Pero, ¿quién es San Francisco?

Pues ni más ni menos que el más santo de los italianos y el más italiano de los santos. Así rebautizó Vincenzo Gioberti a san Francisco de Asís, y así le conocen sus compatriotas: “Il più santo tra gli italiani, il più italiano tra i santi”. El Papa Francisco se los ha metido en el bolsillo a todos. Ha elegido llamarse como el patrón del país, y eso no se le había ocurrido a ninguno de sus 265 antecesores.


Era un nombre sin estrenar. Francesco, el de los pobres, el de los animales, el “poverello”. Un hombre que se convirtió a los 24 años (Jorge Bergoglio se ordenó sacerdote a los 33); un hijo de familia noble que se despojó de todos sus bienes (el Papa Francisco se ha despojado de todos los ornamentos, más allá de la simple sotana y de la cruz: ni siquiera se ha puesto los zapatos rojos y sigue calzando los negros de siempre); un hombre que eligió una vida de oración, penitencia y misión. Exactamente lo mismo que le espera al nuevo sucesor de Pedro.

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De las muchísimas cosas que le pasaron a san Francisco, contadas en biografías sesudas y cuentos infantiles, en películas cursis y en grandes superproducciones de Hollywood, hay una que recobra toda su actualidad gracias al hasta ahora arzobispo de Buenos Aires. Un día, rezando en la pequeña capilla de Asís –pequeño pueblo medieval situado entre Roma y la Toscana-, el santo escuchó unas palabras que marcaron su vida para siempre: “Francesco, va’ e repara la mia Chiesa” (Francisco, ve y repara mi Iglesia). Se las dijo Jesucristo. Desde el crucifijo que presidía, y preside hoy en día, la pequeña iglesita de san Damián.


Cuentan los franciscanos que ahí nació esta oración: “Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento”. Palabras que también hoy hace suyas este jesuita que, en vez de llamarse como su fundador (Ignacio de Loyola) ha escogido al hermano de Asís. Quizá oyó la misma voz en la Capilla Sixtina: “Francisco, ve y repara mi Iglesia”. El caso es que hasta ahora ningún papa italiano se había atrevido a tomar prestado el nombre del más santo… Quizá en Argentina tienen menos miedo a las comparaciones.