Un extraño caso de histeria colectiva

Lori Brownell era una adolescente popular en el pueblo de LeRoy, Estado de Nueva York. En agosto pasado comenzó a desmayarse. Los médicos le recetaron una píldora que no funcionó, y desde entonces ella sólo empeoró. Acertaron con el diagnóstico cuando aparecieron los últimos síntomas: temblores en todo el cuerpo, contorsiones, aplausos y gritos involuntarios, tics en una de sus manos y gruñidos descontrolados. Sufría el síndrome de Tourette. Un trastorno poco conocido, pero nada misterioso. Aún así, Lori mostró su enfermedad en un video. Se hizo aún más popular.

La cosa tornó castaño a oscuro cuando 13 chicas y un chico, todos alumnos del LeRoy Junior-Senior High School, el colegio al que concurría Lori, presentaron los mismos síntomas. Tanto Lori como algunas compañeras decidieron exhibir su problema a través de Youtube. Así, lo que había sido una curiosa crisis de salud mental confinada en una pequeña localidad cobró vuelo nacional.
De la agenda nacional pasó a la mundial cuando el caso fue tomado por la activista Erin Brockovich, famosa desde que Julia Roberts interpretó su vida en la película de Steven Soderbergh. Varios medios se hicieron eco de la preocupación de los padres, que reclamaron a la escuela una explicación para el fenómeno, dado que el síndrome de Tourette no es un trastorno contagioso.
La hipótesis de Brockovich, cuyas opiniones tienen repercusión garantizada en la prensa, es que en los años 70 descarriló un tren con productos tóxicos cerca del sitio donde años más tarde se erigió la escuela. Robert Bowcock, un especialista en medio ambiente que asesora a Brockovich, tomó muestras de agua en cuatro hogares "vecinos a la escuela y al lugar del descarrilamiento".
Bowcock dijo que recién obtendrá el análisis de laboratorio en seis semanas. Sin embargo, nadie parece ansioso por los resultados. La escuela secundaria está a unos 3 kilómetros del sitio donde ocurrió el accidente y ninguna autoridad mencionó una relación entre aquel hecho y una seguidilla de casos de un síndrome que parece de orden neurológico.

De origen hereditario, los afectados por el síndrome de Tourette tienden a realizar movimientos casi rituales, estereotipados e involuntarios y a emitir sonidos llamados tics. Se presentan los primeros síntomas entre los 7 y 10 años y sólo en los EE.UU., se calcula que 200.000 personas padecen la forma más severa de la enfermedad, que afecta también al lenguaje (a través de la coprolalia, que es la tendencia a proferir palabras y frases consideradas culturalmente tabúes u obscenas a causa del carácter desinhibidor del trastorno).

Pero como el síndrome de Tourette no es transmisible biológicamente, cuando se comprobó la propagación de los síntomas entre los compañeros de Lori Brownell comenzaron a tejerse especulaciones conspirativas. La preocupación, por ejemplo, se trasladó al movimiento anti-vacunas cuando un blogger relacionó el comportamiento de los jóvenes con el presunto efecto de una vacuna.

En una agitada conferencia pública, el departamento de salud del estado de Nueva York certificó que en la escuela no había rastros de sustancias peligrosas. Los médicos que atendieron a los jóvenes, de diversas clínicas y hospitales, descartaron que sus pacientes hayan sufrido envenenamiento. Más bien descartan que las causas del "brote" se encuentren en el ambiente, aunque las autoridades del distrito escolar afirmaron que hay planes de hacer más pruebas en el aire que circula a través del edificio de la escuela "a diversas horas del día".

Las advertencias lanzadas por Brockovich fueron consideradas con atención por los padres de los alumnos, que se preguntaron por "presencias sospechosas" cerca de la escuela, como pozos de gas natural no aprobados, la existencia de árboles secos, y una "sustancia naranja" que aparece en un campo de la escuela. Para cada "indicio" las autoridades tuvieron una respuesta (la extraña sustancia anaranjada, por ejemplo, eran hongos no tóxicos) y, como explicación general, un veredicto: el trastorno que afectó a los jóvenes se reduce a un episodio de histeria colectiva.

¿Qué es la histeria colectiva? También llamada "reacción de estrés colectivo", es la rápida expansión de síntomas y signos de enfermedades sin base biológica alguna en más de una persona. El sociólogo Robert E. Bartholomew y el psicólogo Benjamin Radford han escrito en la revista Pensar que es un serio problema no reconocido "que crea una carga financiera en los servicios de emergencias, agencias gubernamentales y las escuelas o lugares de trabajo afectados (que muchas veces deben permanecer cerrados durante días o semanas)" mientras "los funcionarios de Salud Pública y Medioambiente hacen sus investigaciones".

Una pizca de paranoia puede evitar que cometamos algunas imprudencias. Pero el excesivo apego por las teorías conspirativas no sólo confunde, también nos aleja de las chances de encontrar soluciones efectivas.

Con todo, el estrés entre los afectados, que se dispara de las más extrañas maneras, responde a causas concretas. Un padre que aceptó el diagnóstico de histeria preguntó qué estaba haciendo la escuela para reducir el estrés de los estudiantes, y fue gracias a su pregunta el motivo por el cual Kim Cox, Superintendente del Distrito Escolar Central de Le Roy, se comprometió a traer consultores externos para aumentar los servicios de salud mental en la zona.

Si bien no es frecuente, este trastorno de ansiedad social se ha expresado de diversas maneras: visiones masivas de seres sobrenaturales que causan algún efecto entre los testigos, niñas internadas en colegios religiosos que de pronto pierden el habla o la capacidad de caminar, personas que alegan padecer síntomas que atribuyeron a una exposición a monóxido de carbono, alumnos que acusan dolores de cabeza y problemas respiratorios, etc.

La simulación grupal e involuntaria de un trastorno biológico real es lo que, afirman, ha estado sucediendo en el colegio de LeRoy.

Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4