Las hormigas toman decisiones democráticas
Un asunto que despierta mucho interés entre los biólogos son las estrategias para tomar decisiones de los animales. Especialmente en organismos eusociales, aquellos que viven en comunidades que se pueden llegar a considerar como un único "superorganismo".
Es decir, insectos como las hormigas, abejas, termitas y demás. ¿Cómo pueden, con un cerebro tan pequeño, y que tiene una capacidad de procesar la información muy baja, tomar decisiones tan complejas? La última respuesta que han encontrado es muy interesante: tomando las decisiones entre todas.
Esto es lo que se explica en un artículo publicado en la revista Current Biology. Para realizar este trabajo, los investigadores se han centrado en una especie de hormiga que habita el oeste del continente americano y algunas regiones de Europa, la Temnothorax rugatulus. Esta hormiga de color rojo tiene un tamaño muy pequeño, de unos 2,5 milímetros de longitud. Viven en pequeños grupos sociales que se asientan en hendiduras en las rocas de zonas forestales.
Sus hormigueros son muy frágiles. Es bastante habitual que otros animales golpeen las rocas en las que habitan y las dejen inutilizadas, o que las salidas queden cerradas por materiales del propio bosque. Otro problema con el que se suelen enfrentar es que estas hendiduras suelen ofrecer un espacio reducido. Al
aumentar el número de individuos, estos refugios se quedan pequeños.
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Cuando ocurre alguna de estas cosas, deben encontrar otro lugar para vivir. La suerte que tienen es que los lugares donde habitan ofrecen muchas oportunidades. Y ahí es donde entra el proceso de decisión: escoger cuál de los posibles lugares es el que mejor oportunidades les da.
El primer paso que dan es enviar exploradores, individuos que vayan a buscar sitios útiles. Cada uno de ellos sale en una dirección y no regresa hasta haber localizado una hendidura apropiada. Cuando vuelve a la colmena, comienza a producir una sustancia que atrae a otra hormiga. Ésta acompaña a la exploradora hasta el posible nuevo hábitat, y allí toma su decisión.
En caso de que a la segunda hormiga no le convenza el sitio elegido por la exploradora, simplemente se desengancha de ella y vuelve por su propio pie al nido. La exploradora descarta ese sitio, sigue buscando y vuelve al nido cuando ha encontrado otro lugar, comenzando de nuevo el proceso.
Si le gusta, vuelve junto con su compañera al hormiguero. Las dos juntas se ponen a producir la feromona que sirve para atraer a una tercera. Las tres hormigas unidas salen a visitar el posible nuevo nido, y la tercera toma su decisión. Cuando suficientes hormigas han dado su visto bueno a un lugar, todo el hormiguero se desplaza hasta su nuevo hogar.
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La explicación que han encontrado los científicos es muy elegante. Como una sola hormiga no tiene suficiente capacidad como para tener en cuenta todos los factores, lo que hacen es utilizar la capacidad sumada de varias hormigas para estudiar las posibilidades.
Para comprobar esto, realizaron un experimento en el que obligaron a una exploradora a tomar la decisión entre ocho lugares, cuatro de ellos poco adecuados para vivir. La cantidad de información — cercanía a fuentes de alimento, temperatura, humedad, protección — era demasiado grande para que pudiese procesarla. A esta situación se le denomina sobrecarga cognitiva. Como consecuencia, en la mayoría de los casos tomaba la decisión errónea.
Repitieron el experimento cambiando a una única exploradora por una colonia completa. Y en este caso, el porcentaje de veces que elegían un sitio adecuado era del 90%. Es decir, que al tomar la decisión de forma comunitaria conseguían evitar la sobrecarga.
Fuente: Yahoo! España
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