Flúor en el agua, la ciencia contra el mito

El agua potable contiene naturalmente pequeñas cantidades de flúor (David Mayerhofer - Flickr)
El agua potable contiene naturalmente pequeñas cantidades de flúor (David Mayerhofer - Flickr)

Una perversa conspiración fluye por los acueductos de Estados Unidos y un puñado de países, cuyos ciudadanos son sometidos a un tratamiento para quebrar sus voluntades: la fluoración del agua potable. Según los creadores de esta teoría, nazis y comunistas pensaron en el flúor como arma química. Sin embargo, gobiernos y organizaciones internacionales recomiendan añadir ese elemento para mejorar la salud dental.

Con los años, los hechos históricos, las verdades científicas y la política se han mezclado en un debate donde el lector promedio nunca sabe quién miente. Al margen de la paranoia de algunos, en ambos bandos hay personas con inquietudes legítimas. Pero en esta era de sobreabundancia informativa, ¿quién le pone el cascabel a los mitos urbanos?

La líquida sombra de Hitler y Stalin

La fluoración del agua potable comenzó en varias ciudades de Estados Unidos durante las primeras décadas del siglo XX. En 1954 el investigador Charles Elliot Perkins publicó un libro –"The Truth About Water Fluoridation"—que desde entonces se convirtió prácticamente en el manifiesto para los opuestos a esta medida sanitaria.

Perkins lanzó en su obra frases que incendiaron la imaginación de muchos estadounidenses. “La medicación masiva, incluida la fluoración de los acueductos públicos, se ha conocido durante largo tiempo como una importante técnica de la filosofía comunista de control de la población”, afirmaba.

Hitler utilizó la fluoración para someter a los judíos, aseguran algunos (Hulton Archive/Getty Images)
Hitler utilizó la fluoración para someter a los judíos, aseguran algunos (Hulton Archive/Getty Images)

Luego, cuando recibió una solicitud para esclarecer la vinculación soviética con el presunto complot, añadió información sobre experimentos ejecutados por los nazis. En una famosa carta a la Fundación Lee de Estudios Nutricionales, Perkins escribió: “El verdadero propósito de la fluoración del agua es reducir la resistencia de las masas a la dominación, y el control y la pérdida de la libertad.” Según su relato, un anónimo químico alemán le había entregado detalles sobre los planes del ejército hitleriano para someter poblaciones enteras mediante el uso del flúor.

Los críticos de esta teoría señalan que Perkins jamás hizo pública documentación soviética o germana que probara sus acusaciones. Historiadores especializados en el exterminio contra los judíos, como Patricia Heberer, del Museo Memorial del Holocausto en Estados Unidos, también han descartado la posibilidad de que los nazis añadieran flúor al agua de los campos de concentración para subyugar a los prisioneros.

No obstante, durante el resto del siglo XX proliferaron las versiones sobre la supuesta alianza entre los comunistas y el gobierno estadounidense o, incluso, las Naciones Unidas, para socavar las capacidades mentales de los niños. El doctor Charles Bett, un fervoroso militante contra la fluoración, llegó a compararla con una silenciosa bomba atómica, mientras grupos de extrema derecha alertaban sobre el reclutamiento de una “quinta columna” de obedientes ciudadanos drogados con flúor.

En la cultura popular le fluoración hizo su primera aparición en 1964, en la comedia negra “Doctor Strangelove”, de Stanley Kubrick. En una de las escenas de la cinta el general Jack D. Ripper califica ese proceso químico como “el complot más monstruosamente concebido y peligroso que jamás haya enfrentado.”

El flúor también suele añadirse a dentríficos y otros productos de higiene bucal.
El flúor también suele añadirse a dentríficos y otros productos de higiene bucal.

Debate pasado por agua

Los detractores de la fluoración que tampoco creen en conspiraciones de comunistas y nazis, señalan la falta de evidencia experimental sobre los beneficios de utilizar ese elemento químico. El flúor puede causar, aseguran, daños en el cerebro infantil, un mayor riesgo de fracturas y trastornos en la glándula tiroides.

Del otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda concentraciones de 1,5 miligramos de flúor por cada litro de agua. Esa cantidad sería suficiente para reducir de manera significativa las caries de los niños –entre 18 y 40 por ciento—y garantizar una mejor salud dental a los adultos.

De acuerdo con datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), más de 204 millones de estadounidenses reciben agua potable con flúor añadido, esto es alrededor del 74 por ciento de la población. Ese servicio permite –remarca la agencia federal—que las personas puedan acceder a un tratamiento dental preventivo sin importar su edad, su nivel educacional o su estatus socioeconómico. Además, representa un ahorro notable por la reducción de gastos en tratamiento odontológico.

En el mundo solo 11 países ejecutan la fluoración del agua masivamente (más del 50 por ciento de la población): Australia, Brunei, Chile, Guyana, Hong-Kong, la República de Irlanda, Israel, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Estados Unidos. En Europa occidental la mayoría de los países han eliminado sus programas de fluoración, pero cuentan con efectivos planes de atención odontológica infantil.