Los pájaros se huelen para elegir pareja

Un grupo familiar de gaviotas del género <i>Rissa</i>. (Photo by Dan Kitwood/Getty Images)
Un grupo familiar de gaviotas del género Rissa. (Photo by Dan Kitwood/Getty Images)

El incesto está extendido como tabú en prácticamente todas las culturas humanas. No sólo eso, también lo está – en mayor o menor medida, y entendiendo tabú en sentido laxo – en muchos mamíferos. Y según un estudio reciente, también en aves, y por un mecanismo similar: los parientes se reconocen por el olfato.

Razones para evitar la endogamia – la descendencia de individuos cercanos genéticamente – hay muchas. Una de ellas tiene que ver con el sistema inmune. Cada individuo tiene un sistema inmune propio, que aparece como “mezcla” del de sus progenitores.

Cuanto más se parezcan los padres, menos diverso será el sistema inmune de los hijos, y peor protegerá de posibles infecciones. Porque los parásitos también aprenden.

Por eso, cuando los animales escogen pareja buscan a individuos con un sistema inmune diferente al suyo. En concreto, lo que se busca es que los complejos mayores de histocompatibilidad (MHC por sus siglas en inglés) sean distintos. El MHC sirve para reconocer qué es propio – qué tejidos y células son de un organismo – y qué es ajeno. Y cuando algo es ajeno, disparan la respuesta inmune.

Pero claro, los animales no son capaces de determinar el MHC. No se ponen a realizar análisis genéticos, o pruebas antigénicas. Tiene que encontrar otra solución. La han encontrado en el olor: desde hace tiempo se sabe que el olor de ciertos compuesto corporales – principalmente la orina y el sudor – dependen del MHC. Y por lo tanto de los genes.

En mamíferos fue donde primero se demostró que se escoge pareja en función del olor corporal. Buscando que fuese distinto, evidentemente. En ratones se demostró que seleccionaban aquellos pretendientes con un olor de orina suficientemente distinto del propio.

¿Y que pasa en aves? Hasta hace poco se pensaba que prácticamente carecían de sentido del olfato. Ahora se ha demostrado que no es así, pero no parece que se pueda olisquear la orina. Más que nada porque la composición no es igual. Ni, por decirlo de manera fina, la presentación – aparece mezclada con heces, por ejemplo.

Pero muchos pájaros – de hecho, casi todos – cuentan con una glándula uropígea. Que tiene otro nombre, mucho más sencillo y descriptivo: glándula del acicalamiento. Les sirve para limpiarse y “ponerse guapos”, y al mismo tiempo les impregna de su propio olor.

Olor que también está relacionado con su MHC, y por tanto su sistema inmune. Al menos, así lo han demostrado los investigadores en gaviotas del género Rissa. Aunque parece que los resultado son extrapolables a todas las aves con esta glándula. Es decir, que funcionará igual en la práctica totalidad de pájaros.

Gracias a este olor las hembras seleccionan a los machos con lo que tienen, genéticamente hablando, poco en común. Y de esta manera evitan la endogamia, y mejoran su supervivencia.


Historia original: Yahoo España