La niña que huyó del matrimonio y la ignorancia

Nada denunció a sus padres por querer casarla con apenas 10 años (Captura de pantalla Youtube)
Nada denunció a sus padres por querer casarla con apenas 10 años (Captura de pantalla Youtube)

Se llama Nada. Ese nombre, raro a nuestros oídos hispanos, oculta la historia de una niña yemení que ha desafiado una tradición centenaria: el matrimonio infantil. Desde su huida del hogar familiar meses atrás, esta pequeña de 11 años ha ganado notoriedad internacional por su valiente mensaje contra el conservadurismo reinante en su país.

Pero Nada al-Ahdal representa una excepción feliz en la tragedia que viven millones de niñas en el mundo. Los casamientos a edades tempranas impiden a las muchachas continuar su educación, incrementan la mortalidad materna e infantil y contribuyen a la perpetuación de la pobreza extrema en países en desarrollo, donde esta práctica constituye la norma.

La historia de Nada

En julio pasado Nada publicó un video en la plataforma Youtube en el que contaba su drama. Sus padres habían tratado de casarla con un hombre de 26 años, cuando ella apenas había cumplido 10. A cambio, el futuro esposo les había ofrecido 2.000 dólares. "Ustedes mataron mis sueños", reprochaba la pequeña a sus progenitores. La historia recibió millones de visitas en ese sitio y reavivó la polémica sobre los matrimonios infantiles en Yemen.

Por fortuna, Nada contó con el apoyo de su tío paterno Abdel Salam, quien la refugió en su casa e impidió que se consumara el compromiso. En octubre ambos reaparecieron en el canal de la televisión libanesa Al Jadeed. La niña confesó entonces los verdaderos motivos de su escapada.

"Hui del matrimonio y de la ignorancia para poder continuar mis estudios", afirmó Nada. "Ellos me dijeron que (el casamiento) era un juego, pero no es así. Te convierte en una sirvienta y coloca sobre tus hombros un peso que no puedes soportar", reflexionó. Su hermana de 14 años se casó recientemente y otra, de 12, ha sido comprometida para convertirse en esposa muy pronto.

Nada hizo un llamado al mundo árabe para que otras niñas como ella se rebelen contra la tradición. Asimismo, abogó por la creación de una organización que proteja a las menores del matrimonio forzoso.

En el programa intervino también el clérigo egipcio Abu Yahya, que reafirmó el derecho de los padres a pactar el matrimonio de sus hijas. No obstante, distinguió entre la edad para comprometerse y la edad para consumar la unión. Según los preceptos del Islam, las mujeres deben esperar a la pubertad para asumir su rol de mujeres casadas, poco importa si este signo de madurez sexual llega a los nueve años o a los 25, señaló el jeque.

Las relaciones sexuales precoces, forzadas por estos matrimonios, han provocado la muerte de no pocas niñas en Yemen. En septiembre pasado la prensa reportó el fallecimiento de Rawan, una yemení de apenas ocho años, a causa del sangramiento provocado por su esposo en la noche de nupcias. La ceremonia se había realizado en una zona tribal del noroeste del país, cerca de la frontera con Arabia Saudita.

A pesar de la transición política en curso, las autoridades de Saná no se han pronunciado sobre la legalidad de estos casamientos. Desde 1999 no existe una edad mínima para el matrimonio, después que la presión de grupos religiosos obligó al parlamento a abolir una ley de 1994, que la había fijado en 15 años.

Se estima que alrededor de la mitad de las yemeníes se casa antes de los 18 años y entre el 15 y el 25 por ciento es comprometida antes de cumplir 15. La costumbre se ha afianzado en zonas tribales y comunidades pobres, donde el matrimonio representa un alivio para las familias agobiadas por la miseria. Además, muchos hombres creen que las niñas y adolescentes se convertirán en esposas obedientes.

En África Subsahariana alrededor de un tercio de las mujeres se casan ante de los 18 años (BBC World Services)
En África Subsahariana alrededor de un tercio de las mujeres se casan ante de los 18 años (BBC World Services)

Las niñas esposas en el mundo

Como Nada, millones de niñas viven en países donde el matrimonio forzoso se considera una tradición a perpetuar, a pesar de las presiones de grupos de derechos humanos y organizaciones multilaterales. En algunos la costumbre sobrevive al margen de las legislaciones que establecen una edad mínima para casarse.

De acuerdo con estadísticas de Naciones Unidas, para 2020 más de 140 millones de niñas se habrán convertido en esposas. De ese número, alrededor de un tercio no habrán cumplido 15 años en el momento de consumar el matrimonio.

Este fenómeno se ha arraigado en África Subsahariana y el sur de Asia. Las tasas de matrimonios infantiles en 41 países superan el 30 por ciento, según cálculos del Fondo de las Naciones Unidas para la Población. De los 10 primeros, nueve son africanos: Níger, Chad, República Centroafricana, Guinea, Mozambique, Mali, Burkina Faso, Madagascar y Sierra Leona. En América Latina clasifican Haití, Guatemala, Brasil, Honduras y la República Dominicana.

En un artículo publicado por el diario británico The Guardian, el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter advirtió sobre los efectos del matrimonio infantil en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio. El embarazo precoz, una de las consecuencias de los casamientos a edades tempranas, influye sobre el aumento de la mortalidad materna e infantil. Por otra parte, la falta de información sobre el sexo seguro abre las puertas a las infecciones de transmisión sexual, en particular el VIH/sida.

Las jóvenes esposas suelen abandonar sus estudios para dedicarse a las labores domésticas y al cuidado de su nueva familia, según los patrones patriarcales predominantes en la mayoría de los países en desarrollo. La deserción escolar impide a las niñas alcanzar una formación que les permita luego acceder al mercado de trabajo y contribuir con los ingresos familiares. De esta manera, las condiciones para la pobreza se recrean con cada nuevo matrimonio.

Sin embargo, los expertos en el tema coinciden en que las leyes y las presiones internacionales no cambiarán a corto plazo la situación de millones de niñas esposas. Se trata de una transformación cultural de largo aliento, solo posible mediante la educación de los adultos, la voluntad política de los gobiernos y el respaldo de las naciones más avanzadas.