Barreda: la casa del cuádruple femicidio tiene una deuda de casi $520.000 de impuestos

La casa en la que vivía Ricardo Barreda con su familia

La casona de la calle 48 entre 11 y 12, en el centro de La Plata, donde el odontólogo Ricardo Barreda mató a balazos a su esposa, sus dos hijas y su suegra hace casi 28 años, arrastra una deuda de $519.974,49 en conceptos de impuesto inmobiliario y tasas municipales.

Así surge de datos publicados en la página web de la Agencia de Recaudación de la provincia de Buenos Aires (ARBA) y de información de la Municipalidad de La Plata. Además del lugar donde se desencadenó el cuádruple crimen, el femicida y su familia tenían dos propiedades en Mar del Plata.

La deuda con la Municipalidad de La Plata en concepto de tasa de Servicios Urbanos Municipales asciende a $238.818,79, y con ARBA, a 281.355,70 pesos.

Barreda murió ayer a los 83 años. Vivía en un geriátrico de José C. Paz y sus restos fueron inhumados hoy en el cementerio municipal de ese distrito del noroeste bonaerense.

En octubre de 2018, según informó entonces LA NACION, el fisco bonaerense le había iniciado y ganado un juicio ejecutivo a Barreda por que adeudaba unos 26.500 pesos en concepto de impuestos impagos de la casa donde concreto su plan criminal.

Según la información publicada por ARBA, la casona, que está cerrada desde el 15 de noviembre de 1992, día del múltiple crimen, tiene una valuación fiscal de $ 4.547.973.

Barreda solo era titular del 50% de las propiedades. Fue declarado indigno de heredar el otro 50%, que correspondía a su mujer. La sucesión de Gladys McDonald se tramita aún en el fuero Civil y Comercial de esta capital.

Además, la propiedad fue expropiada en virtud de una norma dictada por la Legislatura bonaerense con el objetivo de que allí funcione un centro de contención y de lucha contra la violencia de género.

Si bien la expropiación se convirtió en ley el 15 de noviembre de 2012, en coincidencia con el vigésimo aniversario del cuádruple femicidio, nunca se concretó porque Barreda hizo presentaciones ante la Justicia para impedir perder los derechos de propiedad sobre el inmueble, según informaron a LA NACION fuentes legislativas.

En el artículo 2 de aquella ley, la 14.431, se estableció que "el inmueble consignado será transferido en propiedad y a título oneroso a la Municipalidad de La Plata a los efectos de desarrollar en la propiedad un centro municipal por la memoria, para la prevención y el abordaje de la violencia de género".

Además, en el artículo 4 se dejó constancia de que "el incumplimiento del cargo establecido en el artículo 2 ocasionará la revocatoria de la transferencia y la reversión del dominio en favor del Estado provincial".

En enero del año pasado, la Municipalidad de La Plata pidió autorización judicial y permiso a la Dirección de Zoonosis para ingresar en la casona, ya que según vecinos podría ser un foco infeccioso por la invasión de ratas y por el estado de abandono en la que se encuentra.

El plan criminal

Las primeras víctimas del odontólogo fueron su esposa de 57 años, y su hija menor, Adriana, de 24. Ellas fueron ejecutadas sin posibilidad de escape, debajo de un termotanque y de una pileta de lavar la ropa, cada una con un tiro de una escopeta Víctor de Sarrasqueta calibre 16. Después fue el turno de la suegra Elena Arreche, de 86, abatida en un pasillo con el arma que ella misma le había regalado a su yerno para que fuera "a cazar". La última en caer abatida bajo el fuego de la pulsión homicida de Barreda fue la hija mayor, Cecilia, de 26 años y dentista como su padre.

Barreda intentó fingir que la masacre había sido producto de un robo. Para eso revolvió toda la casa, simulando una intrusión, aunque dejó intactos la sala donde tenía su consultorio odontológico y el cuarto donde dormía, separado del resto de su familia. Además, los detectives advirtieron que no lucía afectado por las muertes.

La policía advirtió esa anomalía en la puesta en escena y, enfrentado a la contradicción, Barreda se quebró. Más tarde confesó que después de disparar y matar a toda su familia, fue al cementerio a llevar flores a las tumbas de sus padres, al zoológico y a encontrarse con su amante, con la que almorzó y pasó la tarde en un hotel alojamiento, antes de regresar a su casa y llamar a las autoridades para reportar el crimen. Dijo que había tirado los cartuchos en una boca de tormenta y la escopeta, en un canal de Punta Lara.

En 1995 fue condenado a reclusión perpetua por triple homicidio calificado y un homicidio simple. En ese tiempo no existía la figura del femicidio, ni como tipo penal ni como concepto social.

Según contó él mismo en el juicio, los crímenes fueron una reacción suya a los maltratos y humillaciones que recibía de "todas ellas", en referencia a las cuatro víctimas. "Lo siento por mi hija más chica, que fue a la que menos le di y de quien más recibí", declaró en aquel debate oral. En prisión comenzó a estudiar Derecho.

En mayo de 2008 Barreda abandonó la Unidad Penal 9 de La Plata al ser beneficiado con un arresto domiciliario y se fue vivir al barrio porteño de Belgrano con su nueva pareja, la docente Berta "Pochi" André, quien murió en julio de 2015 como consecuencia del deterioro de su salud a raíz de graves problemas neurológicos. Ese deterioro cognitivo, precisamente, había sido motivo de desavenencias entre la pareja, lo que motivó la revocatoria del beneficio para Barreda, que momentáneamente debió volver a prisión.

En diciembre de ese mismo año, y luego de varias idas y vueltas judiciales, Barreda recibió la libertad condicional. Y en mayo de 2016 se declaró "extinguida la pena" y se hicieron "cesar las accesorias legales impuestas". A partir de esta resolución, el odontólogo quedó en plena libertad y ya no tuvo que ser controlado por la Justicia. Vivió en un departamento que le prestó un allegado en el Talar de Pacheco, Tigre. Pasó varios meses internado por problemas de salud y terminó sus días en el geriátrico de José C. Paz donde ayer lo alcanzó la muerte.