Por qué el discurso de Obama sobre las protestas en EEUU no le hará mella a la candidatura presidencial de Biden

El expresidente Barack Obama se ha pronunciado públicamente, algo que desde que dejó el poder ha hecho solo en raras ocasiones, para dar un mensaje a los estadounidenses en el contexto de las multitudinarias manifestaciones en repudio al racismo y en demanda de justicia que se encendieron tras la muerte del afroamericano George Floyd a manos de policías en Minnesota.

Otros exmandatarios también han emitido mensajes sobre la crisis que azota actualmente a Estados Unidos, pero el de Obama ha tenido además la dimensión de que, de cara a las próximas elecciones presidenciales del 3 de noviembre, tendrá un efecto potencial mayor en la percepción de los dos contendientes en esos comicios: el presidente Donald Trump y Joe Biden, virtual candidato presidencial demócrata y el exvicepresidente.

El expresidente Barack Obama dio un mensaje sobre el racismo estructural y el racismo y sobre cómo enfrentarlos en Estados Unidos en el contexto de las presentes manifestaciones masivas. (The Obama Foundation/AFP via Getty Images)
El expresidente Barack Obama dio un mensaje sobre el racismo estructural y el racismo y sobre cómo enfrentarlos en Estados Unidos en el contexto de las presentes manifestaciones masivas. (The Obama Foundation/AFP via Getty Images)

Por ello, lo que Obama dice y hace en estos momentos es rápidamente colocado en la perspectiva electoral y valorado por el posible efecto positivo o negativo que podría tener en la candidatura de Biden.

En su mensaje, que tuvo una importante carga reflexiva e incluso de sobrio optimismo, Obama enalteció la lucha de quienes se han manifestado para expresar demandas legítimas contra la brutalidad policiaca, el racismo y la injusticia estructural en Estados Unidos, señaló que solo un pequeño porcentaje de quienes han salido a la calle han causado disturbios y saqueos y afirmó que la mayoría de los oficiales de la policía no son violentos y apoyarán las transformaciones necesarias en sus instituciones.

Todo ello en agudo contraste con los planteamientos que han salido del actual presidente, quien ha estigmatizado a los manifestantes y llamado a dominarlos, hecho dispersar con gases lacrimógenos y balas de goma a personas que expresaban pacíficamente sus demandas solo para permitirse una foto de ominoso talente demagógico frente a una iglesia y ha amenazado con usar el ejército, a contrapelo de los gobernadores, para patrullar las calles y acabar con las protestas.

El discurso de ambos personajes ciertamente alude a las masivas protestas y manifestaciones presentes –que fueron ciertamente seguidas de un repudiable y delictivo vandalismo ejercido por algunos oportunistas– y ambos tienen como trasfondo la injusticia y el racismo estructurales que agobian severamente a las minorías estadounidenses.

Pero mientras Obama habló de esos problemas reconociéndolos y con miras a buscar posibles soluciones, Trump se ha alzado como el presidente de la “ley y el orden” sin aceptar que esa ley y ese orden que él pretende defender en realidad han sido violados por décadas, incluso por siglos, por el racismo, la discriminación y la opresión que han sufrido muchas comunidades. Los saqueos y la violencia han de ser detenidos, pero en su discurso y en su acción Trump ha tratado con el mismo rasero a los manifestantes legítimos que a los vándalos, lo que ahonda la división y la tensión.

Biden también ha enviado sus propios mensajes, en un tono de empatía y compasión hacia el dolor de la familia de Floyd y en general de reconocimiento de la urgencia y el imperativo de que el país se transforme para erradicar el racismo y la injusticia. Ello, ciertamente lo pone en fuerte contraste con Trump. Biden pide transformación impulsada por la compasión; Trump pide orden impuesto por la fuerza. Pero es cierto que hasta el momento el mensaje de Obama habría opacado a los de Biden, al menos en el entorno mediático.

El exvicepresidente Joe Biden y virtual candidato presidencial demócrata ha planteado un mensaje de compasión y unidad en el contexto de las protestas por la muerte de George Floyd a manos de policías en Minnesota. (Getty Images)
El exvicepresidente Joe Biden y virtual candidato presidencial demócrata ha planteado un mensaje de compasión y unidad en el contexto de las protestas por la muerte de George Floyd a manos de policías en Minnesota. (Getty Images)

El mensaje de Obama, en ese contexto, ¿beneficia a Biden o, quizá, le añade factores adicionales de crítica o división?

Al final, Obama llamó a ir más allá de la marcha y la protesta, que han sido de meridiana importancia pero solo serían una etapa, para luego pasar al cambio vía la organización, la concientización y la democracia. Sus palabras implican que el voto en noviembre ha de ser por una opción que apoye una transformación que propicie justicia racial y la solución de las enormes desigualdades sociales.

En ese sentido, es patente que Obama, sin mencionar explícitamente ni a Biden ni a Trump, da un apoyo tácito a su exvicepresidente.

Desde que dejó el gobierno, Obama se ha mayormente abstenido de criticar a su sucesor, y es cierto que el expresidente es una figura que cataliza la animadversión en los sectores que apoyan a Trump y por ello sus planteamientos pueden desatar una actividad mayor entre ese sector duro de la derecha radical. Trump en gran medida ha fundado sus ataques y ocultado sus falencias aludiendo a los hechos y omisiones de su antecesor. Y, ante sus seguidores, amalgamar a Biden con Obama sería una técnica para tratar de minar al candidato demócrata.

Pero la enormidad de la crisis social y de su significado, con la confluencia adicional de la ruda y letal pandemia de covid-19, han motivado al expresidente.

Por ejemplo, algunos le han reprochado a Obama que luego de la crisis por la muerte de Michael Brown en Ferguson a manos de un policía, lo que causó también candentes protestas y disturbios, no se hizo más para encarar entonces los problemas de brutalidad policiaca y racismo estructural.

Por ello, y dado que Obama ya ha expresado su apoyo a la candidatura de Biden y que presumiblemente participará de modo más frecuente e intenso en actividades de su campaña en los próximos meses, su mensaje sobre las presentes protestas y la indignación por la muerte de Floyd resulta positivo.

Lo es para el país en tanto que aporta un llamado calmo y lúcido, aunque no sin controversias, en momentos de singular tensión. Y porque afirma que las soluciones pasan por una transformación mayor, que en su mandato no pudo concluirse y en varios aspectos ha sido revertida, que ha de lograrse mediante el voto democrático y la organización social.

Un mural en Los Ángeles en homenaje a George Floyd. La muerte de Floyd a manos de policías en Minnesota ha catalizado enormes manifestaciones en EEUU y desatado un hondo reclamo contra el racismo y la injusticia estructurales. (Getty Images)
Un mural en Los Ángeles en homenaje a George Floyd. La muerte de Floyd a manos de policías en Minnesota ha catalizado enormes manifestaciones en EEUU y desatado un hondo reclamo contra el racismo y la injusticia estructurales. (Getty Images)

Lo es para Biden, pues aunque el legado de Obama (que es también el de él mismo) tiene sus claroscuros, su impulso es aún considerable en varios sectores y puede contribuir a la consolidación de una amplia coalición para movilizar el voto y ganar en noviembre. Sobre todo en estados decisivos y muy competidos que votaron antes por Obama y luego apoyaron por la mínima a Trump.

En contrapartida, se ha afirmado que el discurso elocuente de Obama podría contrastar negativamente con los momentos en que Biden, por sus titubeos, tartamudeos u ocasionales confusiones, pareciera no tener el ímpetu para acometer la campaña tan cáustica como la que se le avecina al encarar a Trump.

Con todo, ese efecto, de darse, probablemente no sería significativo y, en realidad, tanto Biden como Trump requerirán acumular al máximo sus apoyos y sus capacidades en la campaña electoral y, por ello, resulta previsible que Obama seguirá dando su apoyo a Biden y de modo explícito y no solo del modo sutil e indirecto de su reciente mensaje, que tuvo sin duda un tono político pero que el expresidente no planteó en términos explícitamente electoralistas.

Todo ello tiene sin duda un peso significativo, máxime si se considera la presente crispación y polarización social. Un elemento diferente existe hoy sin embargo: una amplia mayoría de los estadounidenses reconocen la legitimidad de las protestas pacíficas y la urgencia de atender sus demandas y, en ese sentido, el discurso y los apoyos de Obama a Biden le otorgarían una ventaja. Trump le ha apostado al recurso de la división y la fuerza, y Biden tiene la oportunidad de ser el abanderado de la unión y el diálogo.

Está por verse si lo conseguirán pero parece claro que no será la última vez en que Obama se expresará en apoyo de una opción de transformación de tono incluyente y en ello el balance sería, al menos hasta ahora, positivo para Biden, máxime cuando voces de enorme calado –entre ellas prominentes militares retirados y algunos legisladores republicanos– han alertado sobre el peligro que los desplantes de Trump representan para la institucionalidad de la nación.

El presidente Donald Trump ha optado por la mano dura y el llamado a la "ley y el orden", dispersando autoritariamente a manifestantes pacíficos y legítimos en Washington para tomarse una foto frente a una iglesia, una acción criticada por divisiva, demagógica y narcisista, (Getty Images)
El presidente Donald Trump ha optado por la mano dura y el llamado a la "ley y el orden", dispersando autoritariamente a manifestantes pacíficos y legítimos en Washington para tomarse una foto frente a una iglesia, una acción criticada por divisiva, demagógica y narcisista, (Getty Images)