La hiena de la Gestapo, la cruel francesa que se puso al servicio de los nazis

La francesa Violette Morris fue una de esas mujeres de armas tomar que no le temía a nada. Durante su vida, en una época en el que el mundo estaba diseñado única y exclusivamente para que triunfasen los hombres, fue capaz de enfrentarse a muchos prejuicios, tapar muchas bocas y conseguir casi todo aquello que se propuso.

Tenía una máxima que repetía continuamente: ‘Lo que puede hacer un hombre, lo puede hacer Violette’ y aunque lo llevó hasta extremos impensables, con el fin de superar los numerosísimos obstáculos que se fue encontrando durante su vida, el mayor de sus problemas radicó en que su ambición provocó que se dejara seducir por el nazismo y acabase trabajando como espía y torturadora de la Gestapo, traicionando a sus compatriotas.

Violette Morris fue conocida como la hiena de la Gestapo (Bibliothèque Nationale de France
Violette Morris fue conocida como la hiena de la Gestapo (Bibliothèque Nationale de France

Pero mucho antes de ponerse al servicio del Tercer Reich, la vida de Violette Morris estuvo llena de gestas que en aquella época muy pocas mujeres consiguieron.

[Te puede interesar: Lady Moody, una de las mujeres más importantes y peligrosas del continente americano en el siglo XVII]

Nació en París en 1893 dentro de una familia adinerada y recibió una selecta y estricta educación en un colegio religioso. Tras el periodo como estudiante descubre que lo que más le atrae en esta vida era practicar deporte. Con 21 años de edad fue obligada a casarse, con el fin de acallar los rumores que corrían sobre su conducta y forma de ser. Ese mismo año, aprovechando el estallido de la Primera Guerra Mundial, Violette se presenta como voluntaria para conducir ambulancias en el frente. Tras el final de la contienda decide volver a retomar su actividad deportiva.

Pero no se conforma con aquellos deportes que, por aquel entonces, estaban reservados exclusivamente a las mujeres, sino que lo que le gustaba era jugar a fútbol, el boxeo, la lucha grecorromana, lanzamiento de jabalina y, sobre todo, las carreras de motos y automóviles.

Violette Morris en 1913 con 20 años de edad
Violette Morris en 1913 con 20 años de edad

En 1922 participó en los Juegos Mundiales de la Mujer que se celebraron en París, una competición alternativa donde las atletas podían practicar aquellos deportes que no se les permitía en los Juegos Olímpicos. Violett consiguió dos medallas de oro y una de plata.

Un año después se divorciaba y comenzaba en su vida una época de grandes cambios. Entre ellos empezar a hacerse ver acompañada de otras mujeres (sin esconder su auténtica sexualidad) e incluso se sometería a una mastectomía para reducirse al máximo sus grandes pechos y poder así caber en los coches de competición con los que tanto le gustaba correr.

Esto provocó que la federación francesa de deporte viera como indecoroso su estilo de vida y no le permitiera participar en eventos deportivos profesionales a partir de 1928, año en el que decide montar un negocio de reparación y recambios de automóviles en París.

[Te puede interesar: Emma Goldman, la mujer que se convirtió en un estorbo para yanquis y bolcheviques]

Durante los siguientes años se centró en su empresa (la cual tuvo más altibajos que beneficios debido a la crisis provocada por el crack del 29), hasta que en 1935 recibe la visita de dos representantes del Tercer Reich que le proponen colaborar con ellos a cambio de una importante suma de dinero, además de tener la posibilidad de volver al deporte profesional al ser invitada de honor en los juegos Olímpicos que se celebrarían en Berlín en agosto de 1936.

Violette Morris aceptó la propuesta y comenzó a colaborar con el servicio de inteligencia de las SS, pasando información sobre todas aquellas personas, negocios y lugares de Francia de los que los nazis querían saber.

Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial y previo a la invasión alemana de Francia, Violette se convirtió en una de las piezas fundamentales para obtener información, frustrar y destapar numerosas operaciones de las fuerzas aliadas, así como ser una de las responsables a la hora de torturar a los miembros de la Resistencia francesa que iban siendo detenidos.

Fue tal su despiadada crueldad que recibió el sobrenombre de ‘la hiena de la Gestapo’.

[Te puede interesar: El filonazi que resultó ser demasiado cruel incluso para los propios nazis]

Los Aliados pusieron precio por su cabeza y eliminarla se convirtió en uno de los principales objetivos. Varias fueron las ocasiones en las que estuvieron a punto de darle caza, pero una y otra vez Violette salía airosa.

Los automóviles fueron la gran debilidad de Violette Morris
Los automóviles fueron la gran debilidad de Violette Morris

No tuvo tanta suerte cuando el 26 de abril de 1944 cayó en una emboscada de varios miembros de la resistencia francesa (conocidos también como ‘maquis’) en la que acribillaron el automóvil en el que la hiena de la Gestapo viajaba cuando volvía de una misión secreta. Docenas fueron las balas que dispararon contra ella, quedando su cuerpo literalmente destrozado y siendo enterrada en una fosa común.