Cuando Napoleón quiso escapar rumbo a América

Tras abdicar como Emperador de Francia, se urdió y financió un plan con el que llevar a Bonaparte a los EEUU y una vez allí convertirlo en asesor del Gobierno en materia militar

Napoleón a bordo del HMS Bellerophon rumbo a la isla de Santa Elena (Wikimedia commons)
Napoleón a bordo del HMS Bellerophon rumbo a la isla de Santa Elena (Wikimedia commons)

La humillante derrota del ejército francés en Waterloo fue la gota que colmó el vaso y desencadenó una serie de cambios políticos en el país galo, siendo el más significativo de todos la abdicación de Napoleón Bonaparte como Emperador y su posterior destierro a la isla de Santa Elena, una colonia británica situada en pleno Océano Atlántico entre los continentes de África y América.

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Y es precisamente rumbo a América el lugar al que había ideado escapar cuando, el 3 de julio 1815, llegó al puerto de Rochefort (sudoeste de Francia) donde lo esperaban los militares británicos a bordo de una impresionante flota que colapsaba los accesos y salidas por mar.

No se sabe a ciencia cierta quién fue el ideólogo que planeó llevar a Bonaparte hasta el continente americano, pero, según todo parece indicar, se señala a Stephen Girard, un banquero de origen francés y que llevaba residiendo varias décadas en los Estados Unidos. En aquellos momentos estaba considerado como el hombre más rico de toda América.

A Girard se le debe el haber salvado del colapso económico a los EEUU cuando desembolsó una gran cantidad de dinero durante la guerra anglo-estadounidense de 1812, motivo por el que tenía bebiendo de su mano a los más insignes e influyentes políticos estadounidenses, entre ellos el presidente James Madison y el expresidente y exembajador en Francia Thomas Jefferson, quienes hubiesen visto con buenos ojos acoger en el país a Bonaparte.

El banquero francés financiaba todo el plan para trasladar a Napoleón, y un nutrido grupo de personas cercanas al antiguo emperador, quienes tenían que embarcar en una fragata que los llevaría hacia los Estados Unidos.

Todo parece indicar que, una vez en América, Napoleón tomaría el seudónimo de ‘Coronel Muiron’, en memoria de su gran amigo y compañero de armas Jean-Baptiste Muiron, quien falleció a los 22 años de edad tras salvar la vida de Bonaparte.

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Pintura que representa el momento en que Napoleón abdicó (Wikimedia commons)
Pintura que representa el momento en que Napoleón abdicó (Wikimedia commons)

Una vez en los EEUU, como el Coronel Muiron, Napoleón se convertiría en asesor del gobierno en materia militar y pondría a disposición del inquilino de la Casa Blanca todos sus conocimientos.

Era consciente de que su experiencia y conocimientos podrían ser de gran ayuda, motivo por el que también se había planteado la posibilidad de ofrecerse como asesor a gobernantes de otros países de América, aprovechando que muchas naciones, del centro y del sur del continente, en esos momentos se encontraban librando sus particulares guerras para independizarse de España.

Pero los supuestos planes de escaparse rumbo a América de Napoleón se fueron al traste cuando, tras su abdicación y posterior llegada al puerto de Rochefort, comprobó cómo era imposible huir por mar desde allí.

De haberlo podido realizar debería hacerse de manera rocambolesca, pero al orgulloso Bonaparte le parecía que era una manera indigna para el emperador de los franceses.

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Tras una semana de espera en la población portuaria francesa, Napoleón finalmente prefirió subir a bordo del HMS Bellerophon, el buque de la Marina Real Británica en el que le esperaba el almirante Frederick Lewis Maitland y ante quien se presentó diciendo las siguientes palabras: ‘He venido para ponerme bajo la protección de su príncipe y sus leyes’.

Maitland, en señal de respeto, se inclinó ante Napoleón quien partiría a bordo de aquel buque hacia la isla de Santa Elena, el lejano lugar escogido por los ingleses para desterrarlo.

Como nota curiosa, cabe destacar que en 1820, estando Napoleón gravemente enfermo (falleció un año después), se urdió un plan para ir a rescatarlo en submarino y llevarlo hasta los Estados Unidos. Al frente de la operación se encontraba un peculiar personaje llamado Thomas Johnstone. Pero el relato de cómo se planeó bien se merece otro post que publicaré próximamente.

Fuentes de consulta: napoleon-series / uchicago / npr

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