Las bondades del trasplante fecal

Las heces fecales podrían convertirse en una reveladora medicina.
Las heces fecales podrían convertirse en una reveladora medicina.

Abra su mente y responda: ¿dejaría usted que introdujeran en su cuerpo excrementos de otra persona? Si su reacción inicial fue un mohín de asco, sepa que el trasplante fecal gana adeptos y se consolida como una terapia altamente efectiva contra el clostridium difficile (C. diff), parásito causante de unas 14.000 muertes al año en Estados Unidos.

Según la práctica y diversos estudios clínicos, el peligroso C. diff resiste el ataque de los antibióticos, pero cede ante las bacterias de las heces fecales de una persona sana: las mismas, al ser implantadas en los intestinos de un enfermo, desalojan a los microbios dañinos, restablecen una flora funcional y remedian la infección.

Los índices de cura superan el 90 por ciento de los casos, pero el tratamiento aún enfrenta ciertos prejuicios médicos, así como los remilgos de quienes lo consideran otra vulgar forma de coprofagia (del griego phagos, devorar, y kopros, excreta).

De la “sopa amarilla” al sucedáneo sintético

El trasplante fecal es una vieja práctica. Ya en el siglo IV lo realizaban en China, por vía oral, mediante sorbos de lo que llamaban la “sopa amarilla”. Otras culturas mantienen la costumbre de hacerle tragar al recién nacido una minúscula porción de las heces maternas, para activar lo antes posible el sistema inmunológico del bebé.

El transplante se realiza por métodos tradicionales como el enema (Chris Ubik - Flickr)
El transplante se realiza por métodos tradicionales como el enema (Chris Ubik - Flickr)

La medicina veterinaria emplea este método desde la pasada centuria y en Estados Unidos comenzaron a aplicarlo, de manera esporádica, hace más de medio siglo. Su popularidad ha crecido en ese país en los últimos años, aunque la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA) solo autorizaba a realizar trasplantes fecales a médicos con un permiso federal especial.

Ante la creciente presión de galenos y pacientes, la FDA flexibilizó el pasado año sus regulaciones al respecto. Todavía pocos enfermos han sido sometidos a este tratamiento. Algunos carecen de un donante y otros desconocen este procedimiento o les parece peligroso, aunque no se han reportado reacciones adversas.

También pesa el hecho de que, a pesar de los fines curativos y el respaldo científico, se trata pura y llanamente de mier*$&. Por suerte para los más melindrosos ya existen sucedáneos sintéticos tan o más eficaces, como la “Magic Bullet”, un concentrado de bacterias fecales encapsulado en una píldora de gelatina, o el “Repoopulate”, una solución salina bastante parecida a un batido de vainilla.

Conservando la caca ideal

Las heces salvadoras pueden ser implantadas por diversas vías: nasal, oral o anal, a través de una endoscopia, una colonoscopia o un enema. Eso sí, el éxito del tratamiento depende de la calidad de la muestra. Para garantizarla existen bancos como OpenBiome, que acopian, conservan y suministran los prototipos a doctores y hospitales.

No cualquiera puede donar sus heces. Quien sufra algún trastorno gastrointestinal, haya consumido antibióticos recientemente o haya viajado a países cuyas aguas sean potenciales causantes de enfermedades queda excluido. Luego, el donante es rigurosamente analizado para descartar patologías que se transmitan mediante fluidos corporales, como el VIH o la sífilis, así como otros desórdenes asociados a las bacterias intestinales, desde síndromes metabólicos hasta afecciones autoinmunes.

Solo cuando existe plena certeza de que el posible donante es alguien completamente sano, OpenBiome acepta su eyección, la procesa y pone a disposición de la medicina.

El cuerpo humano está habitado por millones de bacterias (Courtesy of Pacific Northwest National Laboratory)
El cuerpo humano está habitado por millones de bacterias (Courtesy of Pacific Northwest National Laboratory)

En busca de nuevos milagros fecales

Se trata de materia fecal, no de la piedra filosofal. Si bien anula el C. diff, el transplante fecal no cura necesariamente otras dolencias de origen microbiológico. No obstante, el criterio de que patologías como el asma, la diabetes, ciertas alergias y cardiopatías e, incluso, el autismo, podrían estar relacionadas con los trillones de bacterias que nos habitan y rodean, ha dado pie a diversas investigaciones en busca de nuevos milagros fecales.

El ser humano es considerado un ecosistema donde conviven células y bacterias. De hecho, el microbiólogo Julian Davies, profesor emérito de la University of British Columbia, asegura que somos “un 10 por ciento humanos y el resto puro microbio”. Si alguna anomalía rompe ese equilibrio, el organismo enferma y requiere medicinas. Pero los antibióticos no solo matan a los patógenos, sino también a bacterias útiles.

Restablecer tal equilibrio sin amenazar a los microbios “buenos” plantea un desafío en el cual los trasplantes fecales muestran un camino esperanzador. Quizás sea cierto que, después de todo, la solución a muchos problemas está dentro de uno mismo.