Los blindados de la Revolución de los Claveles vuelven a rodar en Portugal

El fotoperiodista portugués Eduardo Gageiro, de 89 años, se expresa el 6 de abril de 2024 entre las imágenes de su exposición "Factum", sobre la Revolución de los Claveles, en Lisboa (Patricia de Melo Moreira)
El fotoperiodista portugués Eduardo Gageiro, de 89 años, se expresa el 6 de abril de 2024 entre las imágenes de su exposición "Factum", sobre la Revolución de los Claveles, en Lisboa (Patricia de Melo Moreira)

Chasis, motor, neumáticos... había que montar casi un millar de piezas para restaurar este blindado de 1942 equipado con un cañón, y darle una segunda vida con motivo del 50 aniversario de la Revolución de los Claveles en Portugal.

"Es emocionante ver el vehículo en que estuve ese día. Yo sabía que después de eso, Portugal no sería el mismo", recordó José Afonso de Oliveira, un psicólogo jubilado de 73 años.

El 25 de abril de 1974, dirigía la tripulación de un Humber de fabricación británica en una de las columnas que convergieron en Lisboa para deponer una dictadura de 48 años.

"Podían haberme detenido, pero el régimen ya estaba moribundo", relató a AFP este ex subteniente, uno de los 5.000 militares que participaron en el golpe de Estado.

A pocos días de las conmemoraciones de esa jornada histórica, De Oliveira visitó el taller donde un pequeño grupo de entusiastas restaura desde hace dos años los vehículos blindados de la época.

"Es un verdadero rompecabezas", exclama Antonio Carvalho, un ingeniero de 41 años que dedica parte de su tiempo libre a esta restauración.

El Humber sigue desarmado. Las piezas siguen esperando a ser montadas en las estanterías de este taller militar en las afueras de Lisboa.

- Reconstitución histórica -

"Afortunadamente nos ayuda un inglés que nos envió manuales y piezas raras a través de la embajada portuguesa en Londres", explica este hombre apasionado por la historia, miembro de la Asociación Portuguesa de Vehículos Militares Antiguos.

Para las conmemoraciones oficiales del jueves, unos 15 vehículos participarán en la reconstrucción histórica de la columna dirigida por uno de los héroes de la Revolución de los Claveles, el capitán José Salgueiro Maia, fallecido en 1992.

En el mismo almacén se encuentra una réplica del Chaimite "Bula", uno de los blindados de fabricación portuguesa que se volvió famoso por transportar a Marcelo Caetano, el dictador destituido que sustituyó pocos años antes a Antonio Salazar.

Los vehículos de transporte de tropas, utilizados en las guerras coloniales que Portugal libró en África entre 1961 y 1974, se convirtieron en íconos de un golpe de Estado que no tuvo derramamiento de sangre.

El otro símbolo, el clavel rojo, era solo una flor de temporada ofrecida espontáneamente a los soldados que la pusieron en el cañón de su fusil.

Pero en aquel momento, "todo podía haber salido mal", recuerda José Climaco, uno de los soldados que salieron del cuartel en Santarém, a unos 100 km al norte de la capital, con el capitán Salgueiro Maia.

"En el camino no encontramos ningún obstáculo", cuenta este hombre de 75 años, al recordar esa jornada que él vivió a bordo de otro blindado antiguo, aislado del mundo porque el equipo de transmisión de radio no funcionaba.

- "Cambiar una página" -

Una vez llegados a Lisboa, la situación se volvió tensa cuando se encontraron de frente con una unidad militar leal al régimen.

"Casi nos disparan", asegura Antonio Gonçalves, otro soldado de ese grupo de insurgentes.

"Habíamos recibido órdenes de responder el fuego de ser necesario", pero los hombres que se encontraron de frente finalmente se rindieron, relata este exmilitar de 74 años.

Tras una primera parada en la plaza del Comercio, a orillas del río Tajo, la columna se dirigió al cuartel de gendarmería donde se había refugiado Caetano con algunos de sus ministros.

Rodeados por miles de personas que llegaron a apoyarlos, los militares iniciaron negociaciones con los representantes del régimen, que estaban asediados.

"Había mucho nerviosismo. Estaba claro que la gente quería dar vuelta la página", contó Eduardo Gageiro, un fotoperiodista que cubría los eventos para una revista portuguesa.

"Nos dijeron que derribásemos la puerta del cuartel", así que "se hicieron disparos" de advertencia para obligar a los miembros del gobierno a rendirse, recuerda José Climaco.

Después, agrega el militar, "finalmente abrieron la puerta", lo que permitió a un Chaimite "ingresar marcha atrás" para subirlos y escoltarlos a un cuartel al norte de la capital.

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