Biet Ghiorgis, la iglesia tallada en una roca en Etiopía considerada la octava maravilla del mundo

También conocida como la Iglesia de Lalibela o San Jorge, es una de las edificaciones más misteriosas que existen, tallada por completo sobre la piedra.

La iglesia de Biet Ghiorgis, en Lalibela, Etiopía, vista desde arriba. Foto: Getty Creative
La iglesia de Biet Ghiorgis, en Lalibela, Etiopía, vista desde arriba. Foto: Getty Creative

Es una de las iglesias más enigmáticas jamás ideadas por la mente humana y, a pesar de su singularidad, de las más desconocidas, porque alcanzar Biet Ghiorgis no es tarea fácil. De hecho, no fue descubierta por los exploradores europeos hasta 1939, cuando el arquitecto italiano Monti Della Corte se topó con ella después de 50 horas de trayecto en mula por las profundidades de Etiopía.

Situada en el norte del país africano, la Iglesia de San Jorge, que es como se traduce su nombre el amhárico (una de las cinco lenguas nacionales etíopes), es la más grande de las once que se emplazan en los alrededores de Lalibela. Se trata de la segunda ciudad santa del país después de Aksum, situada en la región de Amhara, donde la gran mayoría de su población, por no decir toda, pertenece a la iglesia ortodoxa etíope.

La particularidad de Biet Ghiorgis (también conocida como Bet Giyorgis o Iglesia de Lalibela, sin más) descansa en que está tallada por completo sobre una roca volcánica de característico color rojo, en las entrañas de una tierra de la misma tonalidad y rodeada por una zanja de proporciones titánicas. Es una auténtica obra de arte cuya construcción continúa siendo un quebradero de cabeza para los investigadores. A falta de una tradición escrita que dé cuenta sobre cómo se erigió, esta edificación continúa siendo uno de los grandes misterios de la arquitectura mundial.

The monolithic church of Saint George, one of the most famous in Lalibela, Ethiopia. August 21, 2018.
La iglesia monolítica de San Jorge, en Lalibela, vista desde las profundidades. Foto: Getty Creative

Cuenta la leyenda que los ángeles bajaron del cielo para esculpir la Iglesia de San Jorge en una sola noche allá por el siglo XIII. Otros relatos, como mínimo, más creíbles, aseguran que fue el rey Gebre Mesquel Lalibea, de la dinastía Zagüe, quien mandó construirla después de tener una visión en el que le fueron trasladadas las instrucciones precisas para su edificación (de sueños vive el hombre…). Está la versión que defiende que fue el mismo monarca quién levantó Biet Ghiorgis con sus propias manos ayudado por un grupo de ángeles llegados a Etiopía desde otras latitudes más celestiales... En cualquier caso, toda una proeza teniendo en cuenta sus imponentes y perfectas dimensiones: 12 metros de ancho por 12 de alto. Esto último sin contar con el estereóbato de tres escalones sobre el que descansa la iglesia.

Vista desde el cielo, donde están los ángeles que la dieron forma y la protegen del paso del tiempo y el olvido, la Iglesia de San Jorge tiene forma de cruz griega. Para esculpirla, dicen los expertos, se debieron retirar alrededor de 3.400 metros cúbicos de roca y otros 4.500 como consecuencia de los trabajos que se llevaron a acabo para esculpirla y decorarla por dentro. En 1978, el conjunto arquitectónico que comprende este monolito tallado en la tierra junto con los otros 10 templos que se levantan por todo Lalibea fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Esto con el objetivo, no solo de ensalzar las edificaciones, sino también para obligar a las autoridades pertinentes a protegerlas. Biet Ghiorgis es centro de peregrinación para quienes profesan el cristianismo ortodoxo en Etiopía, sobre todos durante el ‘Timkat’, la epifanía para esta tradición religiosa, momento en el que San Jorge se llena de fieles.

Peregrinación a la iglesia de Lalibela. Foto: Getty Creative
Peregrinación a la iglesia de Lalibela. Foto: Getty Creative

Etíope tuvo que ser invadida por el ejército del mariscal Emilio de Bono, en el marco de la segunda guerra italo-etíope (1935-1936), para que la belleza que es Biet Ghiorgis recibiera el reconocimiento que merece. A ojos de los europeos, cabe subrayar, porque los etíopes ya eran plenamente conscientes del tesoro que escondían sus tierras mucho antes de que llegaran las tropas fascistas italianas. Hasta entonces, el país había conseguido repeler los embistes de los colonos, el único territorio africano libre de injerencias.

Desde su recóndita ubicación, Biet Ghiorgis aguarda paciente el día en que los científicos revelen los misterios que todavía rodean su construcción. O no. En ocasiones, es más benévolo con nosotros mismos y nuestra historia darle crédito a los ancianos y sus fábulas, que se trasladan de generación en generación. Aunque hablen de ángeles venidos a la Tierra para trabajar de obreros sin retribución económica. Por su extraordinaria belleza, la Iglesia de San Jorge ha recibido el calificativo de octava maravilla del mundo, aunque, por el momento, nadie ha tenido a bien otorgarle oficialmente el título.

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