Sí. Tengo miedo. ¿Y ustedes?

No puede ser que casi todas las mujeres estemos locas.

Sí. Tengo miedo. ¿Y ustedes?

Sí, tengo miedo. Y lo he contado. He pasado mucho miedo. Miedo como mujer cuando he vuelto a casa sola, de madrugada, por lugares desiertos.

 

 Yo confieso que he pasado miedo. Que me he puesto las llaves de casa entre los dedos de la mano para usarlas como arma si fuera necesario. Que me he quitado los tacones y andado descalza para correr si hacía falta. Que me compré en Andorra un 'spray' pimienta por si acaso. Que iba con el corazón desbocado y la náusea en el paladar hasta que no entraba en el ascensor de casa. Que algunas noches no salía porque no podía soportar pasar miedo una vez más. Me pasaba con 18. Me pasaba con 25. Y me seguiría pasando ahora si siguiera volviendo sola a casa de madrugada. Para llegar a casa de mis padres había que atravesar varios tramos de una zona peatonal, era imposible que los amigos me dejaran en coche frente al portal, o que le pidiera al conductor de autobús que, por favor, hiciera lo mismo. Así que viernes tras viernes, sábado tras sábado, me obligaba a comerme el miedo, hasta que el miedo podía más que yo. Pocas veces lo comenté con alguien. Son manías de histérica, pensaba. Soy una miedosa. Una cobarde. Una loca. ¿Quién me va a querer hacer daño? No puede ser que tenga pavor de cada hombre con el que me cruzo de madrugada. Ahora descubro que no estaba sola, y que muchas mujeres habéis pasado -o seguís pasando- por lo mismo. La 'tuitera' @barbijaputa escribió hace unos días en 'Eldiario.es' sobre ese miedo, y le llovieron dos tipos de mensajes: por un lado hombres indignados al sentirse tratados como agresores en potencia pero, por otro, decenas de mujeres explicando los mismos temores que ella.

"A mí lo de las llaves me libró de una violación". "Jamás voy sola de noche". "Yo llevaba una navajita". "Yo soy de las que van con el 112 marcado todo el camino". "Gritar '¡a poner la mesa!' cuando encargo comida por teléfono, para que no sepan que vivo sola". "Intentar disimular los pechos". "Seguir al camión de la basura". "Llamar a algún amigo para hablar con alguien hasta que llego bien a casa".

Ya ven, el miedo es real, las mujeres tienen miedo. Quizá habría que pensar por qué y poner remedio entre todos.

(publicado en el número de YoDona del sábado 3 de octubre)

 

Pero claro, tener miedo es estar mal de la cabeza.  Y debo recibir tratamiento urgente.

 

Sí, es un hombre el que me llama tarada mental. Un hombre que, evidentemente, nunca ha tenido el miedo que tenemos muchas mujeres. Todas las amigas con las que he hablado del tema me confiesan que ellas también han pasado -y siguen pasando- por lo mismo: el miedo a ir solas por determinadas calles a determinadas horas.

Pero para algunos hombres somos unas locas.

 

El texto recibió más de un centenar de respuestas en Twitter. Decenas y decenas de mujeres contando el miedo que ellas sentían. ¿Todas locas?

 

 

 

Y no, queridos hombres, no, no se sientan atacados. Pero muchas cosas están fallando cuando las mujeres tenemos ese miedo. ¿O no?