Guerrilla en Paraguay, ¿anacronismo o exasperación?

El ejército paraguayo se despliega para combatir la guerrilla del EPP (EFE)
El ejército paraguayo se despliega para combatir la guerrilla del EPP (EFE)

La decisión del nuevo gobierno paraguayo de desplegar a las fuerzas armadas contra el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) ha abierto nuevas interrogantes sobre este grupo insurgente. Aunque fuentes oficiales calculan sus efectivos en unas pocas decenas, Asunción lo considera la principal amenaza a la estabilidad del país.

Los voceros del EPP justifican su rebeldía en la situación precaria de los campesinos que representan la mayoría de la población pobre de la nación suramericana. Sin embargo, las autoridades acusan a los insurrectos de establecer vínculos con el narcotráfico y realizar acciones terroristas para amedrentar a los terratenientes del noreste paraguayo.

Aunque la operación de un movimiento guerrillero en Paraguay parezca una rareza, otros movimientos similares existen en la región. Desde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el más antiguo grupo rebelde latinoamericano, el indígena Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de México, hasta el casi desaparecido Sendero Luminoso en Perú, algunos sostienen aún la lucha armada como vía para realizar sus objetivos políticos.

El presidente Cartes ha prometido medidas más allá de la acción militar (EFE)
El presidente Cartes ha prometido medidas más allá de la acción militar (EFE)

¿Ofensiva final o historia de nunca acabar?

El parlamento paraguayo aprobó en agosto una modificación de la ley 1337 de Defensa Nacional y Seguridad Interna, que permitirá al presidente Horacio Cartes disponer del ejército contra grupos armados sin declarar el estado de excepción. La medida respondió a la muerte de cinco personas en una estancia del distrito de Tacuatí, 350 kilómetros al norte de Asunción.

El diario ABC publicó el 21 de agosto un comunicado atribuido al EPP, que asumía la responsabilidad por el incidente. Según el texto, dado a conocer mediante un perfil personal en Facebook, la acción respondía al asesinato de 20 campesinos por un grupo parapolicial que actúa bajo las órdenes de una empresa brasileña establecida en la zona. Los insurgentes denunciaron también la impunidad antes los crímenes de “los matones de los estancieros”, organizados presuntamente por oficiales de la policía.

En un recorrido por el norte del país, el mandatario paraguayo reconoció que el desempleo y la falta de infraestructura prevalecientes en el campo han creado las condiciones para la emergencia del EPP. Cartes descartó que su gobierno se empeñe solo en derrotar militarmente a la guerrilla y prometió una mayor presencia del Estado en esos territorios.

No obstante, el ministerio del Interior paraguayo anunció una recompensa de más de un millón de dólares a quienes ofrezcan información que permita la captura de integrantes del EPP. La mayor parte del dinero sería entregado por la detención de los tres líderes del grupo: Osvaldo Villalba, Manuel Cristaldo Mieres y María Magna Meza.

Desde la irrupción del EPP en 2008, sucesivos gobiernos han intentado desarticular a la guerrilla sin resultados definitivos. El expresidente Fernando Lugo obtuvo también poderes especiales del Congreso en 2010 para lanzar una ofensiva, pero el despliegue de un millar de soldados tampoco logró golpear al escurridizo grupo rebelde.

¿A quién sirve el EPP?

La guerrilla paraguaya ha recibido lógicos ataques desde la derecha y muy pocos elogios de la izquierda paraguaya. Mientras los primeros coinciden en destacar supuestas relaciones con el narcotráfico y el crimen organizado en el noreste del país, limítrofe con Brasil, los representantes de la oposición al Partido Colorado acusan a los insurgentes de servir precisamente a quienes dicen combatir.

Un artículo publicado por el sitio izquierdista contrainjerencia.com manejó la hipótesis de que el EPP sería “una organización criminal montada en el mundo del narcotráfico y el acaparamiento de tierras, con el objetivo de recaudar dinero y desestabilizar políticamente al país, dando razón a la intervención extranjera, es decir, de Estados Unidos.”

El texto acusa al EPP de no haber realizado jamás una acción revolucionaria y convertirse en un “pretexto muy rentable para la represión de las organizaciones campesinas y las 250.000 familias de labriegos convertidos en parias.”

En una reciente entrevista desde la cárcel, la vocera del EPP, Carmen Villalba, ha cargado contra ambos bandos y ha reiterado su compromiso con los campesinos pobres. Cifras del Banco Interamericano de Desarrollo sitúan en 32,4 por ciento la pobreza en Paraguay, aunque en el campo esa cifra es tres veces superior a la proporción en las ciudades.

Según la guerrillera, en Paraguay manda “una mafia organizada cuyo motor principal es el Partido Colorado”, que en su opinión mantiene vínculos con el narcotráfico.

Villalba definió al movimiento como “una insurgencia marxista leninista”, lo cual lo situaría en la misma cuerda ideológica que los rebeldes del expresidente cubano Fidel Castro, el Frente Sandinista nicaragüense y las FARC. Sin embargo, la líder desestimó las acusaciones sobre el apoyo de este último grupo, que según las autoridades ha ofrecido entrenamiento al EPP.

Guerrillas en América Latina

Medio siglo después del auge de las guerrillas en América Latina, en el continente operan aún al menos seis grupos armados. Además del EPP paraguayo, en México sobreviven el EZLN y el Ejército Popular Revolucionario (EPR); en Colombia las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) han entablado negociaciones con el gobierno, pero aún no se avizora una solución rápida al añejo conflicto; y en Perú el presidente Ollanta Humala ha prometido terminar con los últimos focos de Sendero Luminoso antes de concluir su mandato en 2016.