Los santos montan bicicleta

Los santos abundan en la geografía de Quebec, la única provincia francófona de Canadá. Un vistazo a los alrededores de Montreal, por ejemplo, nos revela una constelación de pueblos bendecidos por algún apóstol local: Saint-Bruno-de-Montarville, Sainte-Marthe-sur-le-Lac, Saint-Marc-sur-Richelieu… Es la herencia católica, cuya presencia comenzó a desdibujarse en la vida cotidiana de los quebequenses durante la Revolución tranquila de los agitados años ’60, una huella que aún perdura de las maneras más insólitas.

La agencia Vélo Québec ha retomado graciosamente uno de esos símbolos católicos –la aureola de los santos-- para lanzar su nueva campaña para la Feria de la bicicleta de Montreal, que se celebrará en la metrópoli y sus alrededores entre el 27 de mayo y el 3 de junio próximo. Sébastien Delorme, portavoz del evento, ha calificado los festejos como “una gran misa de la bicicleta” un momento “casi sagrado” que permitirá a los participantes vivir una semana “en el paraíso”. Delorme pareciera, en vez de un profesional de las relaciones públicas, un sacerdote del ciclismo.

La Feria, realizada por primera vez en 1999, propone cuatro circuitos: la Operación bicicleta-trabajo (Opération vélo-boulot), el Desafío metropolitano, el Tour de la isla de Montreal y Un tour nocturno por la ciudad.

El primero de ellos, vigente durante todo el año en el medio empresarial, estimula a los empleadores y su personal a optar por esa forma de transporte alternativa para llegar al trabajo cada día. Según los argumentos de Vélo Québec para sostener este programa, 10 bicicletas ocupan el mismo espacio que un auto, no contaminan el medio ambiente con gases de efecto invernadero, reducen los embotellamientos y hacen que los empleados acudan con más entusiasmo a cumplir con sus tareas.

La publicidad de la agencia y el respaldo oficial han calado en la población de la urbe de 1,6 millones de habitantes. En 2010, de acuerdo con el informe El estado de la bicicleta en Quebec, de Vélo Québec, el 53 por ciento de los montrealeses utilizaban ese sencillo vehículo como medio de transporte. En la provincia canadiense el número de ciclistas aficionados se eleva a cuatro millones, lo cual representa más de la mitad de su población.

Claro, el fanatismo de los quebequenses por la bicicleta no supera al de ciertas naciones europeas, donde el ciclismo constituye prácticamente una religión. En los Países Bajos se cuentan más bicicletas que habitantes, mientras que cerca del 80 por ciento de la población de ese país, de Dinamarca y Alemania practican el ciclismo como una actividad cotidiana. En Estados Unidos esa cifra ronda el 30 por ciento y en Australia apenas excede el 10 por ciento.

Vélo Québec, fundada por el “misionero de la bicicleta” Gabriel Lupien en 1967, también es una agencia de viajes que organiza paquetes de turismo en Quebec, en Europa, América, África y Asia. En lenguaje bíblico, diríamos que al ritmo de los pedales expande su evangelio ciclístico por el mundo. En la llamada Bella Provincia el éxito de su prédica aumenta con los años, cuando por las calles de todos los pueblos santos de la geografía quebequense ruedan los benditos ciclistas.