Por qué los rehenes decapitados por el Estado Islámico lucían serenos

Foto de archivo del periodista estadounidense James Foley. (AP Foto/Steven Senne)
Foto de archivo del periodista estadounidense James Foley. (AP Foto/Steven Senne)

No pasa un día sin que no nos espantemos ante el nivel de sofistificación empleado por los ideólogos del Estado Islámico a la hora de hacernos llegar el mensaje de intimidación y de desafío con el que enfrentan a los valores de Occidente. La sangre fría con la que han acometido las ejecuciones de los rehenes civiles y el modo en que se las agencian para subir a la red de redes sus mensajes de horror y de chantaje han levantado no pocas reflexiones entre los analistas de todo el planeta.

Hace muy poco, en entrevista con Europe 1, Didier Francois, uno de los periodistas secuestrados durante 10 meses en las instalaciones abandonadas del Hospital Oftalmológico de Alepo, en el noroeste de Siria, y liberado en abril de este año tras negociaciones del gobierno de Francois Hollande, daba cuenta de la cercanía de sus secuestradores al Internet, así como la manera en que están pendientes del estupor que generan en el mundo civilizado sus bárbaras acciones.

El periodista francés Didier François sonríe junto a Edouard Elias. (AFP | Kenzo Tribouillard)
El periodista francés Didier François sonríe junto a Edouard Elias. (AFP | Kenzo Tribouillard)

Este reportero de 53 años, quien compartió durante un tiempo su celda con James Foley, el primero de los ejecutados por orden de los jerarcas del Estado Islámico (EI), admitió que su principal torturador, el ciudadano francés Mehdi Nemmouche –actualmente en prisión en Bélgica por su presunta implicación en el ametrallamiento del Museo Judío de Bruselas el pasado 24 de mayo—alternaba sus sesiones de tortura con horas ante una computadora, tanto recepcionando noticias sobre el movimiento mediático generado por EI, como enviando mensajes fundamentalistas a través de foros afines.

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Sin embargo, en contraste con la sed de agresión que desbordan los videos propagandísticos echados a rodar por este movimiento yihadista llama la atención un patrón que se repite en los tres videos sobre degollamientos que han llegado hasta nosotros.

El rehén estadounidense Steven Sotloff, en un vídeo difundido por el Estado Islámico (SITE Intelligence Group/AFP | -)
El rehén estadounidense Steven Sotloff, en un vídeo difundido por el Estado Islámico (SITE Intelligence Group/AFP | -)

Un reciente artículo del diario británico The Guardian coincide en que las imágenes de las decapitaciones de James Foley, Steven Sotloff y David Haines enfatizan la determinación de esta formación extremista en su avalancha contra Occidente.

De esta misma manera, la tranquilidad con la que los rehenes se proyectan ante la cámara dice mucho de la sofistificación de sus captores. Un ser humano a punto de ser ejecutado no debería, según la ciencia, asumir su punto final con la tranquilidad que estos videos evidencian. Todo parece indicar, pues, que la escena en la que el rehén habla a los espectadores no tiene por qué coincidir con el verdadero momento previo a su muerte. Muy probablemente se trate de un simulacro más, pues se ha sabido que los ejecutores de EI suelen sacar a sus prisioneros a un descampado y fingir con ellos diferentes tipos de ejecución.

De acuerdo con el analista de The Guardian, los tres rehenes ejecutados pudieron no haberse dado cuenta de que esa sí sería su última ocasión ante las cámaras. Cuesta creer, por otra parte, que la fatiga tras meses de tortura física y psicológica les haya conducido a asumir la muerte con resignación.

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Según expertos de inteligencia que han estudiado estos tres videos, el más profundo y a la vez macabro trabajo de los torturadores reside en convencer a los prisioneros de que nada impedirá su muerte. “La resistencia es inútil; somos más poderosos que cualquiera de ustedes”, podría ser el más sólido y triste mensaje inoculado en el organismo de las víctimas, según el rotativo británico.

Al decir de un diplomático de alto rango que prefirió el anonimato, los rehenes podrían haber actuado en varias puestas en escena, en simulacros de ejecución que los habrían vuelto inmunes al miedo; algo que revela la tasa de depravación de sus captores. Esto abundaría en la teoría de que muy probablemente el verdadero asesinato ocurrió horas o días después de la grabación de los videos.

Conocedores apuntan que las escenas difundidas fueron grabadas con cámaras digitales modernas y editadas cuidadosamente, antes de ser cargadas a través de un software que esconde los datos del equipo desde el cual se ha accedido a Internet.

El testimonio del periodista Didier Francois sobre su convivencia con James Foley revelaría, habida cuenta de lo analizado anteriormente, el coraje del primer rehén occidental decapitado por EI, quien fuera especialmente torturado al descubrírsele en su ordenador fotos que revelaban que un hermano suyo pertenece a la Fuerza Aérea estadounidense.

Una nota del diario The Washington Post revelaba hace dos semanas que Foley había sido sometido al “waterboarding”, la simulación del ahogamiento del detenido.

Para Didier Francois, Foley era un hombre “sólido, sensible hacia los otros”.