¿Cuánto nos cuestan las elecciones?

La democracia cuesta caro. Cada elección exige gastos importantes no solo a los partidos enfrentados en las campañas, sino también a las instituciones del Estado encargadas de organizar los comicios. El contribuyente no siempre conoce esas cifras al detalle, porque detrás de muchas contiendas políticas se mueve el dinero entregado para favorecer intereses de un grupo o una persona en particular. La transparencia no es un recurso abundante en el planeta.

De acuerdo con un informe de la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES), los principales costos de las elecciones comprenden: registro de electores, delimitación de distritos electorales, votación, escrutinio y transmisión de resultados, resolución de disputas, información y educación de los votantes, las campañas de partidos políticos y candidatos, y la supervisión por parte de representantes locales y observadores internacionales.

El monto total dependerá también de la estabilidad de los sistemas políticos y la experiencia en la realización de elecciones multipartidistas. Este factor explica claramente la diferencia de gastos entre las democracias europeas, que disfrutan de una bien asentada tradición electoral, y los sufragios en naciones en pleno proceso de pacificación tras conflictos civiles. Según la IFES, como promedio en Norteamérica y Europa Occidental el costo por elector no sobrepasa los tres dólares, mientras en regiones convulsas puede rebasar los 20 dólares.

Las elecciones más costosas del mundo

Lejos de Estados Unidos, aunque de cierta manera cerca por las raíces de Barack Obama, Kenia aparece como el país donde la democracia cuesta más a los votantes. El pasado 4 de marzo los kenianos eligieron como presidente a Uhuru Kenyatta, un político acusado en la Corte Internacional de La Haya de perpetrar crímenes contra la humanidad. Al margen de las disputas por la validez del escrutinio, los comicios pasaron a la historia como los más dispendiosos del planeta.

¿Cómo es posible que un país africano, con un Producto Interno Bruto 400 veces menor al de Estados Unidos, encabece la lista de gastos en las elecciones? Si bien nadie iguala los gastos de demócratas y republicanos, cada voto en Kenia representa una erogación de 29 dólares, muy por encima del promedio estadounidense.

En total las pasadas elecciones contaron con un presupuesto en torno a los 500 millones de dólares, un monto que la Comisión Electoral Independiente (IEBC) no ha sido capaz de administrar de manera eficiente. Los funcionarios locales de este organismo reciben un salario aun fuera de los períodos electorales, pues la Constitución exige un registro ininterrumpido de los votantes. Además, buena parte del dinero cae en los bolsillos sin fondo de la corrupción.

Números borrosos en América Latina

De acuerdo con el citado informe de IFES, el gasto por elector en América Latina varía entre países con sistemas muy eficientes como Chile (1,2 dólares por votante), Costa Rica (1,8 dólares) y Brasil (2,3 dólares) y otros menos rigurosos: México (5,9 dólares), El Salvador (4,1 dólares) y Paraguay (3,7 dólares). Pero estas cifras, de un estudio realizado en 2008, no reflejan el complejo panorama de las expensas en cada ciclo electoral.

En declaraciones a Blu Radio, el ministro de Hacienda de Colombia, Mauricio Cárdenas, reveló que entre las elecciones legislativas de marzo y las presidenciales de mayo de 2014, el Estado gastará 450 millones de dólares, lo cual representa alrededor de 15 dólares por votante. Ese presupuesto triplicará las erogaciones de la pasada ronda electoral, en 2010.

En México los comicios a nivel estatal, celebrados en el sexenio 2006-2012, incrementaron en un 20 por ciento el gasto electoral, según estadísticas del Instituto Federal Electoral. En total durante ese período el país dedicó más de 2.000 millones de dólares a organizar las elecciones locales y federales. En las presidenciales de julio de 2012 el costo por votante se elevó a unos 27 dólares, indicó un informe de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos.

Sin embargo, esos datos tampoco ofrecen una idea exacta de cuánto dinero emplean políticos y partidos en cada campaña, ni de las sumas entregadas ilegalmente a los candidatos. A pesar del establecimiento de sistemas multipartidistas en la mayoría de los países del hemisferio, la corrupción en tiempos electorales no ha dejado de ensombrecer a las democracias latinoamericanas.

1896, el año que los banqueros enloquecieron

Ciertamente las campañas de Barack Obama y Mitt Romney movilizaron sumas jamás vistas en la historia estadounidense: cerca de 7.000 millones de dólares. Pero esa exorbitante cifra empequeñece ante la campaña de los republicanos contra el demócrata William Jennings Bryan en 1896. El candidato, que se había propuesto introducir la plata como estándar del dólar estadounidense junto al oro, enfrentó la ira de Wall Street.

La cruzada de los bancos contra Bryan representó gastos equivalentes al 0,06 por ciento del Producto Interno Bruto de aquel año. En comparación, las presidenciales del 2012 apenas absorbieron el 0,01 por ciento, o sea, 10 centavos por cada 1.000 dólares gastados en Estados Unidos.

No obstante, el financiamiento necesario para alcanzar la Casa Blanca ha crecido de manera ininterrumpida desde la época de Abraham Lincoln, quien apenas utilizó 2,8 millones de dólares (según el valor de la moneda en 2011). Obama precisó de 775 millones de dólares para obtener la reelección, mientras su contrincante usó 460 millones. Seguramente la próxima carrera por el empleo más codiciado del mundo implantará un nuevo récord.