El obsoleto ejército de Cuba
La detención en Panamá de un barco de Corea del Norte que transportaba azúcar y armamento desde Cuba ha reavivado la curiosidad por el ejército de la isla. El estado de las fuerzas armadas cubanas, famosas décadas atrás por su despliegue en países africanos, resulta hoy una incógnita.
Aunque la Cancillería cubana ha calificado de “obsoleto” el material militar descubierto, su captura en un buque norcoreano podría entenderse como una violación de las sanciones contra Pyongyang. El hecho abre también una serie de interrogantes sobre los vínculos entre ambos regímenes comunistas, que comparten su enemistad hacia Estados Unidos.
¿Se trata de una simple operación de intercambio de mercancías por asistencia técnica? ¿Por qué el alijo de armas viajaba oculto bajo los sacos de azúcar? ¿Por qué La Habana se arriesgó a enviar esos pertrechos, a pesar de las sanciones de Naciones Unidas contra Corea?
El ejército más poderoso de América Latina
Bajo la tutela de la Unión Soviética, Cuba acumuló entre las décadas de 1970 y 1980 un impresionante arsenal de guerra, que convirtió a su ejército en el más fuerte de América Latina. Las exitosas intervenciones en Angola y Etiopía demostraron la capacidad de las fuerzas armadas de la isla en la guerra convencional.
Un exhaustivo artículo publicado por la revista estadounidense The Atlantic en 1988 describía este apogeo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Según el magazín, que citaba al Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), las tropas regulares cubanas incluían unos 145.000 hombres en servicio activo y 110.000 en la reserva, además de 1,5 millones de civiles entrenados en las milicias. En total, alrededor de la quinta parte de la población tenía responsabilidades en la defensa.
En el cénit de su poderío, las FAR disponían de alrededor de 1.000 tanques y carros blindados, 1.400 piezas de artillería y 250 aviones de combate. La armada reunía tres submarinos, dos fragatas con misiles modernos y un número mayor de guardacostas y dragaminas. La mayor parte de ese equipamiento era fabricado en la URSS y en los países del Pacto de Varsovia.
Esas cifras parecen enormes para una nación subdesarrollada, de apenas 10 millones de habitantes y situada en el lugar 106 por su extensión territorial. Pero la política de “internacionalismo”, ejecutada por Fidel Castro mayormente en África, justificaba a los ojos del régimen el mantenimiento de esas unidades militares.
Cuba envió por primera vez un contingente militar a África en 1963 para auxiliar al gobierno de Argelia, amenazado por una invasión de Marruecos. Luego La Habana mantuvo presencia militar en Etiopía (1978-1989) y Angola desde 1975 hasta 1991. Según fuentes oficiales, durante ese tiempo más de 337.000 soldados cubanos combatieron en territorio angoleño contra el ejército de Suráfrica y las guerrillas opuestas al gobierno de Luanda. Castro también envió asesores militares a Nicaragua durante la guerra civil en la década de 1980 y entrenó a miles de guerrilleros de otros países africanos y de América Latina.
El ocaso y la “modernización”
El fin del comunismo en la URSS y Europa del Este cortó los suministros a las fuerzas armadas cubanas. El presidente Raúl Castro, cuando aún era ministro de defensa, presintió quizás el futuro cuando a inicios de los 80 los soviéticos le dijeron que no intervendrían si Estados Unidos invadía la isla.
La crisis económica obligó a las FAR a reducir sus efectivos y desmantelar buena parte de su armamento. Se estima que en la actualidad las tropas regulares no rebasan los 60.000 hombres, aunque todavía se mantienen alrededor de dos millones de civiles que reciben entrenamiento periódico en las llamadas Milicias de Tropas Territoriales.
A mediados de la década pasada la industria militar cubana mostró los primeros resultados de su proceso de “modernización” del arsenal. En una parada militar realizada en La Habana el 2 de diciembre de 2006, pocos meses después del retiro de Fidel Castro, el ejército presentó versiones remodeladas de los viejos aviones, blindados, cañones y misiles soviéticos.
La Habana ha mantenido esporádicos contactos con militares de China, Rusia y Corea del Norte en los últimos años. Cuba reveló en 2011 su interés en adquirir una fábrica rusa de municiones para sus fusiles Kalashnikov. En abril pasado el jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas rusas, general Valeri Vasilievich Guerasimov, conversó con sus colegas cubanos sobre la reparación y modernización del armamento soviético.
Sin embargo, el Pentágono desestimó en 1998 una eventual amenaza militar de Cuba contra Estados Unidos u otros países de la región. Según el informe presentado ante el Congreso, el ejército de la isla era incapaz de ejecutar operaciones efectivas pues la mayor parte de su arsenal terrestre permanecía inactivo, mientras la armada y la fuerza aérea apenas podían cubrir el territorio nacional.
En su Evaluación Anual de Amenazas de 2012, la Agencia de Inteligencia de la Defensa clasificó a Cuba como “la más importante amenaza de inteligencia extranjera proveniente de América Latina”.
Una alianza a prueba de sanciones
A pesar de las sanciones impuestas por las Naciones Unidas a Corea del Norte en 2006, Cuba ha sostenido sus relaciones militares con el régimen comunista de Pyongyang. En junio el jefe del Estado Mayor del Ejército Popular de Corea del Norte, Kim Kyok Sik, visitó instalaciones militares en la isla y se reunión con Raúl Castro.
La resolución 1718, aprobada de manera unánime por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en 2006, prohíbe el suministro, la venta o la transferencia directos o indirectos a Corea del Norte de “tanques, carros de combate, sistema de artillería de largo calibre, aviones de combate, helicópteros de ataque, navíos de guerra, misiles o sistemas de misiles”, además de piezas, registrados como armas convencionales por esa organización multilateral. La medida respondió a ensayos nucleares norcoreanos, condenados por la comunidad internacional.
De confirmarse el contenido del cargamento detenido en Panamá, La Habana habría violado estas restricciones. Los analistas del tema han planteado dos hipótesis: Cuba podría haber enviado esos equipos para su reparación, como asegura la nota de la Cancillería; o esas armas servirían para reforzar los sistemas de defensa antiaérea coreanos, que aún dependen de tecnología soviética “obsoleta”.
El uso de un buque reconocido por anteriores actividades ilegales abre un amplio abanico de dudas sobre el alcance la cooperación militar entre La Habana y Pyongyang.