El básquet femenino voló los papeles en los Juegos Panamericanos y ganó la primera medalla de su historia
Dicen que la historia la escriben los que ganan, pero no siempre es así. Porque en tal caso, si la selección argentina femenina de básquetbol que vino a estos Juegos Panamericanos no se hubiera subido al podio y por tanto, ganado, igual ya había cumplido con lo primero. Sin embargo, se llevó el premio: una medalla de bronce que es tan dorada como el oro. Porque para este equipo, la realidad es una: nunca un seleccionado argentino femenino se había metido entre los mejores cuatro de esta cita, y menos aún ganado una presea. Esto lo consiguió en un escenario que parece insólito: con un equipo totalmente nuevo, que solo tuvo un puñado de entrenamientos antes de llegar a Santiago 2023, con mayoría de debutantes y de jugadoras de la Liga Nacional. La Argentina voló los papeles de la mesa y se puso como protagonista de estos Juegos. Las Gigantes lo hicieron, con el orgullo en la mano y el corazón latiendo a mil. Lo hicieron por ellas y por todas las que lo intentaron antes.
La selección llegó a Chile con muchos retos por delante: hacer una buena fase de grupos y acomodarse en la disputa de algún premio mayor. Pero también, que ese plantel se transforme en equipo y ese equipo en grupo, que logre la unión desde todos los aspectos. No era sencillo cumplir ambos deseos, porque a la vez se trataba de mayoría de basquetbolistas haciendo su estrenos bajo las órdenes de un cuerpo técnico nuevo encabezado por Mauricio Santángelo, tras la salida del anterior que tuvo como último torneo la AmeriCup 2023. En tiempo récord, finalmente lo logró. Así, más allá de perder en semifinales con Brasil por amplia diferencia (57-77) las Gigantes no se relajaron ni dejaron que la caída impacte en lo anímico: sabían que estaban haciendo historia y no querían irse con las manos vacías.
El domingo, ante Cuba, la historia se cerró por 75-66 y el desahogo fue definitivo (Brasil ganó el oro al imponerse a Colombia por 50-40). Desahogo por toda la historia sin conseguirlo, desahogo por las que pasaron y no pudieron, desahogo por el que dirán y el preconcepto de que eran “un equipo de rejunte que iba a perder” (así lo consideran desde adentro) y desahogo como despegue. Con la esperanza de que en Santiago 2023 se haya empezado a trazar otro camino de la Argentina en esta cita.
Como los Juegos Panamericanos no forman parte del calendario de la Federación Internacional de Básquet, ni es uno de los deportes que reparte plaza para los Juegos Olímpicos, los clubes no están obligados a ceder a sus jugadoras. Le pasó a varios de los deportes de conjunto que participan de estos Panamericanos, pero en el básquet implicó que la mayoría de las jugadoras disponibles fueran de la Liga Nacional (sólo una de ellas juega en Canadá, y otra en Portugal), el torneo que “le puso el pecho” a los Panamericanos.
“No sé cómo explicar lo que siento, estoy muy contenta. Quiero estar con la cabeza en frío para pensar lo que logramos, sé que es un montón, sé que hicimos historia, sé que el equipo está feliz. Estoy disfrutando de este momento y este presente”, dijo una emocionadísima Camila Suárez, que se convirtió en la líder de este equipo. La base de Obras Sanitarias contó que “es hermoso el grupo humano que se formó en repoco tiempo, sabíamos cada una el rol que cumplía y ayudar a la compañera era lo más importante. Si bien no nos conocíamos tanto pudimos hacerlo rápidamente y creo que sin dudas la derrota frente a Cuba (en el debut) fue lo que nos dijo: ‘Che, realmente podemos’”.
Para Suárez, figura del partido con 27 puntos, el resultado en estos Panamericanos es una muestra del crecimiento de la Liga Nacional, ya que la mayoría de las jugadoras pertenecen a ese plano local. Dijo estar agradecida de poder jugar en su país y remarcó: “Llegó lo más lindo, esto hay que disfrutarlo a full”.
Victoria Gauna, una de las pocas “extranjeras” de las Gigantes, fue en el mismo sentido: “Estamos felices, disfrutando, es especial para chicas tan jóvenes que recién nos conocemos. (Esta medalla) Significa un montón. No puedo explicar lo que se siente”. La mendocina, que milita en Bishop’s University, de Canadá, también valoró el rol bien entendido de cada una y cerró en medio de la alegría post partido: “Cualquier cosa que pueda aportar al equipo me pone feliz, ya sea desde adentro, desde afuera, lo que el equipo necesite de mí me pone contenta. Esta vez me tocó jugar, ser protagonista y me pone muy feliz también”.
Agustina Marín, la otra foránea del plantel, dijo aún con la voz entrecortada por tantas emociones: “Estoy emocionada, feliz, no tengo mucho más que decir. Es lo que siempre soñé, desde que me fui de chiquitita de casa a los 15 (para jugar al básquet), y estar cumpliéndolo para mí es increíble. Hay que agradecerle a este equipo que armamos que es una cosa hermosa, a todos los que los apoyaron y a los que no también porque nos dieron más fuerza para estar acá jugando”. Y no se olvidó de la Argentina: “Sé que el país no está en un buen momento, así que ojalá que le podamos sacar una sonrisa con esta medalla que le llevamos”.
Agustina Jourdehuil ni siquiera encontró palabras: “Esto es una locura, una locura total. Eso es lo que corre por las venas de este grupo hermoso que se formó afuera de la cancha. Por suerte lo pudimos contagiar y transmitir adentro. Hicimos historia. No sé qué decir, porque no caigo con lo que estoy viviendo. No lo puedo creer. La clave fue el hambre que teníamos por llevar una medalla y tenemos un equipazo. Esto es un sueño hecho realidad”, sentenció la jugadora más ganadora de la Liga Nacional, con seis coronaciones.
De su primer torneo al frente del equipo, Mauricio Santángelo, el DT, se fue con un saldo impagable: “Para es un orgullo inmenso estar con estas chicas que realmente se merecen todo el respeto. Son chicas jóvenes con un hambre y unas ganas terribles, contagian una pasión bárbara y representan muy bien a la Argentina. Nos propusimos venir a disfrutar del torneo, a crecer, a desarrollarnos y también a buscar una medalla. Lo dijimos el primer día, aunque parecía utópico, pero la queríamos tener, para el básquet argentino que tanto la necesita, para las chicas, para el básquet femenino”, se explayó.
🇦🇷 Por supuesto que hay video de ese momentazo https://t.co/1nQ8qZSuSH pic.twitter.com/MMvSwAGhn1
— Argentina Básquet (@cabboficial) October 29, 2023
En este sentido, el básquet femenino voló los papeles y se dio un gran gusto: el de sentirse bien subiéndose a un podio, abriendo la puerta y sentando las bases. Hace cuatro años, en Lima 2019, el equipo fue descalificado por un problema relacionado a su indumentaria. Las jugadoras no tuvieron más remedio que soportar una situación de la que no eran responsables. Ninguna de aquellas está hoy en Santiago 2023, pero éstas saben que este logro no es uno más. Es un éxito que implica muchas cosas, incluida una reivindicación por todo el básquet femenino.
El plantel que hizo historia
Malvina D’Agostino – Ameghino (Argentina).
Valeria Fernández – Obras Sanitarias (Argentina).
Agustina García – Defensor Sporting (Uruguay).
Victoria Gauna – Bishop’s University (Canadá).
Candela Gentinetta – Obras Sanitarias (Argentina).
Agustina Jourdehuil – Malvín (Uruguay).
Natassja Kolff – Ameghino (Argentina).
Agustina Marín – CDE Francisco Franco (Portugal).
Carla Miculka – Malvín (Uruguay).
Delfina Saravia – Unión Florida (Argentina).
Camila Suárez – Obras Sanitarias (Argentina).
Magalí Vilches – CB Lleida (España).