Exoplanetas exóticos, la Tierra con forma de ojo
Esta semana, gracias al conocido blog Eureka, del astrofísico y divulgador Daniel Marín, he llegado a descubrir un tipo "teórico" de exoplaneta (aún no hemos descubierto ninguno) que me ha hecho replantearme la imagen que me viene automáticamente a la cabeza cuando pienso en planetas habitables. Se trata de las Tierras con forma de ojo.
Hace unos mesesles comentaba que el 75% de los 100.000 millones de soles que existen en nuestra galaxia son enanas rojas con tipo espectral M ("enanas M" para abreviar). Estas estrellas son más pequeñas que nuestro sol, y su luminosidad muy baja, de modo que para que un planeta que la orbite pueda ser habitable, forzosamente ha de encontrarse muy cerca de su estrella.
Teóricamente, la cercanía de un planeta rocoso a su estrella madre podría permitir la presencia de agua líquida en superficie, aunque a cambio el planeta pagaría un precio: quedar atrapado por el acoplamiento de marea a su estrella madre. En otras palabras, el planeta mostraría siempre la misma cara hacia su sol, un fenómeno que contemplamos aquí mismo, desde la Tierra, cada vez que observamos nuestra propia luna.
Pues bien, como resultado de esta configuración, un planeta típico con forma de ojo tendría, dependiendo de la cantidad de agua que albergase, un desierto o un océano gigante (en ambos casos a temperaturas altísimas) en uno de sus hemisferios, mientras que la otra cara permanecería siempre privada de la luz del sol, formando tal vez un gigantesco casquete glaciar.
Sin embargo, y aquí viene lo verdaderamente sorprendente, en los "terminadores" del planeta (la franja que delimita la frontera entre el día y la noche) podría existir una zona que reuniese las condiciones adecuadas para la presencia de agua líquida, y justamente ahí es donde los astrobiólogos darían un mes de sueldo si con ello pudieran observar en busca de vida.
Como bien explica Daniel, el apodo "eyeball earths" (tierras con forma de ojo) viene de la curiosa disposición de las diferentes zonas climáticas (véase imagen superior), la cual hace que en efecto el planeta se asemeje a un globo ocular.
Como antes os comentaba, la importancia de este clase planetaria viene en realidad del inmenso número de estrellas de tipo enana M que existen en nuestra galaxia. Inicialmente no se las consideraba de demasiado interés a la hora de buscar planetas susceptibles de albergar vida, pero las últimas estimaciones cuentan con que el 48% de las estrellas enanas rojas podrían tener exoplanetas orbitándolas.
Mientras esperamos que nuestras herramientas actuales (el Telescopio espacial Kepler por ejemplo) encuentren el primer planeta-ojo, el proyecto HABEBEE liderado por Daniel Angerhausen pretende construir modelos informáticos de exotierras orbitando a enanas rojas a diversas distancias. Con ello se intenta estudiar parámetros como su densidad, intensidad de campo magnético, cantidad de agua, etc., antes incluso de que los astrónomos nos den la buena noticia.
Angerhausen planea además estudiar la adaptabilidad de algunos microorganismos (entre los que se incluyen extremófilos) a estos mundos teóricos, para intentar comprobar si podrían sobrevivir en exoplanetas tan exóticos como las Tierras con forma de ojo.
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Fuente: Yahoo! España
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