Políticos con la cabeza puesta en Marte
El pasado 22 de marzo, durante su conferencia a propósito del Día Internacional del Agua, el presidente de Venezuela Hugo Chávez hizo entrar a los marcianos a la cancha. El fragmento de su discurso es breve y explícito, vale la pena refrescarlo:
La pregunta es ¿por qué el mandatario venezolano extiende sus denuncias sobre el asedio imperialista hasta el planeta Marte? Enseguida abordaremos el tema. Pero, antes, veremos que la relación entre la política y los extraterrestres no es una excentricidad de los presidentes latinoamericanos, sino que concierne a políticos europeos, norteamericanos y de otros países. Ni siquiera es la primera vez en que un mandatario influyente pone el foco en los alienígenas.
En 1985, Ronald Reagan le propuso a Mijaíl Gorvachov que -frente a una amenaza extraterrestre- ambas potencias se unieran para repeler la eventual invasión. En 1978, Eric Gary, presidente de la isla caribeña de Grenada, exhortó a la Asamblea General de la ONU a proteger la vida en la Tierra de "alguna criatura ultramundana que viniese a despedazarnos, a desollarnos la piel de nuestras espaldas como nosotros hacemos con los árboles". Fue persuasivo: logró que la ONU aprobara una declaración —famosa entre los "expertos en exopolítica", neologismo éste acuñado por los ufólogos— conocida como Resolution 33/426 on Extraterrestrial Life, donde la Asamblea invitaba a a los Estados miembros a "adoptar las medidas apropiadas para coordinar una investigación científica a nivel nacional sobre la vida extraterrestre, incluyendo objetos voladores no identificados". La idea le jugó en contra: mientras el primer ministro de Grenada estaba distraído alertando a la humanidad sobre la amenaza alienígena, el líder marxista Maurice Bishop hacía triunfar a la revolución armada que derrocó al gobierno de Gary.
Otros ejemplos desbordan la política-ficción. El año pasado, Kirsan Ilyumzhinov, gobernador de la sureña región de Khanty-Mansiysk (Siberia), reveló en una entrevista televisiva que había sido abducido por extraterrestres en 1997. El parlamento ruso enseguida se preguntó si Kirsan —multimillonario y presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) desde 1995— estaba en condiciones de ejercer su cargo (aunque no aclararon si les preocupaba más su salud mental o la posibilidad de que revelara secretos de Estado a potencias intergalácticas).
Ilyumzhinov no ignoraba que sus opositores iban a regodearse con sus dichos. "No oculté mi contacto con los extraterrestres pese a que sabía que se iban a reír de mí, o que iban a decir que estoy loco. Tal vez, fue una forma de autosacrificio". ¿Es un excéntrico en busca de notoriedad? Como sea, parece convencido de lo que dice. Ya en 1995, dijo a un periodista del diario ruso Izvestia: "Independientemente de lo que yo les digo, doy instrucciones a la gente en un nivel subconsciente, un código… voy a crear en torno a la república una especie de campo extrasensorial que nos ayudará mucho en nuestros proyectos".
A sus cuarenta y pocos, Ilyumzhinov escribió una autobiografía con capítulos titulados "Sin mí las personas son incompletas" o "Sólo lleva dos semanas matar a un hombre" (sobre el aumento de la delincuencia). En una entrevista a The Independent, explicó que el ajedrez fue importado a la Tierra por visitantes del espacio exterior. Y que debería haber cada vez más personas dedicadas al juego, porque si no son suficientes "los extraterrestres podrían destruir el planeta". Por lo demás, su vida es la de un multimillonario normal. Fue amigo de Saddam Hussein, con quien compartía su fascinación por Star Wars, y del actor, pastor cristiano y karateca Chuck Norris. Hizo construir el mayor templo budista de Europa y logró que en su estado el ajedrez sea asignatura obligatoria en las escuelas primarias, un récord que ni siquiera puede igualar el argentino Alberto Rodríguez Saa, gobernador de la provincia de San Luis y también gran promotor del ajedrez en la región (aunque su entusiasmo por los extraterrestres es más bien sigiloso).
El ex presidente argentino Carlos Saúl Menem también barrenó sobre las fantasías interplanetarias. En 1996, presentó ante alumnos de una humilde escuelita provincial un sistema espacial que "desde una plataforma que quizás se instale en la provincia de Córdoba, estas naves espaciales van a salir de la atmósfera, se van a remontar a la estratósfera y desde ahí elegir el lugar a donde quieran ir... en una hora y media podemos estar desde Argentina en Japón, en Corea o en cualquier parte del mundo".
Durante su primera presidencia, Menem recibió la bendición involuntaria del gurú new age y médico chileno Carlos Warter, quien se jactaba de estar "reclutando agentes para la Agencia de Inteligencia Galáctica" y tener otra identidad, Zarkar, nombre que usaba cuando adquiría la conciencia de un "maestro interdimensional". Menem y Warter se conocieron en 1992, más o menos por la fecha en que el chileno dijo que Menem era un agente extraterrestre. "¿Qué les está diciendo nuestro agente Menem?", se preguntó en una charla ante sus seguidores.
"Lo pusimos acá para que haga una transformación que sólo se puede hacer con afecto...", remató Zarkar-Warter. El 3 de octubre de ese año, durante un viaje oficial a Hamburgo, Alemania, Menem improvisó: "Si todo lo que Julio Verne contaba, ante la incredulidad general, después se comprobó cierto, ¿por qué los científicos de hoy no van a estudiar la posibilidad de la existencia de formas de vida en otros planetas? Eso marca la aparición del universalismo".
Hugo Chávez no viajó tantos años luz como su colega ruso, pero quizás está a la par de Homero Rómulo Cristalli Frasnelli, un antiguo dirigente trotskista y líder sindical argentino conocido como J. Posadas. Según este militante político, fundador en 1947 del Partido Obrero Revolucionario Trotskista-Posadista (POR-t), hoy conducido por su hijo Carlos León Cristalli, existirían civilizaciones extraterrestres aventajadas que podrían socorrer a la Tierra. En los sesenta, Posadas postuló que la tecnología que pudieron haber utilizado los seres del espacio para llegar a la Tierra solo pudo haber sido alcanzada si desarrollaron una organización social semejante al socialismo.
Las ideas de Posadas no desaparecieron con su muerte, en 1981. Fueron retomadas por su viejo camarada, el argentino radicado en Francia, Dante Minazzoli, autor del libro "Por qué los extraterrestres no toman contacto públicamente" (1989) y por un anónimo grupo de ufólogos marxistas italianos conocido como Men In Red, quienes —bajo el apelativo Colectivo Ufología Radicale— realizaron operativos de acción directa como asaltar el escenario durante los congresos "burgueses" sobre ovnis, donde soltaban volantes y leían proclamas para "revolucionar el pensamiento ufológico".
El ideario posadista también engarza con las recientes declaraciones de Hugo Chávez. "Este es el continente con mayores reservas de agua dulce en este planeta", dijo. "Bueno, y hasta donde se sepa, en el Sistema Solar, porque no se ha conseguido agua, o no se ha visto agua, a lo mejor un vapor de agua en Marte creo que recogieron, un vaporcito de agua. En Marte, yo siempre he dicho, u oído, no sería extraño que en Marte haya habido civilización, pero a lo mejor llegó allá el capitalismo (risas), llegó el imperialismo, y acabó con ese planeta". Para algunos, Chávez fue solamente irónico. Pero, al oír las risas, redobló la apuesta y amplió su denuncia: "Ojo, cuidado, miren que hoy aquí, ya, en el planeta Tierra, donde hubo hace cientos de años o menos grandes bosques, lo que hay ahora son desiertos, donde hubo grandes ríos, lo que hay son desiertos, en muchas partes del planeta. Hay un proceso de desertización que pone en riesgo la vida sobre el planeta en el mediano plazo".
Ahora, ¿qué relación tiene la denuncia de Hugo Chávez sobre una eventual intrusión criminal del imperialismo en Marte con el movimiento fundado por J. Posadas?
El hilo conductor es Carlos León Cristalli, conocido como "Joel Horacio". El heredero de J. Posadas es asesor personal del profesor de Historia, ex piquetero y dirigente oficialista argentino Luis D'Elía. Y, tal vez por carácter transitivo, también es hombre de consulta del presidente Hugo Chávez. Carlos "Joel" León preside el Círculo Bolivariano Argentino, es el máximo dirigente del buró de la Cuarta Internacional Posadista y actúa como corresponsal en Buenos Aires del semanario "Temas", una revista chavista hasta la médula. Todo lo cual explica por qué en la sede bolivariana en Buenos Aires —un viejo local sobre la calle Matheu, en el barrio porteño de Congreso— funciona el Comité Central del Partido Obrero Revolucionario Trotskista fundado por J. Posadas.
Poner el acento en este vínculo no significa necesariamente que D' Elía o el presidente Chávez adhieran a las especulaciones de J. Posadas, quien —dicho sea de paso— es autor de perlas como esta: "Hay que decir a los seres de otros mundos, si aparecen, que es necesario intervenir ya, colaborar con los habitantes de la Tierra para suprimir la miseria" (en "Los platillos voladores, el proceso de la materia y la energía, la ciencia, la lucha de clases revolucionaria y el futuro de la humanidad", 1968).
Somos los primeros en advertir que las similitudes del discurso de Hugo Chávez con el pensamiento del posadismo histórico pueden ser casuales. Como sea, omitir la potencial influencia hubiera sido una picardía: a veces hay "coincidencias" que vale la pena subrayar (incluso corriendo el riesgo de ser exageradamente suspicaces).
Ni siquiera el tema es cuestionar la preocupación de Hugo Chávez por la intromisión de las economías capitalistas en los países en vías de desarrollo. Pero sus afirmaciones sobre un imperialismo que amenaza con exterminar la vida en los planetas vecinos llevándose el agua deberían ser acompañadas por un destino más ecológico de los fondos públicos. Esta digresión merece ser explicada: hace poco trascendió que la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) invertirá 180 millones de dólares para patrocinar a la escudería Williams de Fórmula 1, uno de cuyos vehículos conducirá el piloto venezolano Pastor Maldonado, amigo personal del presidente Chávez.
Quién sabe, a lo mejor creer que el capitalismo secuestró el agua de Marte es casi tan coherente como relacionar el rugido de los motores con el socialismo del siglo XX.
Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4