual, cuidado con “salir del closet”, ya que tu carrera puede acabar. No importa lo bueno que seas o la dedicación que demuestres en los entrenamientos -triste realidad. Ahora bien, ¿Qué pasa si tu entorno profesional y el ambiente del fútbol en general (hinchas incluidos) se enteran de que tu pareja te “engaña” con un/una colega? Además, algo que casi nadie piensa: ¿Cómo se sienten las parejas ‘no famosas’ involucradas en estos escándalos mediáticos? ¿Y las familias?
Hay algunos casos de ese tipo podrían definirse como “icónicos”. Veremos cómo terminaron y qué trato recibieron ambas partes; es decir, el que “no tuvo códigos” y el que sufrió la humillación. Intentaremos, a su vez, saber qué sucedió con el resto de los actores de la trama.
Sucede en todos lados. En Latinoamérica se han escrito varios capítulos de estos culebrones. Pero, atención, en Europa también se consigue. Aquí, sólo tendremos en cuenta los casos comprobados, aquellos que fueron asumidos por sus protagonistas. Algunos, aún no se resuelven.
Tuzzio-Ameli: Amor y odio, traición y destinos dispares
El primero de ellos comenzó a gestarse en 1998. Tras su paso por la Selección Argentina, Alfio Basile se había hecho cargo de San Lorenzo y necesitaba rearmar la defensa tras la salida del emblemático zaguero Oscar Ruggeri. No alcanzaba con Eduardo Tuzzio que, a pesar de demostrar gran jerarquía, pecaba por su juventud. Reclutaron, entonces, a Horacio Ameli, de gran desempeño en el ascenso de Colón de Santa Fe. En ese momento, llegaba tras dos temporadas en el Rayo Vallecano, de España. Enseguida, ambos defensores comenzaron a entenderse, dentro y fuera de la cancha. Un gesto o un grito bastaban en situaciones riesgosas, en partidos complicados. Afuera era igual, las rondas de mate o las cenas en familia los hermanaban. Se conocían las manías, las obsesiones, los gustos. Discutían, pero todo estaba en paz después de un (pequeño) gesto cómplice.
Pasó Basile, llegó Manuel Pellegrini y, contando con la solvencia de Tuzzio y Ameli, forjó uno de los mejores equipos del fútbol argentino de los últimos tiempos. Fueron campeones del torneo Clausura en 2001 y, a pesar de su juventud, ambos eran estandartes del plantel. 'Peleaban' con la dirigencia de San Lorenzo por las deudas, por los premios. Seguían unidos, cada vez más; tanto que Coco decidió presentarle una exnovia suya a Tuzzio y todo corrió de maravillas. Tal es así que enseguida se convirtió en la madre de sus dos hijos.
Tras el exitoso paso por San Lorenzo, Ameli dio el salto hacia River y, enseguida, Tuzzio lo acompañó. Otra vez serían dirigidos por Pellegrini, quien contaba con la seguridad de la pareja de centrales para armar el resto del equipo. Fueron campeones nacionales en 2004 con el Millonario. Sin embargo, en 2005, previo a los encuentros de cuartos de final ante Banfield, por la Copa Libertadores, se desató la tormenta. Tras comprobar lo que creía imposible, hasta que tuvo pruebas contundentes, Tuzzio explotó y descargó toda su furia contra su (hasta allí) amigo, en medio de un vestuario de River incrédulo, que los separó aún sin saber de qué se trataba aquello.
Luego todos lo supieron (todo un país): La esposa y madre de los hijos de Tuzzio tenía una relación paralela con su compañero de equipo, con ese "hermano" que terminó clavándole un puñal por la espalda.
Poco después, Tuzzio pidió disculpas y reunió a todo el plantel para contarles lo sucedido entre lágrimas, avergonzado. Enseguida, sus compañeros lo ‘abrigaron’, le dieron su total respaldo. Además, el repudio generalizado dio pie al pedido de los jugadores -comandados por Marcelo Gallardo, hoy DT de River- de separar a Coco Ameli del plantel. Leonardo Astrada, entrenador del Millonario en aquel momento, decidió postergar un poco la sanción para no desmantelar el equipo. Pudieron con Banfield pero fueron eliminados en semifinales por el San Pablo y, ahí sí, Ameli fue “borrado”.
Tuzzio, por su parte, se fue transferido al Mallorca, de España. “Estaba muy mal, necesitaba cambiar de aire. Dejé a mis hijos, me fui solo. Pero era una decisión que debía tomar, no tenía alternativas. En España nadie sabía de nada y logré crecer. Tanto que ya superé aquel episodio”, contó el defensor cinco años después, en una entrevista con El Gráfico. Entre tanto, de regreso en Argentina, debió lidiar con los cánticos ofensivos de todas las hinchadas rivales y convivir con la cruz del “cornudo”, esa tan pesada para quienes la cargan y tan liviana para quienes la estampan sin sentir culpa ninguna. Se retiró en Ferro Carril Oeste en 2014, tras convertirse en “ídolo” de Independiente por su desempeño y entrega en momentos difíciles, entre 2009 y 2013.
Para Ameli, en cambio, fue un salto al vacío. Su carrera acabó, aunque no literalmente. De entrenar con las inferiores de River, sin trato con el plantel profesional que lo rechazaba a pesar del pedido de reincorporación de algunos entrenadores (como Reinaldo Merlo), pasó a préstamo a Colón, donde tampoco pudo hacer pie y, en un puñado de partidos disputados como titular, sólo encadenó errores, como un gol en contra en un juego ante Boca. Regresó a River, a su "prisión", donde entrenó en soledad hasta retirarse, en 2007.
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El problemático “Terry” y la revancha de Bridge
A pesar de que aquel episodio Ameli-Tuzzio, Tuzzio-Ameli alimentó a la prensa argentina, no hay punto de comparación con el show que montaron los medios británicos -sobre todo, los más sensacionalistas- durante el affaire que John Terry manttuvo con la pareja de su amigo hasta ese momento, Wayne Bridge.
De Terry siempre se conocieron sus antecedentes, aquellos que no lo incriminan. Familia problemática (su padre era acusado por vender drogas, su madre por robar ropas), chico de los suburbios. Siempre apegado a los escándalos, alguna vez declaró que había engañado a su mujer, Toni Poole, quien lo acompañó desde sus inicios. “Es cierto, la engañé, pero no voy a hacerlo más y quiero casarme con ella más que ninguna otra cosa”, dijo el futbolista en una entrevista que le hicieron en 2005. Toni lo perdonó y, claro, se casaron.
En el Chelsea, Terry conoció a quien sería su nuevo aliado, amigo fiel, Wayne Bridge. Eran muy apegados, confidentes. También eran vecinos, ya que decidieron vivir en el mismo predio. Eso hizo que sus mujeres, Toni y la modela francesa de lencería Vanessa Perroncel se convirtiesen en 'íntimas'. Más de una vez la cámara las sorprendió a ambas ‘cuchicheando’ en el palco de Stamford Bridge.
No obstante, Bridge abandonó el Chelsea en 2008 para firmar con el Manchester City y, según se supo en ese momento, ese cambio de equipo propició la separación del defensor con Perroncel. Aquella mentira duró poco. La verdad es que Terry mantuvo una relación de cuatro meses con Vanessa, quien era la esposa de su amigo Wayne. Todos lo sabían, excepto la prensa. Sin embargo, antes de la Copa del Mundo de 2010, el juez que llevaba la causa en sigilo decidió levantar la prohibición. La noticia fue inmediatamente levantada por periódicos, revistas y programas. "La libertad de vivir como uno quiera es una de las más valiosas, pero también lo es la libertad de criticar conductas socialmente dañinas o erróneas. Nadie sugiere que [el affaire de Terry] deba ser ilegal, pero hay quien puede sugerir que haya que disuadirle de su conducta", dijo el magistrado.
A partir de ese momento, Terry perdió los patrocinios de Samsung, Umbro y Nationwide, que le reportaban casi cinco millones de euro anuales. Poco tiempo después, fue humillado por el propio Bridge, quien lo dejó con la mano extendida al momento del tradicional saludo de los equipos, en un duelo entre Chelsea y Manchester City (triunfo de los Ciudadanos, con baile de Tevez sobre Terry incluido). Una especie de revancha.
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La leyenda de Caminero y Simeone
Si bien en España muchos lo dan por sentado, nosotros llevaremos con cautela el caso. Lo cierto es que cuando Diego Simeone asumió como entrenador del Atlético de Madrid, en 2011, algunos fantasmas revivieron. En la presentación del Cholo como nuevo DT del Colchonero, se hizo referencia al "morbo", ya que allí mismo estaba el director deportivo del club, José Luis Pérez Caminero... conocido por todos como Caminero, simplemente. Ambos habían sido compañeros en la década del 90' como jugadores y, según "aseguró" un reconocido periodista radiofónico de aquella época, el madrileño habría tenido un romance con la mujer del argentino.
El rumor fue aprovechado, no sólo por la prensa sino también -claro- por los simpatizantes rivales, que cada vez que podían le recordaban ese episodio al Cholo. Del "Caminero, te f... a la mujer de un compañero", los ultras pasaron al "Ole, ole, ole, c... Simeone". Aseveraciones sin pruebas, hay muchas. A 22 años de aquello, sin embargo, no hay evidencias.
Un escándalo sexual, una víctima, ningún culpable
El último caso es, sin dudas, el más delicado de los tres. El más complejo, el que aún no está cerrado. Al grano. Martín Benítez, hoy futbolista del plantel profesional de Independiente era una promisoria figura del club cuando, a principios de 2014, decidió ir con su “amigovia” Giuliana Peralta a terminar la noche en el apartamento de un amigo tras divertirse en una disco de Quilmes, provincia de Buenos Aires. “Me gasté toda la plata en champagne”, le habría dicho el atleta a la chica cuando ella le preguntó si no sería mejor ir a un hotel. La joven entendió, aceptó la respuesta y allá fueron.
Poco después, Benítez y Peralta se quedaron dormidos. Entre tanto, el dueño del inmueble, Aléxis Zárate, regresó acompañado de Christian Pérez (ambos compañeros de Benítez en Independiente) y un par de chicas que desaparecieron de un momento a otro.
Dos días después de aquella madrugada de domingo, Peralta denunció que Zárate se había metido en la cama donde dormía con Benítez y que el defensor había abusado sexualmente de ella. Benítez, que se despertó tras escuchar los gritos de su pareja, decidió no ponerse de uno u otro lado a la hora de declarar ante el juez. “Está en la duda, por eso no agarra a trompadas a Zárate ni le dice nada a la chica”, dijo Roberto Schlagel, abogado del centrocampista.
Por otra parte, Zárate, que hoy está en Temperley, declaró: “Yo lo hice, pero con el consentimiento de ella. Creo que se enojó porque no usé preservativo”.
Dos años después, Benítez es una de las figuras del Rojo de Mauricio Pellegrino. Zárate fue prestado a Temperley y elogió la actualidad de quien hoy continúa siendo su amigo. “Me alegro por Martín, está viviendo un momento espectacular”, dijo, poco después de que se rechazara el pedido de prisión preventiva contra él.
Por su parte, la familia de Giuliana Peralta aún sigue buscando justicia por su hija. “Ya no va al gimnasio, ni a fiestas y le cuesta relacionarse. Sufre depresión e insomnio. Es atacada en las redes sociales y llora cada vez que se habla del tema”, dijo Patricia Urbina, la madre de la joven. “Ver que ellos retomaron sus vidas normales y hoy todo el mundo se olvidó de esto, representó un golpe muy bajo para mi hija”, agregó la mujer. El caso no está cerrado.
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